Final

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La Casa Real de Hannowoor-Loughty, Cambridge, Nueva Inglaterra

Louis estaba parado en el jardín con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. Miró a su esposa, oh, Dios, qué bien lo hacía sentir llamar a esa mujer a la que tanto amaba esposa, lo había deseado tanto, y en un punto llego a verlo como un realidad imposible, sin embargo allí estaban, amándose como merecían, sin ataduras y con libertad, ella jugaba con su pequeña hija.

Ver a Daphne con dos anillos en su dedo anular, el de matrimonio y el de compromiso, y con una bella corona sobre la cabeza lo hacía sentir una felicidad tan grande que quien no haya vivido el amor verdadero no se podría imaginar.

La pequeña Fleur jugaba con su brillante corona. Las facciones de la pequeña eran muy delicadas, bastante similares a las de Daphne, pero su cabello, ojos y piel eran de los mismos tonos de los de Louis.

Fleur tenía grandes ojos azules, la piel blanca con las mejillas rosadas, y el cabello largo de color rubio oscuro, y era para muchos la niña mas hermosa de Nueva Inglaterra.

Daphne le sonría a su hija con ternura, Fleur reía de manera dulce. El aún joven Rey se quedó observando unos instantes a esas dos hermosas mujeres que tan feliz lo hacía. Se sentía completo, hacían ya tres años desde que su hija había nacido, y no recordaba ningún día malo desde entonces.

Louis se acercó a ellas con los brazos abiertos para recibir a su pequeña Fleur que al verlo corrió a su encuentro, él la atrapó en sus brazos y la elevó haciéndola reír.

—¿Cómo está mi bella Princesa? —le preguntó sonriente. Ella murmuró un "bien" —. ¡Me alegro de oírlo! ¿Y cómo está mi bella Reina? —le preguntó esta vez a Daphne, quien se había levantado del césped donde anteriormente estaba sentada para acercarse a su esposo.

—Espléndidamente bien —le respondió sonriente.

Daphne se veía hermosa, a Louis le seguía pareciendo la mujer más bella que alguna vez había visto, su sonrisa le resultaba perfecta y con tan solo verla podía saber que ella era feliz, lo cual lo volvía feliz a él.

El Rey le sonrió, afirmó a Fleur con firmeza con un brazo, y con su otra manos busco la de Daphne para hacerla girar en su lugar, ella, risueña, se dejó llevar por su esposo, haciendo que su vestido jugará con el viento. Cuando quedaron frente a frente otra vez, Louis le plantó un dulce beso en los labios, y Fleur hizo una mueca de asco haciendo que sus padres rieran ante eso.

Fleur le pido a su padre que la bajara, y este le hizo caso, ella continuó jugando con Sami, el viejo perro de Daphne. El joven tomó a su esposa entre sus brazos y comenzaron a bailar sin música. Eran simplemente una familia feliz.

—Estoy tan feliz a tu lado —le susurró Daphne a Louis mientras se veían a los ojos.

—Tú me haces feliz —le respondió —. ¡Soy el más afortunado de los hombres por tenerte a mi lado!

—Yo soy la afortunada, Principito —repuso ella —. Tú y Fleur me hacen completamente, increíblemente, perfectamente feliz.

—Te amo, Daphne, nunca lo olvides. Te amo. Te amo. Te amo —dijo y le llenó el rostro de besos, y luego la tomó de la cintura para hacerla girar en el aire.

—Oye, no —rio —. No hagas eso... ¡Le hará mal a Hugo!

Louis la bajó de inmediato, sin sacar sus manos de la cintura de la chica, y la miró con los ojos muy abiertos y ella seguía sonriendo.

—¿Estás embarazada? —le pregunto incrédulo —. Daphne, amor, ¡respóndeme!

Ella asintió con la cabeza riendo.

—¡Estás embarazada! —exclamó sin creerlo, pero con emoción —. ¡Vamos a tener otro hijo! —ella asintió nuevamente —. ¡El pequeño Hugo viene en camino!

Quizás como toda buena historia donde hay príncipes guapos, valientes princesas, misterios oscuros, villanos desquiciados, castillos antiguos y una importante corona, debería terminar con un Y vivieron felices para siempre, pero... No, esta vez no hay peros.

Daphne y Louis vivieron felices para siempre.

FIN

El peso de la corona [✔️]Where stories live. Discover now