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La Academia, Cambridge, Nueva Inglaterra
22 de enero, 2019

Daphne se despertó extrañada. Abrió los ojos de a poco, estiró su mano para poder prender la lámpara de su mesa de noche, al hacerlo divisó a Louis sentado en su cama.

—¿Qué demonios haces aquí a las... dos de la madrugada? —preguntó Daphne extrañada mientras se sentaba en la cama luego de ver la hora en el reloj de su cuarto.

—Tú me obligaste —se excusó él —. Te pedí por favor que nos encontráramos en la sala secreta a las diez, te esperé cuatro horas. Y como no llegaste decidí venir aquí. Necesitamos hablar, no me gusta que estemos así.

Daphne suspiro con cansancio. Tal parece que Louis no iba a desistir hasta que ella accediera a hablar con él. Quizás estaba teniendo una actitud inmadura al evitarlo, sin embargo, aún se sentía ofendida.

—Bueno, hablaremos por la mañana. Ahora quiero dormir —dijo y volvió a acomodarse en la cama.

Louis la miró incrédulo y comenzó a mover el bulto de mantas en el que se había escondido la muchacha.

—Daphne —se quejó —. Por favor. Necesitamos hablar.

La chica soltó un gruñido que fue suprimido por su almohada. Él no se iría hasta hablar con ella, y Daphne no sabía si debía tomar eso como una buena o una mala señal. Se sentó en la cama y cruzó los brazos sobre el pecho esperando a que el chico le dijera lo que quisiera decirle.

—Supongo que... —carraspeó con nerviosismo —. Supongo que debo empezar ofreciendo una disculpa. Yo no quería hacerte sentir mal, ni mucho menos que creyeras que yo de algún modo te estaba negando, o me estaba avergonzando de ti, porque no es así.

Daphne lo escuchó en silencio sin agregar nada. Al ver esto Louis prosiguió con las disculpas que había estado ensayando mentalmente desde el día anterior, y las cuales había repasado las cuatro horas que la castaña lo dejó plantado.

—Daphne, tú no comprendes lo que significa ser yo, todo el mundo tiene sus ojos sobre mí, esperando que cometa un error que me condene —continuó Louis —. Mi padre quiere que siga sus órdenes al pie de la letra, y él está dispuesto a todo por hacer que su palabra se cumpla, y tú, lamentablemente para mi, no estás en sus planes. Y lo último que quiero es que salgas lastimada por mi culpa. —Louis hablaba haciendo pausas, con la voz calmada, casi susurrando —. Estar en la corona no es fácil. Es difícil, como no tienes idea. No te pido que lo entiendas, pero, por favor, intenta ponerte en mi lugar de vez en cuando. ¿Tú realmente crees que no me gustaría estar contigo en todos esos eventos? Porque claro que me gustaría, pero llevar un título, en especial el mío, conlleva no tener pensamientos ni opiniones propias. Soy una marioneta hecha para sonreír en fotos, no tengo control sobre mi propia vida.

Daphne lo escuchó con atención, analizando con cautela cada una de sus palabras. Pensó que quizás había tenido una reacción algo impulsiva. La voz de Louis le indicaba que él no estaba mintiendo, sino que estaba siendo honesto con ella. Charlotte ya le había dicho una vez que estar en la corona implicaba muchas cosas.

—Entiendo —dijo ella pasado unos minutos de silencio —. Comprendo tu pensamiento. Y seguramente tienes razón. Yo no sé tan bien como tú como funciona la corona. Y quizás yo también deba ofrecerte una disculpa por no escucharte la primera vez. Pero así como tú me pidas que me ponga en tu lugar, ponte tú en el mío. Me sentí... despreciada.

Louis la vio a los ojos, Daphne había bajado las defensas y había vuelto a su tono calmado de siempre, señal de que ya no estaba del todo molesta. El chico le acomodo el cabello castaño por detrás de las orejas.

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora