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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
1 de Octubre, 2018

—¿Cuántas personas ven la programación de los canales nacionales cuando son avisos reales? —preguntó Theodore un tarde mientras estaban en la sala de estar sin hacer nada productivo.

Miss Evans les había informado que el 8 de octubre, dentro de una semana, serían  presentados en Televisión Nacional. Los nervios comenzaron a hacerse presentes a solo unos días del evento.

—No lo sé —respondió Hugo torciendo la boca en gesto pensativo —. Unos 10 millones de personas tal vez. No estoy muy seguro.

—¡¿10 millones de personas?! —saltó alarmado Vincent —. ¿10 millones de personas van a vernos en vivo?

—Y más, después transmitirán la noticia a otros países —agregó Adhara con una sonrisa de satisfacción, amaba la idea de su rostro siendo mostrado en todo el mundo —. ¿No es fantástico?

—Claro que lo es —estuvo de acuerdo Orion —. Por fin la gente podrá apreciar nuestra inteligencia. Y yo habré callado varias bocas.

Vicent comenzó a sudar y se puso rojo, su respiración se alteró, tragó saliva y se aflojo el nudo de la corbata.

—¿Tienes pánico escénico, Vincent? —preguntó Daphne con voz suave mirando a su compañero.

El chico asintió en silencio.

—Tranquilo, no es nada tan terrible —le dijo Daphne con una sonrisa dulce —. No habrá tanta gente ahí. Y la Familia Real tiene muchos protocolos para tratar con la prensa. No sucederá nada malo.

Vincent intentó darle una sonrisa de agradecimiento pero sólo logró hacer una mueca.

—Yo no sé tratar con extraños —murmuró el chico —. Mucho menos ante multitudes, no sabré qué decir, o cómo actuar, y no quiero perder mi puesto en la Academia.

—No pienses negativo —habló Harry.

—Harry tiene razón —opinó Ophelia —. ¡Tenemos que tener buenas energías y pensar que todo saldrá bien! Y si llegaras a flaquear en algún momento yo o alguno de nosotros te ayudaremos. No estarás solo. No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí, pero es probable que sea un largo periodo, así que debemos apoyarnos entre todos, hacernos amigos, y los amigos siempre se apoyan.

Ophelia era una chica extremadamente sensible, pero también era noble, dulce y muy amable, y por alguna razón la mayoría del tiempo estaba feliz. Era realmente una hallazgo si estaba de mal humor. Ella era la que se encargaba de evitar peleas y subir el ánimo cuando alguien se encontraba triste. Vincent decía que era como un angelito. Victorie en cambio le prohibió que se acercara a ella los lunes por la mañana.

( . . . )

Londres, Nueva Inglaterra
8 de Octubre de 2018

—¿Están nerviosos? —preguntó Miss Evans sonriente.

—Un poco —respondió Matthew tratando de sonar natural, pero su rostro decía que en cualquier momento se desmayaría. Estaba, sin exagerar, amarillo.

Todos estaban sentados en una limusina gigantesca sin soltar ni una sola palabra, los nervios los tenía con un nudo en la garganta. Sus uniformes minuciosamente arreglados, asegurándose de verse lo mejor posible, con el cabello perfectamente peinado.

El día anterior habían ensayado modales por al menos tres horas.

Daphne se mordía las uñas más de lo normal. Vincent sudaba. Harry jugaba con sus manos. A Matthew le tiritaba la mandíbula. Theodore y Victorie, aunque intentaban disimularlo, habían desarrollado un tic en la pierna por la inquietud. El resto parecía más tranquilo, Orion, Adhara y Hugo tenían suficiente autoestima y confianza en sí mismos como para no estar nerviosos. Ophelia simplemente no encontraba la situación tan descabellada como el resto y solo sonreía observando el paisaje.

El peso de la corona [✔️]Where stories live. Discover now