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La Casa Real de Hannowoor-Dankwroth, Cambridge, Nueva Inglaterra

La noticia que había sido comunica hasta en último rincón del mundo, los noticieros transmitían en señal en vivo, nadie en el país hablaba de otra cosa que no fuese la muerte del Rey Charles, un fenómeno internacional.

¿Quién pudo haber hecho algo tan cruel? ¡Pobre de sus hijos! ¡Dios lo guarde en su santo reino! Esos eran los comentarios que más se escuchaban en las calles de Nueva Inglaterra, y de todos los países se consolidaban Naciones Unidas, la gente estaba muy conmocionada por la muerte tan inesperada.

El parlamento se movió de inmediato, los lores y los ministros trabajaban sin parar, había muchas cosas que hacer, tanto que cubrir, demasiado que hacer. Nadie pensaba en que el Rey moriría ese día, no estaba enfermo y no había recibido amenazas.

Las banderas en los palacios ya habían sido bajadas, y el mundo pareció guardar silencio. Todos los habitantes del reino parecían decaídos, muchos estaban llorando por la trágica noticia, aún cuando no más de dos conocieron al Rey en persona.

Mientras tanto en el ducado de Cambridge ya todos vestían de negro, de luto por su Rey. Louis y Charlotte aún no salían de sus habitaciones, aún estaban procesando todo lo que estaba sucediendo, aún lo estaban digiriendo. Louis ya lo había asimilado, y vagando entre sus recuerdos de la infancia lloraba en silencio, mientras que su hermana menor se negaba tajantemente a creerlo, pero aun así, con su negativa, lloraba mares en su cuarto.

Cuando se vieron obligados a salir porque ya había pasado demasiado tiempo, lo hicieron cabizbajos y sin decir absolutamente nada, ni una sola palabra. Charlotte estaba pálida, pero sus labios estaban muy rosados e hinchados, señal de que se los había estado mordiendo, los ojos rojos con mirada perdida, y parecía que se le habían salido ojeras de la nada.

Louis en cambio seguía igual que siempre, había que mirarlo muy bien para saber que estaba totalmente roto. El chico sintió que su corazón se apretaba al ver el estado de su hermana cuando se la topo afuera de su habitación, ya no sonría como siempre, no brillaba como siempre, y estaba vestida de negro, y vaya que Charlotte odiaba vestirse de negro.

Se miraron un segundo antes de empezar a caminar en dirección al salón principal donde los estaban esperando gran parte de su familia y gente del parlamento.

Ninguno de los dos comprendía cómo era posible que los hicieran seguir cumpliendo las normas tan estrictamente cuando hacía cosa de unas horas que su padre había muerto, parecía que nadie lo sentía realmente.

Caminaron en silencio por los pasillos y salones. Al llegar los guardias les abrieron la puerta, todos en la habitación se levantaron al verlos entrar, y tras un segundo todos reverenciaban a Louis, a su nuevo Rey.

Louis soltó un suspiro silencioso, no había pensado en aquello, sólo los miró a todos sin expresión alguna, con cansancio. Era su responsabilidad y debía asumirla sin importar las circunstancias, eso siempre le habían dicho, pero no pensó que tendría que ejercerlo tan pronto. Charlotte en cambio se asombró, tampoco había caído en cuenta de eso, su hermano ahora era el Rey. Entreabrió los labios y con los ojos muy abiertos los miró a todos y luego regresó la vista a su hermano, quien evitó su mirada para buscar la de su madre. Katherine camino hacia él apenas vio que la llamaba con los ojos, lo tomó de la mano y le dio una mirada de apoyo.

—No estarás solo —le susurro, después tomó la mano de su hija quien se los había quedado viendo.

Los tres se sentaron en el sofá, el resto de los miembros de la Familia Real tomaron asiento igualmente mientras que los hombres del parlamento se mantuvieron de pie por protocolo.

El peso de la corona [✔️]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant