LII - Jamie y los bebés

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-¡Oh, dios, Enya, gracias de nuevo!- Jadea Ebony ansiosa como saludo entrando como un terromoto en mi casa.- Me quedan tantas cosas por hacer para la boda... Gracias por quedarte con Layla y Theresa.

-Sabes que siempre estoy encantada de pasar rato con ellas.- Me agacho al nivel de la sobrina mayor de Ebony para saludarla con una sonrisa y recibir un abrazo.- Hola, Layla. ¿Te apetece que veamos una peli mientras comemos palomitas? Después podemos jugar a un juego mientras pruebas los muffins de chocolate que preparé.

-¡Sí!- Exclama ilusionada.

-Corre a elegir una mientras hablo un momento con tu tía. - La sigo con la mirada sonriendo mientras corretea hacia el salón.

-¿Tú como lo llevas?- Continúa Ebony, intentando buscar consuelo en que yo esté tan mal como ella.

-Voy en plazo.- Ella bufa.

-Cómo no...- Le sonrío burlona.

-Te empeñaste tú en asignarte tareas y tareas aunque te dijeron que lo tenían todo controlado... eres la única culpable de tu afán de protagonismo.

-Sí, sí, ya, lo que sea. Jodida pedante.- Menos mal que ya estoy acostumbrada a sus palabras de cariño.- Aunque también eres mi salvadora. Así que la balanza queda a cero. Me ha dicho mi hermana que Theresa ha comido hace media hora, así que debería dormir mínimo tres horas. Aquí en la bolsa tienes los envases con su leche y pañales y todo lo que necesita un bebé. Y...- Enumera como una ametralladora mientras me pasa a la bebé como una patata caliente.

-Vale, Ebony, sé la misma teoría de cuidado de bebés que tú de la carrera, así que podré apañármelas. ¿Cómo lleva Louise la vuelta al trabajo?

-Mejor que con Layla respecto a la lactancia y sueño, pero peor respecto al sentimiento de echarlas de menos. Por suerte nos vamos cuadrando todos los horarios para no tener que dejarlas con extraños.

-Igual deberías bajarte un poco del carro teniendo en cuenta que me las traes para que me ocupe en cuanto puedes.- Le recuerdo punzante.

-Si estás encantada y lo sabes. Yo soy la tía guay que las llevará a los sitios guais cuando crezcan y no dependan de mí para sus funciones vitales. Tú eres la medio tía genial que las cuida cuando su tía Ebony es un desastre.- Pongo los ojos en blanco mientras sonrío. Qué morro tiene, pero todos la queremos.


Se despide de todas "sus chicas" (cito literal) con efusividad y prisa desde la puerta. No creo que haya llegado a la calle cuando me llega un whatsapp de su hermana:


Gracias por quedarte con las niñas. Nunca las dejaría con Ebony si no supiera que va a llevártelas a tí. *emoji guiño* *emoji risa* Llámame si necesitas algo.


Cuando estoy preparándole la merienda a Layla, mientras ella monta el juego de mesa, llega Jamie del trabajo. Atraído por el olor de la repostería, viene directo a la cocina.


-Hola, amor. Tenemos visita.- Le grito en cuanto escucho abrir la puerta para que no diga o haga ninguna de las cosas para mayores de 18 con las que suele saludarme. Se para un momento al entrar en la estancia al ver de repente a dos mini personitas sin ninguno de los padres.

-¿Tú quien eres?- Rompe el hielo Layla con rapidez, con el desparpajo que caracteriza a los niños pequeños. Jamie y yo nos miramos y sonreímos. Él carraspea mientras le hace una pequeña reverencia teatral. Como él bien supuso, ella abre los ojos con emoción.

-Mi nombre es Jamie. ¿Puedo saber el suyo?

-Soy Layla y tengo 4 años.- Responde emocionada con el pecho henchido, mostrándole 5 dedos. Él ríe con dulzura y se agacha frente a ella mostrándole cómo se cuentan 4 dedos.- ¿Eres el novio de Enya?- Mi marido de mira de reojo y me sonríe antes de asentir.- ¿Y os dáis besitos en la boca como mis papás?- Me está costando mucho aguantarme la risa. El aludido me mira de reojo y me hace un guiño.

-Es posible... ¿Te refieres a esto?- Y me da un casto beso en los labios.

-Yo también tengo novio. Se llama Chris. Pero escapa si le intento dar un beso.- Hace un mohín. Yo río por las palabras de la niña y por la cara de sorpresa de Jamie, que alza las cejas sin saber qué decir.

-Bueno, podéis jugar juntos o cogeros de la mano. Nadie debe dar un beso a nadie que no lo quiera.- Le digo.- ¿Merendamos?

-¡Sí! Jamie, ¿juegas con nosotras?- Él responde un Claro y aprovechamos a merendar mientras mezo el cochecito de Theresa, que todavía duerme.


La mirada del highlander pasa del cochecito a mí varias veces, con sus iris platinos inescrutables. Le pregunto con la mirada si todo va bien, pues parece triste de repente, pero sólo me sonríe melancólico en respuesta.

Jugamos un par de partidas antes de dejarlos a ambos jugando una mientras le doy el biberón a Theresa. La calidez inunda mi pecho viendo la escena en conjunto, pero la aflicción llega cuando me doy cuenta de que estaba imaginándome esta misma escena en el futuro, con los hijos de ambos. Tal vez sí entiendo la razón de la mirada de Jamie antes.

La sobrina mayor de Ebony también pasa la mirada entre uno y otro. Pero cuando no podemos aguantar las carcajadas es cuando mira a Jamie un buen rato y luego me mira a mí subiendo y bajando las cejas, con la misma expresividad que si lo emitiera con palabras. (*)

Damos por terminado el juego cuando de la boca de Layla salen más bostezos que palabras, así que le pido a Jamie que coja en brazos a Theresa mientras llevo a Layla a acostarse en mi cama hasta que llegue Ebony.

La luz cálida de la lámpara se cuela desde el salón, y escucho a Jamie susurrar en gaélico, sin entender lo que dice. Me asomo en silencio, apoyada en la pared desde la entrada, viendo como Jamie, semiacostado en el sofá, está con la bebé en brazos, acariciando sus puñitos y susurrándole en su idioma natal, como una nana.

Theresa lo mira fijamente, entre pestañeo y pestañeo adormilado, sin duda absorbida por la magia Fraser. Mi corazón se hincha para luego encogerse, lágrimas traicioneras que pican mis ojos.

¿Podría estar sintiendo acaso también mis ovarios y mi útero gritar y luchar ante esta escena? No lo dudaba.

Con suave y grave cadencia, hablaba con la pequeña de piel y ricitos caoba. Imaginaba que le contaba cosas que no se sentía a gusto compartiendo, expresándole sus dudas más profundas, hablándole con la franqueza a la que solo le puedes hablar a un bebé, abriendo tu corazón sin medir las palabras y sin esperar nada a cambio.

Inconscientemente, llevo mi mano pensativa a mi vientre vacío, imaginando con pena lo que nunca podría ser. Me permito dejar volar mi imaginación por unos instantes, imaginando las posibilidades. Niño o niña... Pelirrojos seguro... Ojos grises, ojos verdes, ¿ojos heterocrómicos tal vez? ¿Tendría pecas como constelaciones?

Con un suspiro, dejo ir mi anhelo cuando mi teléfono vibra en el bolsillo, avisándome Ebony de que ya viene.

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FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora