LX- Enseñando a luchar.

984 100 26
                                    

-Vale, ya no puedo posponerlo más. Dados los últimos acontecimientos, está claro que debo enseñarte cómo luchar.- Suelta suspirando de repente Jamie.

-Espera... ¿qué?- Le pregunto confundida sacando la vista de mi libro.

-Los ataques no parecen cesar y no puedo aspirar a estar las veinticuatro horas pegado a tu costado para protegerte. Debo enseñarte unas nociones básicas de defensa.- Explica mientras entra en el salón con su espada desenfundada.

-¡Eh, eh, eh! ¡Guarda eso! ¡No podemos ponernos a luchar aquí!- Mira el arma frunciendo el ceño.

-Tienes razón, demasiados obstáculos. ¿Conoces algún sitio al aire libre donde podamos hacerlo?



-He hecho cursos de defensa personal.- Vuelvo a repetirle mientras nos situamos en el claro apartado. Pone los ojos en blanco.

-Necesitamos algo que funcione de verdad.- Frunzo el ceño.

-Te lo demostraré. Atácame.- Levanta las cejas sorprendido.

-No te voy a atacar, puedo hacerte daño.- Bufo.

-¡Que vengas! ¿O tienes miedo de que te haga morder el polvo?- Me burlo. Pone los ojos en blanco mientras tira la espada al suelo.


Me pongo en posición mientras se acerca a mí. Paro sus puñetazos y patadas con facilidad, lo que lo sorprende. Suelta un "¡Ay!" sorprendido cuando retuerzo su muñeca.

Decide ponérmelo más difícil e intentar cogerme por detrás. Lo tenía previsto y me solté con relativa facilidad. También probamos algunas en el suelo. Hasta ese momento, había sido todo como en el curso.


-Vale, reconozco que me has sorprendido. Aunque temo un poco cuánto de esto será efectivo en caso de una pelea real.- Admite con preocupación.- La mayoría de las veces no vendrán con las manos descubiertas, así que muéstrame cómo te librarías.


Esta vez costó más, dado que nos habían enseñado con navajas y muy poco con pistolas, pero nunca con una espada que medía casi tanto como pierna. Mis defensas no fueron tan eficaces, podía escuchar los sonidos de disgusto de Jamie cuando el final habría sido una espada clavada en mi tierna carne.


-Lo que me temía...- Fue su única valoración al final de la demostración. Mi cara ya empezaba a estar roja del esfuerzo. Me dio unos consejos para intentar esquivar los espadazos y los repetimos varias veces, hasta que casi me salían de forma inconsciente.- De todas formas, tu mejor defensa será un arma propia. Ten.- Me tendió su pequeña daga. Sentí su peso y el frío metal contra la palma de mi mano. Fruncí el ceño.

-¿Esperas que me defienda de una espada con esto?- Protesto atónita.

-La mayoría de los ataques serán abalanzándose sobre ti o intentando apresarte, es la mejor arma para ti.

-¿Para ?- Acusé.- ¿Por qué no puedo usar una espada para defenderme y tengo que esperar a tenerlos encima, eh? ¿Porque soy mujer?- Puso los ojos en blanco.

-Por esto.- Respondió con hastío, tendiéndome la espada. La cogí con un orgullo y cabreo que pronto se esfumó cuando mi brazo cayó y me tambaleé por el peso.- ¿Satisfecha?- Preguntó sarcástico.- Practicamos con la espada desde niños hasta que hacemos músculo y podemos con ella sin rompernos la muñeca.- Explica mientras me la quita de nuevo.- Más que defenderte te ataca si no eres capaz de manejarla. Ahora préstame atención, te enseñaré como atacar con el golpe de abajo a arriba.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα