LXVIII - Los monstruos no viven bajo tu cama

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Pasamos horas buscando en el grimorio secreto el significado de todo lo que aparecía en él, pues lo que más costó fue descifrar qué parte eran cánticos y que parte eran instrucciones del ritual. Con terror, descubrí que tendría que hacer en total tres rituales para conseguir nuestro propósito: el ritual para cerrar el portal, el ritual para abrir el portal para cualquier persona y, para que todo ello funcionara, el ritual para debilitar (y en el mejor de los casos, silenciar) la magia negra que estaba haciendo la bruja de Rye al otro lado.

Por si el temor de tener que hacer tres rituales ancestrales sola no fuese suficiente, en todos se advertía de la necesidad de una magia poderosa para que funcionase y el peligro de que la druida saliera dañada si no conseguía controlar el flujo de magia más potente de lo habitual, pues tendría que ser canalizadora de la magia de los elementos, ayudándose de los potenciadores.

Las instrucciones para los rituales eran más o menos las mismas, pues se basaban en usar los potenciadores de la manera más eficiente posible: fuego, hogueras, dispuestas de forma que se crease un círculo (símbolo mágico y energético de todas las culturas); tendría que hacerse una noche de luna llena, para que su luz bañase a la druida y al círculo; contacto con la tierra, por lo que tendría que hacer el ritual descalza. Las hogueras deberían apagarse con agua con unas plantas y flores aromáticas que haya estado en contacto con la luz de la luna durante el ritual. Por último, la danza, que canalizará la energía en el cuerpo de la druida y además el movimiento será el elemento aire.

Las instrucciones las tenía claras, pero el problema eran... los cánticos: esos galimatías en una mezcla de latín y gàidhlig que debía aprenderme de memoria perfectamente y con la correcta pronunciación.

Lo único que me faltaba era equivocarme en algo e invocar a algún demonio. Además, siendo sincera, yo podría ser la persona que perfectamente se equivocase y confundiese Abracadabra con Avada Kedavra.

Así que intento usar lo poco que sé y lo poco que recuerdo de mis clases de Gàidhlig del instituto, y cómo creo que será el latín sin haberlo dado nunca y comienzo a recitar en alto con los dedos cruzados como si eso me ofreciera alguna protección.

Cuando termino la primera frase, Jamie se asoma por la puerta con el ceño fruncido.


-Dios santo, sí que tenemos trabajo aquí. Acabas de decir algo parecido a "Quiero plantar cinco cabras"

-Te estás quedando conmigo.

-Ojalá.- Hace una mueca de preocupación y yo quiero ponerme a llorar. Si ya íbamos a contrarreloj...


Por suerte, Jamie habla con fluidez ambos idiomas, así que me repite la pronunciación correcta de cada uno de los tres cánticos. (Incómodo al principio porque el paganismo ha sido perseguido por su religión desde los inicios).

Tras varios intentos en los que él me corta los errores y ambos estamos perdiendo la paciencia, le pido que me vuelva a repetir y decido hacer una transcripción "fonética" al inglés para intentar decirlo bien.

Jamie es un profesor exigente, sin duda sigue cómo le enseñó su maestro a él en el siglo XVIII, pero agradezco que no use el método de estacazo de la regla en la palma de la mano u otras cosas, porque acabaríamos en la página de sucesos.

Reconozco que está siendo paciente porque me escucha repetir una y otra vez y me corrige cada mínimo error, por mi bien y por el de todos, pero aun así estas horas son extenuantes y la paciencia de ambos está rozando el límite. Cuando me vuelve a cortar con un NO, REPITE seco, estoy a punto de tirarle de los pelos.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Where stories live. Discover now