062. Un adiós indeseado.

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—Hoseok —alega Yoongi, pero Hoseok ya se encuentra de camino a la cocina.

Mientras pone agua fría con hielos en un recipiente y busca alguna toalla o paño pequeño en los cajones, en la cocina aparece la señora Park y lo mira con curiosidad, pero a la vez sabiendo lo que sucede.

—Buenos días, Hoseok.

—Buenos días —saluda con una pequeña sonrisa—. Yoongi ha despertado algo enfermo. Lamento estar metiendo mano en su cocina.

—Estás en tu casa, Hoseok, no te preocupes. —Con una mueca de disgusto añade—: ¿No se ha tratado ese dolor de cabeza todavía?

Se siente tonto por querer preguntar cómo lo sabe. ¿Cómo no lo sabría? Es su madre.

—La última vez que lo hablamos me dijo que estaba esperando la hora en el servicio público.

—Ah, ese hombre terco. —La señora Park niega con su cabeza—. No quiso recibirme dinero para el médico.

—A mí tampoco. —Hoseok abulta los labios.

—Me preocupa. Le he dicho un millón de veces que no es normal, mucho menos si le sube la temperatura en ocasiones. Con los antecedentes que tenemos en la familia, no se puede jugar con estas cosas, pero no entiende. Es imposible. Se le olvida cómo han muerto su abuela y su tía. Es un tonto terco.

—Lo es. —Hoseok mantiene la mirada atenta a los movimientos de la señora Park, aguantando las ganas de indagar más sobre el asunto y centrándose en continuar la conversación sólo acerca de Yoongi—. Ya no sé de qué manera pedirle que vaya al médico. La última vez nos peleamos por esto.

—No me sorprende de Yoongi. —La mujer niega con su cabeza, encendiendo el fuego en la cocina para calentar agua—. Hazme un favor, ¿sí? —Hoseok asiente—. Llévalo al médico, aun si tienes que arrastrarlo. Que haga berrinche y todo lo que quiera, pero llévalo cuanto antes. Y le dices que si no va, lo llevaré yo tomado de la oreja.

Aunque es una situación que requiere seriedad, Hoseok ríe bajito con las últimas palabras de la señora Park.

—Haré lo que esté en mis manos. —Finalmente Hoseok coloca la toalla sobre su hombro y toma el recipiente entre sus manos—. Iré a intentar bajarle la fiebre.

—Pon la toalla en su estómago, no en su cabeza.

Tras un asentimiento, se dirige hacia la habitación otra vez, encontrando a Yoongi hecho un ovillo bajo las sábanas.

—Yoongi —llama suavemente, moviendo un poco su hombro—. Ya llegué.

—Pude morir aquí y tú no estabas.

—No seas mañoso. —Coloca el recipiente sobre la mesita de noche y sumerge la toalla—. Ahora ponte boca arriba. Necesitamos bajar la fiebre para que puedas tomarte la pastilla.

—No me hará daño tomar la pastilla con fiebre.

—Hay una posibilidad y no estoy dispuesto a correr el riesgo. Ahora ponte boca arriba —ordena al final.

De mala gana Yoongi obedece, tiene los ojos cerrados aún, pero cuando Hoseok le quita las sábanas para bajarlas hasta sus caderas y luego levanta su camiseta, los abre de par en par.

—¿Qué haces?

—Silencio, mi amor.

Hoseok mantiene su expresión seria, mientras escurre la toalla tan fría que hasta le duelen los dedos y luego la coloca de una sola vez sobre el vientre de Yoongi, quien se queja y estremece ante la dura mezcla de temperatura.

Dulces de humo ✎ yoonseok.Where stories live. Discover now