109. Felicidades, es tuyo.

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Pensar en el futuro era una de sus grandes costumbres, pero cuando ve a Yoongi sonreír lo que más anhela es que el tiempo se detenga para siempre. Puede amarlo y disfrutarlo incluso si lo mira desde la distancia que les otorgan los sofás individuales.

—¿Qué hay de Taehyung? Él es el futuro también.

—Por ahora estamos nosotros, y estoy bien con ello. —Hoseok asiente, llevando la copa de vino a sus labios.

—Estás tan feliz —dice Yoongi con curiosidad en la voz—. ¿Sucedió algo hoy?

—Nada. —Niega suavemente—. Sólo disfruto estar contigo. Esto me hace feliz.

—¿Me besas? Por favor. No sé de qué otra forma responderte.

Entre risas, Hoseok se levanta del sofá para tomar a Yoongi por ambas mejillas y acercarlo a su boca.

—Sabes a vino —susurra éste, uniendo sus bocas otra vez—. Creo que es una buena forma de beber de manera indirecta.

—Tonto —murmura Hoseok con una risita escondida.

—Como tú.









Sus pies se mueven en dirección al hogar para hacer su rutina de inspección (alias visita a Taehyung) de cada día. Últimamente ha estado muy ocupado escribiendo el informe oficial que cada año le han comenzado a solicitar para saber si su proyecto va tal cual lo planteó hace más de 6 años.

Como ha pasado el tiempo.

Como ha cambiado su vida.

¿Cuánto más es que dura la alegría? Probablemente su madre le diría que «dura lo que tú quieres que dure».

Como el dolor.

O las ilusiones.

Saludar al personal del hogar es costumbre. Pasar directo a la oficina de la inspectora general Jo Chaewon también. A menos que se tope con Taehyung por los pasillos o jugando con Junkyo en el patio, pues ahí se pierde mirándolos o recibiendo al niño en sus brazos.

—Buenas tardes, director —dice Chaewon con ambas cejas alzadas cuando él abre la puerta sin siquiera llamar antes—. Justo me preparaba para ir a su despacho.

—Eso es nuevo. —Hoseok se acomoda en el asiento frente a ella—. ¿Hay algún problema?

—No, nada de eso. —Ella muerde su labio inferior, ocultando su sonrisa por un momento—. Es un asunto personal.

—¿Sobre qué exactamente?

—Sobre ti, Seokkie. —Chaewon pierde la mirada en la pantalla de su computador y teclea un par de segundos antes de volver a mirarlo, intercalando sus ojos con la impresora.

—¿Qué pasa? Me estás poniendo nervioso.

—Tranquilo —pide ella, moviendo el pie un poco impaciente con la mirada puesta del todo en el aparato—. Son... buenas noticias

Saca el papel recién impreso y, aún tibio, se lo extiende a Hoseok. Él lo toma receloso y lo sacude un poco para que se enfríe del todo antes de leer. Lo hace un par de veces, la hoja apenas tiene tres palabras y él no entiende del todo, a pesar de que al mismo tiempo lo sabe. Chaewon sonríe con amplitud y asiente cuando él busca una respuesta en un tembloroso silencio.

Felicidades, es tuyo.

—¿Mío? —cuestiona en voz baja.

—Tuyo, Seokkie —afirma Chaewon—. Kim Taehyung está a dos pasos de ser Jung Taehyung.

La sonrisa se abre paso en su rostro sin poder ocultarse, y no pretende hacerlo. Se levanta de la silla para abrazar a Chaewon con fuerza, ella sólo lo recibe y le acaricia la espalda, susurrándole que por fin lo ha logrado.

—¿Cómo es que...? —indaga a medias.

—Será nuestro secreto, Seokkie. No lo arruines.

—Dios. —Vuelve a aferrarse a ella—. Gracias, gracias, gracias.

—Sé que Taehyung estará en buenas manos. Confío en ti.

—Gracias —murmura otra vez, y es todo lo que puede repetir durante un largo rato.

—Te llamará una asistente social durante esta semana. Ya sabes que debe asegurarse de un par de cosas antes de hacer la tramitación final de la adopción. Y asegurarse, otra vez, que al niño no va a faltarle nada y todo eso. Ya sabes como son las asistentes sociales.

Hoseok ríe.

—A mi hijo jamás va a faltarle nada. Lo prometo.

—Tendrá dos padres maravillosos —afirma Chaewon—, pero eso también es un secreto, nuestro y de la asistente social. —Le guiña.









La noticia. No sabe qué hacer con ella. No puede dejar de caminar por los alrededores de su despacho con una sonrisa de felicidad y nerviosismo.

Como no quiere interrumpir a Yoongi en su trabajo, ni decirle a nadie más primero que a él, opta por guardárselo hasta su llegada. Se retira tiempo antes del trabajo para pasar al supermercado a comprar un vino especial para celebrar, cantando en voz alta durante el trayecto. Se le presiona el estómago por la anticipación, algo que sólo es capaz de soportar tomando profundos respiros.

Y todo es luces que se encienden para dar paso a la noche poco a poco. Él se desvía de camino para llegar a su primer destino antes de casa. Una curva para cual Yoongi siempre le dice «cuidado aquí». Su corazón late tan fuerte pensando en Yoongi y lo que dirá al respecto, que ignora la bocina del vehículo a su costado derecho. Y también el que resuena a su costado izquierdo.

«Cuidado aquí, cariño», repite Yoongi en su cabeza. Un poco tarde cuando Hoseok nota el estruendo.

 Un poco tarde cuando Hoseok nota el estruendo

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Dulces de humo ✎ yoonseok.Where stories live. Discover now