Capítulo 10

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La noticia de mi despido no sentó bien a nadie, los chicos liaron la de Dios cuando vieron el estado en el que estaba y más después de enterarse del porqué. Mack llamó enseguida a Woo-seok y le pidió explicaciones, pero el doctor no pudo decirle más de lo que me dijo a mí. Así que, así es como mi día y mi vida en general se jodieron, mediante una llamada del que era mi jefe.

Al día siguiente fui a la clínica a recoger mis cosas y no fui sola, los perdidos no querían dejarme en un momento así y me acompañaron. Trataron de hacer entrar en razón al que era mi jefe, pero como él les dijo, está atado de pies y manos, no queda en él la responsabilidad de despedirme o no. La despedida fue lo más doloroso, mis compañeros lamentaron mucho mi marcha y la señora Jong se echó a llorar diciendo que no era justo. Y claro que no lo ha sido, ni lo es, pero Dispatch tiene las de ganar con sus falsas acusaciones y el dinero que hay de por medio.

Desde ese día, no he vuelto a ver a los chicos, ni siquiera he encendido el móvil, que debe de estar a rebosar de llamadas y mensajes. No he querido saber nada de nadie, y no es porque los culpe, nunca podría culpar los, si no, porque sobrellevo las cosas mejor alejando me de todo y de todos.

Mackenzie se preocupa por mí y viene a cada nada a mi habitación a ver si necesito algo, pero no me hace falta nada, lo poco que tenía ya lo he perdido. Me paso día y noche metida en mi habitación, llorando por las esquinas, lamentandome de mi existencia y pensando en qué va a ser de mí de ahora en adelante. No puedo depender de mi amiga, ella no trabaja para mí, así que mi otra opción es volver a España. Lo único que me ataba a Corea era el trabajo y sin él, no tengo mucho más.

Mack, que sabe mis intenciones, ha tratado de convencerme, dice que ahora también están los chicos y que mi partida dolería mucho a todos. Pero lo que no entiende ella es que quizás sea lo mejor, si Dispatch la ha tomado conmigo, estar cerca de ellos es peligroso. Pero bueno, no los obligo a comprender cómo me siento, ni a entender el porqué de mis decisiones, solo pido que las respeten.

Me encuentro tumbada boca abajo en mi cama, mientras de fondo se escucha mi playlist depresiva, soy masoquista, lo sé. Tengo los ojos hinchados, tanto, que los siento muy pesados. Hacia mucho tiempo que no sufría una recaída tan fuerte, una recaída en la que por un momento me gustara la idea de desaparecer por completo y dejar de sentir. Sé que esos pensamientos intrusivos no son buenos, pero llevo conviviendo toda mi adolescencia con ellos, sé mantenerlos a ralla.

La puerta de mi habitación es golpeada levemente, gruño mientras me tapo hasta la cabeza con el edredón e intento hacerme la dormida, pero Mackenzie me conoce bien.

–Voy a entrar– me avisa al menos antes de abrir la puerta –Tienes visita Ruby-doo–

Sus palabras caen sobre mí como un balde de agua fría, le dije expresamente que no dejara entrar a nadie, da igual quién fuera, no quiero recibir visitas que vengan a apiadarse de mí. Odio que me miren con pena y en momentos así, es como únicamente te miran.

–Dile a quién sea que gracias, pero que vuelva por donde ha venido– comento de mala gana aún escondida bajo el edredón.

–¿Así tratas a un buen amigo?– la voz de Minho se hace presente –Levanta el culo de esa cama, pedazo de vaga–

De repente, siento como jalan el edredón y me quitan toda protección, dejándome totalmente expuesta. Me giro de mala gana y fulmino al chico de pelo violeta con la mirada.

–¿Podéis dejarme en paz?– pregunto bastante molesta –No tengo ganas de hablar, ni de recibir la pena de nadie, gracias–

Vuelvo a ponerme boca abajo, dando la espalda a todos, y digo todos porque he visto a Seungmin escondido tras Minho.

Hold Me (Felix, Stray Kids)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz