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The Golden Fleece, York, Nueva Inglaterra
12 de octubre, 2019

—¿No sientes, aunque sea, un poco de lástima por Charlotte? —preguntó William removiendo el vino en su copa.

—Oh, claro, me da muchísima lastima que ella no pueda ver con sus propios ojos como toda Nueva Inglaterra cree que está loca como una cabra —dijo con una sonrisa malévola para después darle un sorbo a su copa con vino —. Pero me resulta mejor, a largo plazo, que esté en ese manicomio.

William rió.

—¿Y tú de qué te ríes? —preguntó la muchacha alzando una ceja.

—¿Te has dado cuenta de todas las cosas que has hecho para conseguir a Louis y la corona de Reina? Mataste a mi tío, el mismísimo Rey, con tus propias manos. Te coludiste con mi abuelo y con eso lograste que gran parte mi familia sintiera miedo de protestar a favor de la voluntad de Louis, torturaste a la Reina y encerraste a Charlotte en un hospital psiquiátrico. ¡Tú...estás... loca!

—Gracias por tus halagos, querido William.

El joven Príncipe estaba algo borracho, y en ese estado siempre tomaba todo como broma. Soltó una carcajada burlesca en la cara de la marquesa.

—¿Y todo para qué? —cuestionó divertido —. Para que al final el amor que Louis le tiene a Daphne Loughty fuera más grande que todos tus esfuerzos por enamorarlo y forzar una boda —dijo con burla.

Irene se puso roja por la ira, tensando la mandíbula, y apretó el vaso entre sus manos haciendo que sus dedos se pusieran blancos por la presión que ejercía contra el cristal.

—Imbécil —dijo entre dientes —. ¡Louis se casará conmigo tenga lo que tenga que hacer para lograrlo!

—¿Ah, sí? —cuestionó William en el mismo tono burlesco —. ¿Qué harás? ¿Acabar con todas las personas a las que Louis ama y dejarlo solo? Eso es lo único que has hecho hasta ahora, y ve como te ha funcionado.

—Te equivocas —negó tajantemente y con un poco de molestia —. Él nunca estará solo, me tiene a mi. Y a su corona, no necesita nada más.

Irene soltó el vaso e inhaló profundamente para recuperar la calma que tenía hace unos minutos. William se reclinó en su asiento apoyando su cabeza entre sus manos.

—¿Y de qué te sirve todo esto, mi querida Irene, si él no te ama en lo absoluto? ¡Louis está perdidamente enamorado de Daphne Loughty! —canturreo —. La ama. La ama. La ama.

—Él no tendrá más opción que amarme, porque pasará el resto de sus días a mi lado, así él lo quiera o no, porque si no me ama a mi no amara a nadie —sentencio.

William dejó de reír y se enderezó en su silla para mirar con seriedad a la muchacha frente a él. ¿Qué plan maquiavélico estaba pasando por esa cabeza esta vez? ¿Quién sería la nueva víctima del obsesivo amor de la marquesa de Bristol hacia el Rey Louis de Nueva Inglaterra?

—No quiero ayudarte a realizar otro de tus despiadados crímenes, Irene —dijo adoptado un tono de seriedad —. No más.

—Mira, te lo pondré de esta forma para que lo entiendas, William. Tienes dos opciones; me ayudas como lo has hecho hasta ahora, o tu amada Juliette, toda tu familia y la prensa se enteraran de que tienes un hijo bastardo con un prostituta de barrio bajo y dudosa proveniencia —le dijo aun con esa sonrisa maligna —. Tú sabrás qué harás.

—Si yo caigo, tú caes conmigo.

—Te equivocas. Si yo caigo, tú caes conmigo —corrigió —. Si tú revelas la verdad acerca de todo lo que he hecho, ambos iremos a la cárcel, yo por asesinato, y es muy probable que me den otras condenas por otros cargos, como difamación, por ejemplo, y tú, aparte de perder tu titulo, tu fortuna y que toda tu familia, incluida tu Juliette, te odie, estarás en la cárcel varios años por encubrimiento y planificación de un asesinato, y otros cargos.

—Puedo decir que obraste sola.

—¿Y cómo sabías tú eso entonces?

—Si colaboro me darán menos años —agregó el pelinegro al ver que la chica tenía un punto.

Irene guardó silencio unos segundos y sonrió, se acomodó el cabello por detrás de las orejas y lo miró con sus grandes ojos verdes. A William esa mujer le daba un profundo miedo, estaba completamente loca.

—¿Y a costo de qué? —le cuestiono cruzando sus manos por sobre la mesa —. De todos modos irás a la cárcel, tal vez menos años que yo, pero cuando salgas, no tendrás familia, ni dinero, y tendrás a toda Inglaterra en tu contra, incluyendo a Juliette. ¿Qué harás cuando eso suceda? ¿Crees que te conviene?

—Eres malvada.

La muchacha pareció contenta con la respuesta. William relleno su vaso con el whisky que había sobre la mesa y se tomó el alcohol servido de un solo trago, sintió su garganta arder cuando el líquido pasó por ella.

—¿Piensas matar a Daphne?

—Por supuesto. Es la única forma de que Louis se olvide de ella de una vez por todas.

—Eso a ti no te conviene, Irene—le dijo William dejando su copa a un lado —. Louis ya está bastante destrozado por todo lo que ha pasado, su padre está muerto, su hermana en un hospital psiquiátrico, y nadie sabe qué será de su madre. A su juicio, lo único que le queda es Daphne, y Louis está demasiado enamorado de ella como para soportar que la vida, o tú, se la arrebate también, porque, por más que te duela, Irene, él la ama más que a su propia vida. ¿O qué piensas que sucederá si algo falla? Louis hará que la atienda el mejor doctor del mejor hospital de este país, o del mundo, y no se despegará de ella hasta que su estado de salud sea impecable, incluso después de eso. ¿Crees que se separará de ella si eso llega a pasar?

—Tú lo has dicho, si eso llega a pasar, si algo llega a fallar. No va a pasar, porque yo no tengo tiempo para cometer errores.

—Si no falla será aún peor, ¿en serio crees que él sería capaz de seguir con su vida y casarse si Daphne muere?

El peso de la corona [✔️]Where stories live. Discover now