L - Detente o continúa, no lo sé.

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Me desmaquillo tensa como la cuerda de un arco.

Después de lo que había pasado en la discoteca, de sus palabras y su mirada, me parecía imposible que hubiera malinterpretado las señales, pero lo cierto es que, al volver a casa, Jamie me había ignorado y se había ido a la cocina a comer algo.

¿Acaso estaba enfadado conmigo? Porque no debería, no había hecho nada malo. Tal vez tendría que explicarle por qué sus ideas no eran las correctas, aunque siempre me había sorprendido lo abierto de mente que era, mucho más que algunas personas de mi siglo. ¿Tal vez había traspasado una línea invisible? Tendríamos que sentarnos como adultos y hablar de ello.

Tengo ganas de agarrarme el abdomen ante la idea de una confrontación, pues mi primer instinto es huir y evitarla.

Sí, parecía un poco celoso, pero no había hecho saltar ninguna de mis alarmas internas como sí me había pasado en mis anteriores relaciones. Habían sido unos celos normales y autolimitados en mi impresión. Pero esa frialdad repentina después de las chispas que habían saltado... Me muerdo el pulgar intentando acallar el remolino de mis pensamientos.

No tiene sentido seguir postergándolo más, así que salgo del baño y voy a la habitación. Jamie todavía no está aquí, y escucho el grifo del baño donde seguramente se está lavando los dientes.

Suspiro, mirándome al espejo de cuerpo entero, sin saber si agradecer una pausa tensa antes de la explosión. Comienzo a quitarme las medias, sintiendo cosquilleos por el paso del tejido sobre mi piel sensibilizada durante la noche.

Jamie no tarda mucho en entrar, ya se ha deshecho de la chaqueta del traje y los zapatos, y está sólo con el pantalón y la camisa remangada en sus antebrazos y levemente desabrochada. El cosquilleo en mi piel aumenta.

Nos miramos a través del espejo, trago saliva. Sus ojos no parecen enfadados, pero sí oscuros. Estoy confundida e intrigada.


-Jamie...- Comienzo en un susurro. Pero me calla con un leve movimiento de cabeza.

-Has sido cruel, Enya. Primero ese intento de vestido... esos ojos felinos, esas piernas que no parecían acabar nunca... Y después ese baile... esos bailes...- Con cada palabra se acerca más a mí, quedando a mi espalda, mirando mi reflejo.- Sabía que eras una hechicera, pero jamás habías usado tantos hechizos de forma flagrante.- Susurra reprendiéndome. Su voz grave cae como caramelo líquido sobre mí, y juro que me cuesta mantener los músculos quietos para seguir en mi posición.

-Toda la condenada noche me estuve imaginando como vengarme. Cómo te arrancaría ese trozo de tela indecente, cómo te haría mía, como te haría gritar, cómo te haría pagar esto...- Y coge mi mano para llevarla al bulto inflamado de sus pantalones. Se me corta la respiración.

-Pero luego pensé en qué diversión tendría algo rápido, cuando mi mayor placer es provocártelo a ti.- Su voz se vuelve más melosa, resbalando por mi piel. Me suelta la mano y sus dedos recorren el sendero de mi columna desnuda. Yo ya empezaba a hiperventilar.- Pensé mucho en ello, en tu preciosa piel, como las perlas, delicada en ciertas zonas...- Y sus dedos se meten bajo mi ropa interior, comenzando a acariciarme igual que su otra mano en mi espalda. Jadeo.


No dejaba de mirarme a través del espejo, su mirada traviesa como si de un íncubo se tratase. Yo todavía vestía la prenda indecente, pero se intuía perfectamente su mano y sus movimientos bajo el vestido. Sus ojos con un tono de acero brillan cuando gruñe con satisfacción cuando nota mi humedad.


-Siempre preparada... siempre dispuesta... para mí...-Su mirada oscura se intensifica y traga saliva.- Como te decía... he pensado mucho en lo que quería hacerte cuando te tuviera a mi merced, desnuda y dispuesta...

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)Where stories live. Discover now