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Cambridge, Nueva Inglaterra
27 de Octubre, 2018

—¿Mary Shelly o Edgar Alan Poe? —preguntó Daphne.

—Poe, siempre. ¿Tú? —respondió Louis.

Ambos estaban sentados en unos columpios que había en un lugar más despejado en medio del bosque. Louis la había llevado ahí, le dijo que ese también era un lugar donde iba cuando era niño. Había un montón de árboles gigantescos que de seguro tenían cientos de años, de las ramas de uno de estos colgaban dos columpios de madera y cuerda, la tierra bajo sus pies estaba húmeda entre las hojas marchitas y la maleza.

—Dios, no puedo elegir, los dos son excelentes escritores... ¡Es como si me dieras a elegir entre mi perro y mi gato! No puedo.

—Así que tienes mascotas... Cuéntame.

—Tengo un perro poodle mestizo; su nombre es Sami.

—Lindo nombre.

—Lo rescate de la calle en los años de guerra, era apenas un cachorro. Una familia había abandonado ahí a Sami y sus hermanitos junto a su madre, quiero creer que fue por no tener los recursos ni el dinero para mantenerlos... El resto de los perritos ya habían muerto por desnutrición e hipotermia, Sami estaba muy débil, lo traje a casa a escondidas, sabía que Lavender armaría un gran escándalo si lo descubría, me diría que el dinero estaba justo como para que ahora también tuviéramos un perro. En un par de días se recuperó gracias a la comida y el calor, convencí a Lavender para que nos lo quedáramos y con el tiempo se hizo parte de la familia.

—Tú realmente eres una gran persona —comentó el muchacho mirándola —. Muchas personas en tu lugar lo hubieran dejado morir ahí.

—Los animales merecen lo mismo que los humanos, y creo que al menos la mayoría de las personas no dejarían a un niño muriendo de frío si tienen la oportunidad de ayudarle.

—Te admiro —habló Louis pasado unos segundos —. Con poco ayudas mucho, y yo que tengo tanto no ayudó prácticamente en nada.

—Pues hazlo, ve y ayuda a la gente. Tienes los recursos, tienes un título que te da accesibilidad. Nunca es muy tarde. Yo salvé la vida de un cachorro, tu puedes salvar la de veinte.

—Lo haré... —Hubo un momento de silencio —. Así que Sami es el nombre del valiente guerrero...

— Sí, ya tiene cuatro años. Me gustaría que estuviera aquí conmigo —comentó con nostalgia —, pero supongo que aquí no se aceptan mascotas, y en casa le hace buena compañía a Alexander... Bueno, como sea, mi gato se llama Bigotes, es viejito, lo tengo desde los cinco años... —Daphne torció la boca en gesto pensativo —. Creo que elijo a Mary Shelley. ¿Oscar Wilde o William Shakespeare? Yo a Wilde.

—¿Qué clase de comparación es esa? Y qué repentino cambio de tema —se rió Louis —. Pero bueno, Oscar Wilde. ¿Drácula o Frankenstein?

—Frankenstein —respondió —. ¿Tú?

—Drácula.

—Mmm... ¿El Principito o Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas?

—El Principito. Me gusta mucho ese libro, es muy lindo. Mi madre nos lo solía leer a mi y a Charlotte cuando éramos pequeños.

—Si, también prefiero El Principito. A propósito, Victorie te apodó así —agregó luego —, por si no sabías.

—¿Enserio? —rió y Daphne asintió —. Bueno, supongo que tengo un aire.

—Si, supongo que sí.

—Veamos... ¿Jane Austen o Louisa May Alcott?

—Jane Austen, obviamente —respondió Daphne de inmediato —. Digo, Louisa es una gran escritora, pero nada supera a Orgullo y Prejuicio.

El peso de la corona [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora