🪶CAPÍTULO 27: La cadena de ángel🪶

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Ambos se quedan en silencio, mientras sus miradas permanecen conectadas.

—Saldré por unas horas —dice Ariel, sin romper la conexión— aún tengo unos asuntos que atender, así que te pido de favor que no salgas a ningún lado, no olvides que aun estas en peligro.

—Lo sé —apartó la mirada de él y colocó el libro en su lugar—. Eso es algo difícil de olvidar.

—Bien, entonces nos vemos después —salió de la habitación.

Sin el más mínimo interés de seguir explorando, se dirigió al escritorio y dejo caer en la silla, mirando con poco interés el globo terráqueo frente a ella. Mientras la canción instrumental de Secret desaparecía y era remplazada por All I See.

Apartando la mirada del globo terráqueo, contempló la puerta de donde había salido Ariel hace momentos atrás, preguntándose qué había detrás de ella.

Curiosa, avanzó a ella, pero al intentar abrir la puerta, esta no cedió, incluso al utilizar su fuerza sobre humana, más su acción hizo que su mano ardiera en llamas y la puerta se volviera cenizas, revelando otro pasillo. Dejo viajar la mirada a su mano. Debía seguir practicando su control del fuego, si no quería que ocurriera un accidente.

Tomando una de las lámparas de petróleo que colgaba de las paredes, se adentró, a pesar de que tenía un mal presentimiento.

Al llegar al final del pasillo, no se encontró con otra puerta como esperaba, sino con un cuarto completamente oscuro. Ignorando lo que la rodeaba, encendió las pocas veladoras que se encontraban a su alrededor. Y cuando el cuarto estuvo lo suficiente iluminado, alzo la vista y miró con atención lo que la rodeaba.

Había fotos de ella y su familia pegadas en la pared. Fotos fuera de la escuela, de su casa, en el trabajo de sus padres, incluso había fotos de cuando tenía quince años. Asustada, despego de la pared una fotografía en donde estaba con toda su familia en un día de campo.

Desvió la mirada a una caja en donde se podía leer claramente. «Calix: Poderes.»

Ariel le había confesado en una ocasión que la observaba, pero jamás imagino que lo hiciera desde hace años. Ahora podía ver, que su plan siempre fue conocer sus debilidades para así poder quietarle la rosa cuando llegara a ella.

—¿De dónde sacaste esto? —Escuchó a Ariel detrás de ella.

Se giró hacia él, quien sostenía entre sus manos su cadena. Automáticamente se llevó las manos al cuello, ante aquella ausencia que no había notado antes.

Seria sencillo decir que el abuelo se la había dado, pero era una vil mentira, una que ella creyó durante diecisiete años.

—¿Eso importa? —Sí, si importaba, más de lo que debería—. Devuélvemelo, por favor —se acercó a él.

—No —su contestación la detiene de golpe.

—Es mío —comenzaba a perder la paciencia. Él no podía simplemente venir y exigir una repuesta la cual incluso ella desconocía.

—Mientes —aseguró—. Así que confiesa de una vez, ¿de dónde has obtenido esto?

Al ver que se niega a darle una repuesta, deja viajar la mirada por la habitación.

—Te lo diré, si me dices quien te ordeno vigilarme —propone.

Quizá no sabía de donde había salido, o si partencia a sus padres biológicos, pero cual sea la razón, era lo único que tenía. Y a pesar de que se la quisiera arrebatar de las manos, esta era una buena oportunidad de obtener información para saber quien era, si en verdad Ariel la vigilo por la rosa o había algo más allá.

Mi Secreto: La Rosa De Cristal. (Libro I)⭐Where stories live. Discover now