Shura

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Corría lo más veloz que le resultaba posible hacerlo. Su corazón estaba a punto de reventarle pero él no podía detenerse o estaría perdido. La oscuridad de la noche envolvía la ciudad ocultando todo a su paso, aún a él.

Con cada respiración sentía que le dolía hasta el alma misma. Sus heridas sangrantes le dificultaban la huída, pero Shura no se detendría por nada del mundo. Las lágrimas iban humedeciendo su rostro debido a la intensa desesperación que padecía.

Sabía que lo estaban persiguiendo, podía sentirlos y para mayor desesperación suya iban acortando la distancia que lo alejaba de esos malditos que intentaban agarrarlo para volver a encerrarlo en ese horrible lugar.

Cuando supo que su cuerpo estaba al límite, fue disminuyendo la velocidad hasta caer al duro, frío y sucio suelo.

Por unos instantes el aire no llenó a sus pulmones. Pero se recuperó pronto, y Shura se obligó a sí mismo a moverse ya que no podía permitirse ser capturado otra vez por ellos.

Le dolía hasta el último músculo de su cuerpo, no paraba de llorar. Rengueaba, aquello era mala señal. Se había torcido un tobillo. Se ocultó tras uno de los pilares del lugar al ver a los guardias del paiquiátrico allí también.

Lo estaban buscando incansablemente, por el momento podría seguir ocultandose al ser de noche. Pero no bien amanezca estaría totalmente perdido.

En esos desesperantes momentos pensó en su padre con dolor y en la nefasta decisión que tomó al volverse a casar tras la muerte de su esposa, madre de Shura. Si en esos momentos estaba padeciendo aquello se debía a la bruja de su madrastra.

Cuando las voces de sus perseguidores sonaron más cerca de su persona, supo que debía poner mayor distancia y procurando hacer el menor sonido posible se alejó del lugar ocultandose entre las sombras mismas.

-¡Busquen bien! - dijo el líder del escuadrón - ¡No puede haberse ido demasiado lejos! ¡Hay que atraparlo!

Shura se adentró a la oscuridad misma, caminó lo más rápido que le resultó posible. Así se alejó de esos suburvios de la ciudad para adentrarse a la zona privilegida eludiendo a la policía lo mejor que le resultó posible hacerlo.

En verdad era imposible adentrarse a esa zona de la ciudad donde los privilegiados vivían. Sus perseguidores iban acercandose a él irreversiblemente cuando se adentró al sitio donde estaban los carruajes de los millonarios.

Los caballos empezaban a moverse nerviosos al sentirlo cerca. Shura supo que había sido una mala idea elegir ese lugar para ocultarse ya que los animales lo delatarían al instante.

Pero al querer volver por donde había llegado lo vió entrar. Los malditos guardias del psiquiátrico lo siguieron hasta allí también.

Shura lloraba desesperadamente mientras pensaba qué más podría hacer. Dónde podría ocultarse ahora. Rsspirando entrecortado vió un carruaje específico cuyo chofer no estaba.

Escuchaba cómo los guardias del psiquiátrico les preguntaban a los choferes de los demás carrajes por su persona.

Si quería escapar de las intensas torturas a las que seguramente le practicarán en ese infernal lugar al que su madrastra lo entregó, si es que lo atrapaban, debía tomar la desición en ese mismo instante.

Cuando supo que lo estaban a punto de encontrar y atrapar, no lo pensó dos veces y se adentró al interior del carruaje aristocrático.

Cuando las voces se oyeron justo del otro lado de la puerta del carruaje, se arrinconó en el suelo ocultandose lo máximo que le resultó posible mientras temblaba como una hoja al viento.

En esos momentos la puerta del carruaje se abrió. Era el dueño aristócrata del carruaje en cuestión. Un joven de su misma edad, de dorada y larga cabellera y ojos celestes a diferencia de Shura que tenía sus cabellos oscuros y su mirada verde.

Cuando sus miradas se cruzaron reinó el silencio por unos instantes, reflejandose la sorpresa en ambos jovenes.

Pero cuando uno de los guardias perseguidores de Shura lo rompió al preguntarle al rubio por el pelinegro, Shura le suplicó con la mirada que nada diga.

- Lo siento, no ví a nadie con esa descripción. Dejen de molestar
- Lo sentimos señor

Diciendo aquello se fueron y el rubio entró al carruaje que se puso en marcha al segundo siguiente. Shura seguía en el suelo sin dejar de temblar envolviendo sus piernas con sus brazos.

Cuando pudo recuperarse, Inojin dijo:
-¿Qué sucedió contigo Shinki? ¿Dónde está Boruto? ¿Por qué estás en éste lado del océano? ¿Y por qué esa gente que trabaja en un psiquiátrico de mala muerte pregunta por tí?

Aquello dejó a Shura en una pieza. No se esperaba que le diga eso alguien que él no conocía en lo absoluto llamandolo por un nombre desconocido.

Cuando pudo recuperarse de la sorpresa dijo con voz temblorosa.
- ¿Qué? Y-Yo no m-me llamo Shinki. Y....y....y no te conozco....pero por favor....ayúdame...

Atrapado (SasuNaru) (BoruShin)Where stories live. Discover now