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La Academia Cambridge, Nueva Inglaterra
12 de Diciembre, 2018

—Debo felicitarlos, se comportaron de manera extraordinaria, hasta parecían de la nobleza —les dijo Miss Evans durante el almuerzo.

Nadie respondió, ni siquiera Victorie. En el comedor reinaba el silencio. Todos seguían agotados por el evento del día anterior, les dolía la espalda por reverenciar a tanta nobleza. Parecían muertos vivientes, estaban pálidos, sin expresión, y apenas podían mover los músculos del rostro.

—En otros temas —habló Miss Evans —, como sabrán se acercan fechas de fiestas; Navidad y Año Nuevo, así que se les concedieron vacaciones para que puedan ir a sus casas a pasar tiempo con sus familias. El día veintidós de este mes una limusina los llevará hasta su hogar a medio día. Luego, el cinco de enero, sus representantes los irán a recoger para que se reintegren a la Academia. Dos semanas de vacaciones son suficientes. La Familia Real también les dará una cifra de dinero como regalo de fiestas antes de que se marchen.

—Espero que esa cifra tenga varios ceros —murmuró Victorie.

—Mientras no sean a la izquierda —respondió Theo, pero nadie rió.

( . . . )

—¿Cómo te la pasaste con Charlotte? ¿Bailaron? —le preguntó Daphne a Matthew ese mismo día pero más tarde.

Estaba nevando, pequeños copos de nieve teñían los jardines de blanco evidenciado la próxima llegada del invierno. Había nevado desde la madrugada y ya había una capa de nieve lo suficientemente gruesa como para dejar las marcas de las pisadas al caminar. La vista era hermosa a pesar de todo.

Matthew y Daphne tomaban un chocolate caliente servido en finas piezas de porcelana bajo un kiosco antiguo que había frente al edificio de la Academia. Hacía tanto frío que se podía notar el aliento al hablar, pero Daphne había insistido en que quería disfrutar de la nieve.

—Si bailamos, la pasamos bien. Ella es encantadora —le respondió con una pequeña sonrisa.

—Me alegro por ustedes —comentó Daphne con la voz animada, estaba de mejor humor que los otros días.

—Charlotte y yo te vimos con él mientras bailaban —le contó Matthew dejando la taza sobre la mesa —. Ella se encargó de asegurarse que ninguno de los chicos ni la señorita Adele, o algún miembro de la Familia Real, los vieran. Ella no quería que se metieran en problemas, porque puede que solo haya sido un baile, pero las miradas que se daban eran impresionantes, en serio, se notaba a kilómetros que lo único que querían era comerse la boca.

Daphne se atoro con su bebida y comenzó a toser, se avergonzó por la manera en la que su amigo había planteado la situación. Matthew se rió de ella. La chica tomó una servilleta de tela que había sobre la mesa y se limpió el chocolate que ya estaba por toda su boca y mentón.

—Bueno, creo que debo darle las gracias a Charlotte después —le respondió cuando se recuperó de la tos —. ¿Ella se molestó cuando...?

—¿Cuándo saliste corriendo y dejaste a su hermano solo justo antes de que se besaran para luego él se fuera con cara de cordero degollado a Dios sabe dónde?

Daphne lo miró mal.

Matthew tenía grandes problemas para plantear las cosas, y era sorprendente pues la maestra de Lengua y Literatura siempre lo felicitaba por cómo lograba describir las cosas en los textos que pedían de tarea.

—Sí.

—No, no se molestó, aunque tampoco lucía precisamente feliz. Dijo que hablaría contigo apenas tuviera oportunidad —habló y le dio un sorbo a su chocolate —. Charlotte es muy unida a Louis, cada uno siente como suyos los sentimientos del otro, ella no quiere que él sufra.

El peso de la corona [✔️]Where stories live. Discover now