LVII- Hemorragia

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De repente, suelta un gruñido de dolor mientras se agarra el costado, antes de ser tirado al suelo.
No consigo ver bien a mi salvador con la contraluz de las farolas.


-¿¡Enya!? ¿¡Estás herida!?- Pregunta frenética una voz conocida. Se me saltan las lágrimas y lo abrazo.

-Dios mío, Jamie...- Agradezco entre sollozos.- ¿Cómo...? ¡Me has encontrado!- El miedo en mi tuétano no me deja hilar una frase.

-Vaya... y pensar que me decían que era un estúpido por separarme a recorrer las calles.- Masculla el inglés entre dientes, respirando con dificultad.- He encontrado el gran premio.- Jamie se vuelve hacia él con rabia, con la espada goteando su sangre.

-No cantes victoria.- Escupe con rabia mientras alza el arma.

-¡Jamie no!- Suelto parando su brazo. Ambos me miran como si me hubiera vuelto loca.- No te manches las manos de sangre, no vale la pena.

-Es un asesino. ¡Iba a matarte!

-No lo seas tú también.- Intento razonar.- Llamaré a la policía, ellos se lo llevarán y se ocuparán de él. También podrán llegar al resto.


-No sabes cómo funcionan las cosas.- Niega con la cabeza mientras intenta sacarme de encima.

-¡No voy a dejar que mates una persona y quedarme de brazos cruzados!- Forcejeo.



Él intenta quitarme de encima sin hacerme daño, cosa que le lleva más tiempo que quitarme de encima en sí. De repente, su grito de dolor me congela la sangre.

Las piernas de Jamie se tambalean mientras el arma cae, y sus manos corren a apretar su muslo. Se tiñen con alarmante rapidez de carmesí mientras un río de líquido vital fluye por su pierna.

Con terror, corro hacia el móvil para encender la linterna, agradeciendo que no se haya roto nada más que la pantalla. Rauda, quito sus manos para ver la hemorragia. Por suerte la sangre es más oscura y no fluye pulsátil, por lo que la hemorragia es venosa, pero sin duda le ha seccionado la vena femoral. El pulso en su tobillo comienza a ser débil.

Rompo mi camisa y aprieto un torquinete mientras llamo a mis compañeros. Por suerte, no tardarán en llegar.



-¿Dónde está?- Murmura Jamie con voz débil.
-Estoy aquí, amor.
-¿Dónde está el inglés?



Juro que el corazón se me para cuando me doy cuenta de que me había olvidado de él. Yo me había confiado de que estaba demasiado débil para atacar y, aún por encima, había hecho que Jamie perdiese la atención. ¿El resultado? Había atacado a mi marido, y podría habernos atacado más veces seguramente.

Miro hacia donde había caído, sólo encontrando un rastro de sangre.



-Ha huído.- Informó aliviada por un lado, y terriblemente culpable por el otro. Suelta un improperio en gaélico entre dientes, mientras deja caer la cabeza agotado sobre mi regazo. Cuento en voz baja los latidos en la carótida, como un salmo, mientras oigo a lo lejos las ruedas de la camilla sobre el pavimento.


-¿¡Joder, Enya, estás bien!?- Me preguntan mis compañeros.- Lo siento, las ambulancias están todas fuera, suerte hemos tenido de encontrar una camilla de exterior libre.


-Han sido ellos. Yo estoy bien, Jamie me ha salvado.- Susurro intentando que no me salgan los sollozos. Intento concentrarme en los datos clínicos para mantenerme cuerda.- Jamie, no dejes de hablarme.- Le ruego, mis pesadillas intentando colarse en mis muros mentales frágilmente cimentados.

FOREIGNER. // COMPLETA  (OUTLANDER)On viuen les histories. Descobreix ara