LXV- Mitos y leyendas

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Lo que le dije a Jamie anoche era cierto: tenía un plan. La bombilla se me había encendido y se me había ocurrido alguien a quién preguntarle sobre la veracidad de las atrocidades que estaba cometiendo Rye.

Mi primer instinto habría sido preguntarle a mi seanmhair, la persona más sabia que conozco, y más en estos asuntos. Pero, de nuevo, su pérdida me azotó como una bofetada.

La ouija fue una posibilidad que pasó por mi cabeza, pero visto lo visto, no me extrañaría invocar a algún espíritu maligno y joder ya todo de golpe.


Así que mi segunda opción fue la señora McNabb, la sucesora de mi seanmhair en la posición de druida mayor en el aquelarre de Inverness.

La sorpresa al abrir su puerta fue mayúscula, al igual que mi bochorno, porque me sentía como el hijo pródigo que había vuelto a casa arrepentido.


-Pero... ¿Enya? ¡Enya! ¡Eres tú de verdad!- A pesar del asombro, su abrazo fue maternal y cálido como lo recordaba.- ¿Qué haces ahí parada? Pasa, muchacha, tómate un té conmigo.


El entrar en el pequeño cottage, con el aroma de las plantas aromáticas y el incienso penetrándome en las fosas nasales, apuñaló mi corazón y me hizo recordar por qué había huido de todo esto: el dolor y la pérdida eran demasiado intensos.

Aún así, tomé una dolorosa bocanada de aire y recogí mis miserias: ya había lamido lo suficiente mis heridas, había sido un duelo tras otro en mi vida, pero ya era demasiado largo. Ahora no podía flaquear.


-¿Qué tal Siobhan?- Pregunto por su hija cortésmente.

-Estudiando en Edimburgo, biología. Aunque vuelve para todas las celebraciones.- Contesta orgullosa, sonrío con cortesía, sin saber si me había lanzado o no una pulla, dado que con las celebraciones no se refería únicamente a la Navidad.


Aunque la ternura con la que me aprieta la mano cuando pone un té con scones delante de mí me hace darme cuenta de que toda la animadversión es producto de mi inseguridad.


-Madre mía, estás hecha ya toda una mujer. Hace años que no...

-Ocho.- Contesto con un hilo de voz.- Desde el funeral.- Su mirada me hace querer sacudirme la pena de encima.

-Eilidh...- Suspira con añoranza, nombrando a su antecesora.- Todas la extrañamos. Si tan sólo fuera la mitad de buena que ella como druida mayor...- Aprieto su mano en un gesto afectuoso.

-Estoy segura de que está orgullosa de ti. Mantienes el aquelarre vivo y unido, y ya es mucho en los tiempos que corren.- Sonríe en agredicimiento.

-Sabes que ella creía que tú serías una gran sucesora, todas lo creíamos. A pesar de tu ferviente ateísmo en todo lo que no fuera científicamente demostrable.- Las mejillas se me pusieron al rojo vivo, al darme cuenta de lo soberbia que había sido, y cómo las leyendas me habían dado una lección en las narices.

-Ya... aún hace poco que he empezado a ver la luz.- Admito avergonzada.

-¿Por qué no volviste nunca? Ni siquiera hiciste la ceremonia de inicio...

-Sin ella no tenía sentido para mí.

-Te alejaste, querríamos haberte ayudado después de su partida. Alquilaste al cottage a unos desconocidos, te fuiste casi sin dejar rastro al centro de la ciudad.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Where stories live. Discover now