LXII - Harvie Rye.

863 104 43
                                    

El plañido bramado que se escapa de mis labios es en parte dolor y en parte desesperación. Tan cerca... detrás de mis ojos sólo aparece la imagen de mi marido, y me encuentro rezando porque él tenga mejor suerte que yo.

Renqueante, me volteo para levantarme mientras, discretamente, guardo el puñal bajo mi ropa en un lugar accesible para usarlo de sorpresa. Con un quejido muevo mi tronco superior para mirar a mi agresor, de pie frente a mí. La sangre se me congela.

Aunque no lo había visto más que en un fotograma de baja calidad de una cámara de seguridad, reconocería esos ojos casi transparentes sin vida en cualquier parte. Harvie Rye.


Su mirada me aterrorizaba hasta el tuétano, no solo por lo que sabía que había hecho, sino porque sólo mostraba rabia, violencia y un deje de locura. Desde que tenía memoria había sido buena descifrando las miradas de la gente, y no solía equivocarme.

Cuando vio mis ojos, no tuve la suerte de que lo aterrorizaran como al otro, sino que una idea chispeó en sus ojos y su rictus se convirtió en rabia mezclada con asco.



-Una bruja...- Murmuró con voz gélida. Su tono de voz se movía entre un carámbano y hiel.- Así que eres tú la que has estado ayudando a Fraser a escapar de mí. Pensaba que con la magia negra le sacaba ventaja y resulta que estábamos empatados.- Siguió pensando en alto con aversión, mirando para mí con asco.- Y, de nuevo, sacándome una ventaja. Tu aspecto no es repugnante. Seguro ha disfrutado montándote.- Y antes de que lo viera venir, su bota impactó contra mi abdomen, robándome el aire.



Tosí y jadeé ahogada, luchando porque mi diafragma funcionase a pesar de la agresión, clavando mis uñas en la hierba. A pesar del dolor, esa bocanada de aire me supo a gloria. Con los ojos ardiendo, lo miré rabiosa.

Cuando vi su expresión altanera, lo entendí. Podría haberme pateado en la cara y haberme dejado noqueada, o desfigurada con el labio y la ceja partida. De hecho, si fuera un hombre, seguramente lo habría hecho. Una patada en la cara demuestra un desprecio absoluto por tu rival.

Pero a mí, como mujer, quiso despreciarme de una forma aún peor. Esa patada en el abdomen era un desprecio y un ataque a mi dignidad profundo, patear mi vientre, la cuna de mis hijos, lo único para, lo que se supone, sirve una mujer para ellos. Y por como me taladraba con la mirada, esperaba que, si acaso estuviera embarazada de Jamie, hacerme abortar y que no quedase de su enemigo ni su legado.


Juego la misma baza que con el anterior, pues llegados a este punto poco tengo que perder.

A pesar del escalofrío que recorre mi columna cuando fijo mis pupilas en sus iris fantasmales, lo miro fijamente, concentrando tanto mi rabia y odio en él que casi me parece sentir calor en mis cuencas. Alzo una palma mientras empiezo a soltar palabras aleatorias en gaélico como si fueran hechizos.

Por un momento, su mandíbula se contrae con fuerza, pero poco después, esboza una sonrisa satírica.



-Puedes dejar el teatro. Conozco demasiado bien a ese hijo de perra como para saber que nunca se inmiscuiría con la magia negra. Su estúpida moral es lo que lo hace débil. Y me encanta usar las debilidades.- Sisea esto último con un placer sádico que hace que el terror atenace mis costillas sobre mi corazón bombeante.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Kde žijí příběhy. Začni objevovat