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El Presidente ojea la larga lista.

—Estás blofeando. No hay manera que puedas tener tal poder.

—¿Dudas de mi persuasión? O hipnosis, como lo llaman ustedes. Me gusta persuadir. Pero cuando la persuasión falla, debo coaccionar.

>>Arrojaré a McGill al fango. También puedo arrojar a muchos magnates, ya sea que yo esté vivo o muerto. Les conviene más hacer mi voluntad.

—No creo que cumplas esta amenaza.

—Bien. Estaré en mi museo. Si no aceptan pueden ir a arrestarme. Pero atenganse a las consecuencias.

—Ah, una última cosa, ¿McGill, aprovechaste mi tiempo en cautiverio?

—¿Qué?

—Lo siento, seré  más  claro… ¿Te tiraste a mi ex novia?

Me sobresaltó y me sonrojo.

Matt me mira y sonríe  con sarcasmo.

—¡No nos acostamos! —digo de golpe.

—Descuida, Diana, no es tu culpa, es solo que lo llevas en la sangre.

Le lanzo una patada giratoria sin pensarlo dos veces.

Pero esa estúpida  gigante la detiene con su antebrazo. Veo en sus ojos como se gesta su contraataque.

Pero antes que se ponga en movimiento, Matt la sujeta del hombro. 

—Déjala.

Matt se dispone a salir del despacho seguido de su séquito. 

—No nos acostamos.

La mujer camina a su lado y le pone una mano en la espalda como para ayudarlo a avanzar pero su mano baja lentamente hasta la nalga. 

Y me sonríe. 

Maldita puta.

Voy a matarla.

McGill me toma del brazo, evita que le parta su madre.

—¿Y ahora qué vamos a hacer? dice  El Presidente. 

Matt los puso en jaque.

A mí se me ocurre una solución.

Pero Geena está furiosa y no quiere escucharme. Dice que debo hacer mi deber.

Arrestar a Matt.

***

Llego a mi apartamento devastada.

Y apenas veo a Linda me derrumbo sobre ella.

—¿No te habrás peleado con tu chico por mí?

—Sí, pero no es tu culpa.

—Claro que sí es mi culpa. Está molesto porque no hice nada para sacar a su amigo de la cárcel. 

—Ese idiota tiene que entender que tú no eres Dios. Pero no importa todo se va a arreglar. Matt quedará libre. Las cosas entre ustedes se solucionaron al igual que lo mío con Karl.

—No, creo.

—¿Por qué? 

Le cuento lo que acaba de pasar. Quizá sea algo clasificado pero necesito desahogarme. Matt escapó. Y ahora anda con una estúpida mercenaria.

—La hija de puta le agarró las nalgas frente a mí y me sonrío.

—¿Cómo? ¿se las apretó o qué?

—No, pues, así, como un empujoncito.

—uhmmm, no creo que haya nada entre ella y Matt.

—Tal vez. Pero estoy segura que el idiota la buscó específicamente para restregarmela en la cara. Para decirme "estoy con una mejor que tú".

—No creo que sea mejor que tú.

—No. Claro que no. Pero se esforzó. Es una rubia de un metro noventa.

—Pues entonces parece un hombre.

—Desgraciadamente no… Tiene curvas… Muy pronunciadas. 

—Oh…

—Y la investigué. Básicamente ha participado en todas las guerras de la última década —colapso en un mar de lágrimas.

Linda me abraza.

—Es rubia, es más alta y más experimentada en combate que yo.

—Tal vez, pero Matt te quiere a ti. Yo lo sé.

—No lo creo.

A la mañana siguiente yo misma me dirijo al arresto de Matt.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now