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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
11 de marzo, 2019

—Louis, debes decírselo, en cualquier minuto se irán a tomar el avión —le dijo Charlotte a Louis tomándolo del brazo. Lleva horas insistiendo.

Louis seguía negándose a la idea de su compromiso. No quería casarse con Irene, no porque le pareciera que sería una mala esposa, sino porque estaba enamorado de Daphne, y mientras siguiera sintiendo lo que sentía por ella no podría estar con nadie más.

Resultó ser que a Irene la idea le maravillaba, estaba encantada. Cuando sus familias se reunieron por la tarde para hablar de los detalles del compromiso ella estaba fascinada, y aportaba ideas en todos los temas. Hasta mencionó que ya había visto vestidos de novia. Louis, en cierta parte, sintió pena por ella. A pesar de la personalidad explosiva de Irene, él la quería mucho, pues habían sido amigos desde pequeños, y sabía sentimientos que la chica tenía hacia él, por lo que entendía su emoción, pensaba que ella creía que con el tiempo él podría amarla, y a Louis le daba pesar, pues estaba muy seguro que sus sentimientos por Daphne no desaparecerían, al menos no por lo pronto.

—Charlotte... Yo... No me creo capaz de decírselo —confesó su hermano.

—¿Piensas decírselo por teléfono? —le preguntó ella con sarcasmo y reproche —. ¡No puedes esperar tres semanas para contarle!

Louis suspiró mientras seguían su camino a la Academia. ¿Por qué tenían que pasarle esas cosas a él?

—¿Y cómo se lo digo? —le cuestionó a su hermana —. No puedo ir y decirle: hola, Daphne, mi padre decidió que me voy a casar con la marquesa de Bristol, espero que no te moleste, ¡buen viaje, disfruta Edimburgo!. No, claro que no. Debo pensar con más tiempo cómo decírselo. No es una noticia cualquiera.

Louis no tenía ni la mínima idea de como Daphne podría tomarse la noticia, ni que haría al respecto. Él no quería alejarse de ella, pero era probable que ella sí quisiera alejarse de él una vez que se enterara de los planes del Rey Charles.

El Príncipe no había dormido nada en toda la noche. Su mente se llenaba de pensamientos respecto a su compromiso, su padre, Daphne e Irene. ¿Qué podía hacer? Sabía que su padre estaba dispuesto a lo que fuese con tal de que las cosas se hicieran tal y como él las decía.

Charlotte compadecía a su hermano, sabía lo mucho que quería a Daphne, y sabía lo duro que era que otra persona tuviera el control de su vida. El no poder amar con libertad, y lo doloroso que debía ser eso para una persona tan apasionada como Louis. Ella no había vuelto a dirigirle la palabra a su padre, y él, con su orgullo, tampoco había hecho esfuerzo alguno por entablar una conversación con ella.

Las cosas en la Familia Real estaban mal, y todo indicaba que irían peor.

—Espero que le vaya muy bien en su viaje, Escocia es un lugar hermoso —dijo Charlotte con una bella sonrisa cuando se encontraron con los chicos y Miss Evans en la recepción de la Academia.

—Gracias, Alteza —agradeció Miss Evans.

Louis intentaba disimular su nerviosismo, jugaba con sus manos sin control, sus ojos azules constantemente se iban a Daphne quien sólo estaba parada ahí, existiendo.

—Príncipe Louis... Príncipe Louis...

Louis no contestó a los llamados. ¿Debía decirle a Daphne ahora, o mandarle un mensaje cuando estuviera fuera del país? ¿Debía esperar a que regresara? ¿Se lo tomaría muy mal? ¿Qué palabras eran las adecuadas para comunicarle sobre el compromiso? ¿Y si..?

—¡Louis! —exclamó su hermana.

—Lo siento mucho, tengo un par de cosas en mente —se disculpó al entender el contexto de la situación.

—No se preocupe, Alteza. Muchachos —dijo Miss Evans fijándose la hora en su caro reloj de muñeca —, vayan a ver sus habitaciones una última vez, no quiero que olviden nada. Yo también iré a revisar mi oficina.

Los chicos se dispersaron tras hacer una reverencia, pues a pesar de ser amigos de los príncipes, Miss Evans seguía insistiendo en las formalidades, y subieron a las habitaciones, algunos con más prisa que otros. Todos estaban bastante seguros de que llevaban todo lo necesario.

Charlotte le pegó un codazo a su hermano y lo miró de manera severa indicando que debía ir a hablar con Daphne, y Louis sabía perfectamente lo terca que era su hermana, así que si no iba él por su propia voluntad ella lo arrastraría escaleras arriba si era necesario.

Louis resistido fue a la habitación de Daphne y tocó la puerta, la chica le sonrió al verlo y lo invitó a pasar. Louis se paró nervioso en la habitación, tenía que decirle, debía hacerlo.

—¿Te sucede algo? Luces nervioso —observó ella.

—No es nada... Solo que... —Debía hacerlo ahora. Era ese el momento... Pero no era capaz —. Solo que voy a extrañarte.

—Solo serán tres semanas —le dijo la chica sonriéndole y acercándose a él —. Cuando menos lo pienses estaré aquí otra vez.

Daphne se acercó a los labios de Louis, poniéndose de puntillas, y lo besó. El muchacho le devolvió el beso de inmediato, tomándola del cuello, quería besarla con ganas, no sabía cuándo podría volver a hacerlo, no solo porque no la vería en tres semanas si no porque ahora era un chico comprometido.

La castaña enredó sus dedos en el cabello de Louis, amaba hacer eso cuando lo besaba, y él también amaba que ella lo hiciera. Louis tenía una de sus manos en el cuello de Daphne y la otra en su cintura.

Daphne solo se concentraba en eso, en ese beso, en lo mucho que le gustaba como besaba ese chico, en el dulzor natural de sus labios, en su tacto, en la calidez de sus dedos apretando con suavidad su cuello. Louis en cambio vagaba entre el sabor de los labios de Daphne, Dios, como lo volvía loco esa chica. Pero por otra parte se sentía culpable por no decirle la verdad. Irónicamente descargó su frustración profundizando aún más el beso.

Hacían pausas cortas para recuperar el aire, más Daphne que Louis. Así siguieron hasta que alguien llamó a la puerta, Daphne se alejó de Louis sonrojada y con la respiración alterada.

—Daphne, es hora de irnos —dijo Matthew entrado en la habitación con su fuera suya. Miró a su amiga con intención de que se avergonzara por el cómo la había encontrado, y lo logró. Daphne se sonrojo y no fue capaz de verlo a los ojos —. Ya bajen. Miss Evans nos está llamando. Los demás ya están afuera.

Matthew salió de la habitación dejándolos solos nuevamente. Daphne arregló su cabello y acomodó su uniforme, le dio una última mirada a su habitación asegurándose de que no olvidaba nada.

—Tenemos que bajar.

Louis le dio un último beso en la frente antes de salir. Ella se fue con su grupo de compañeros mientras la Princesa y el Príncipe les hacían adiós con la mano.

—¿Le dijiste la verdad a Daphne? —le preguntó Charlotte, esperando escuchar un si.

—No puede.

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora