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Luego de un par de semanas Charlotte y Katherine finalmente fueron dadas de alta y regresaron a Cambridge, aún debían guardar reposo, pero su salud estaba mucho mejor, lo cual puso de buen humor a Louis. Su madre había recuperado las fuerzas, y su cuerpo volvía de apoco a tener los nutrientes que necesitaba. Su hermana, por otro lado, había vuelto a su calma habitual, pero seguía sin desistir de que era la marquesa de Bristol la mujer a quien había visto en los calabozos.

Las dos mujeres estaban encantadas con la presencia de Daphne en la Casa Real de Hannowoor-Dankworth. A penas de los acontecimientos vividos durante los últimos días, había momentos en que se disfrutaba un ambiente agradable.

Athenea y Louis estaban preparando todo los documentos con pruebas contra el Rey Arthur. Habían decidido dar a conocer todos y cada uno de los miserables secretos que escondía el anciano, aún si así todo el mundo se volvería en su contra, haciéndole perder el respeto y la autoridad. Pero querían esperar un poco más para poder encontrar algo que negara o afirmaba lo que Charlotte y Lady Katherine decían sobre la marquesa.

El Rey Arthur se quedaba sin opciones. No sabía qué hacer para detener a sus nietos. Louis tenía a Daphne protegida del mundo, al igual que Katherine y Charlotte, así que no podía usarlas en su contra. ¿Qué podía hacer?

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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
12 de noviembre, 2019

—¿Un baile de máscaras? ¿Es enserio? —cuestionó Orión algo asombrado —. ¿Con cómo está todo ahora?

—Pues sí —respondió Miss Evans quien en su momento también se sorprendió con la noticia —. El Príncipe William está de cumpleaños y pidió el permiso de todos los miembros de la Familia Real para realizar el baile, creyó que sería una buena idea despejar sus mentes un rato, y el Rey Louis estuvo de acuerdo. Será a principios de Septiembre.

—No creo que sea prudente hacer un baile en estos tiempos —comentó Harry —. La opinión pública está ansiosa por tener una explicación a los sucesos que pasaron en la boda. Ver que la Familia Real hace un baile como si nada podría molestarlos.

—Debo admitir que también lo creo, Harry —dijo Miss Evans —, pero escuché que el Príncipe William realmente tenía muchas ganas de celebrar su cumpleaños, y el Rey Arthur mostró bastante interés en la fiesta. Me parece que quiere restaurar la relación con sus nietos, supongo que usará este evento para tener un momento tranquilo para hablar con ellos.

Después de tantos meses, los chicos finalmente pudieron lograr que Miss Evans se cruzara al lado oscuro de los chismes, y como ella tenía mayor acceso a la información, saber las últimas novedades era mucho más fácil.

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La Casa Real de Hannowoor-Dankworth, Cambridge, Nueva Inglaterra
14 de Noviembre, 2019

—Louis, hijo mío —le dijo Lady Katherine una tarde a su hijo —, que buena elección has hecho con Daphne. Ella es una muchacha muy dulce, y lo más importante, se nota que te ama como nadie.

—Tienes razón, mamá, Daphne es una gran chica, pero me temo que no fue elección mi enamorarme de ella —respondió —, aun así fue lo mejor que me ha pasado.

—Me alegra que tengas un poco de felicidad en tiempos como estos —le comentó—. He visto los periódicos. La gente está furiosa. Quieren respuestas. La opiniones están muy divididas.

Louis suspiró y miró a otro lado.

—Lo sé. Pero quiero hacer las cosas bien —le contestó —. Con Athenea tenemos un plan, no obstante nos faltan algunas piezas para que todo salga bien. Quiero que el asunto se cierre de una vez y que no genere más problemas, así podré estar tranquilo.

Katherine le dio una sonrisa aprensiva. Le resultaba triste como madre que su hijo pasara por tantas cosas a una edad tan corta.

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La Casa Real de Hannowoor-Dankworth, Cambridge, Nueva Inglaterra
16 de noviembre, 2019

—¿Recuerdas este salón? —le preguntó Louis a Daphne mientras paseaban por el castillo tomados de la mano.

—¿Cómo no voy a recordarlo? —repuso ella con una sonrisa —. Aquí fue la primera vez que nos vimos, cuando yo aún estudiaba en el instituto Charles William. Fue justo allí.

Daphne le señaló el lugar y caminaron hasta allí, se pararon en el mismo sitio que ese día. Todo seguía exactamente igual como aquel 2 de febrero, los mismos cuadros en el mismo lugar. Aunque ahora ellos no eran los mismos que en aquel entonces, habían pasado muchas cosas desde que se conocieron.

Louis le hizo una señal a los guardias y estos salieron de la habitación cerrando las puertas tras ellos.

—¿Sabes qué fue lo primero que pensé cuando te vi? —le preguntó el muchacho entrelazando sus dedos con los de la castaña.

—No lo sé —contestó —. Tal vez que era una despista por no darme cuenta que estaba hablado con el mismísimo Príncipe heredero de Nueva Inglaterra.

El chico soltó una risita.

—Si, eso lo pensé —admitió —. No obstante, también pensé que eras la mujer más hermosa que alguna vez hubiera visto, que traías las estrellas pintadas en tus pecas y que tus ojos eran las piedras más preciosas que existieran en el mundo. No sabía si alguna vez volvería a verte... Pero aquí estamos.

Daphne le sonrió con ternura.

—Yo pensé que eras muy guapo, pero quería salir corriendo, estaba temblando de los nervios —le comentó ella —. Nunca en la vida creí que alguna vez fuera a hablar con un príncipe.. Pero aquí estamos —agregó, robándole las palabras.

—Sí, aquí estamos. Juntos. Y sé que quiero que sea así para siempre. Quiero ver tus hermosos ojos mirándome cada mañana al despertar, sentir tus delicadas manos tocando mi cabello cada día, probar tus dulces labios qué noche, y pasar a tu lado cada día. Quiero que tengamos hijos que se llamen Fleur y Hugo, para que tengamos nuestra propia familia, y hagamos que esos pequeños sean los niños más felices en el mundo. Quiero tomarte de la mano y salir a la calle y besarte para que toda Nueva Inglaterra vea que eres tú a quien amo, que tu rostro esté en la portada de cada revista, mostrando a la Reina del país. Daphne... Yo sé que tú eres el amor de mi vida y la mujer con quien quiero estar eternamente.

Louis sacó una caja de terciopelo rojo del bolsillo de su chaqueta y se arrodilló ante ella, mostrándole un anillo... Si, ese anillo; el que tenía un gran zafiro de color azul, rodeado de pequeños diamantes y hecho de oro blanco.

La muchacha pensó que se iba a desmayar. Sonrió con nerviosismo mientras su pecho subía y bajaba.

—Mi amada chica Van Gogh, hazme el hombre más feliz del mundo y concédeme el honor de casarme contigo.

Ella no era capaz de decir nada, solo sonreía... sonreía de una manera en que no lo había hecho nunca antes. Unas pequeñas lágrimas se escaparon de sus ojos, mientras se llevaba las manos a la boca. Asintió con la cabeza con frenesí.

—¿Sí?

—¡Por supuesto que sí! —exclamó ella y se lanzó a los brazos de Louis para abrazarlo.

Ambos cayeron sobre la alfombra soltando una pequeña risa. No le cabía la felicidad en el cuerpo. Daphne lo beso sin dejar de sonreír ni un instante.

Tanto tiempo habían pasado soñando con ese momento, viéndolo como una realidad casi imposible, y finalmente se había hecho realidad.

Louis le puso el anillo en el dedo anular de la mano izquierda una vez se pusieron de pie, ella lo contempló sin creerlo.

—¿Te gusta? —le pregunto.

—¡Me encanta! ¡Es bellísimo!

Daphne lo abrazó con fuerza, él le devolvió el gesto, y elevando un poco su cuerpo la hizo girar mientras ella soltaba un dulce risa.

—Soy la persona más feliz del mundo en estos momentos —le dijo Daphne a Louis mirándolo a los ojos.

—Te equivocas, futura esposa, yo soy la persona más feliz del mundo en estos momentos.

El peso de la corona [✔️]Where stories live. Discover now