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—El Presidente llegó al poder prometiendo seguridad y una lucha inmisericorde contra la corrupción que por años reinó en el país.

>>Y cumplimos. Atacamos de frente a la Mafia y a los funcionarios corruptos. Pero sabíamos que de nada nos servía atrapar a los enemigos del Estado si no podíamos recluirlos.

>>Así que desde el primer día de gobierno comenzamos a fortalecer el sistema penitenciario nacional.

>>Pero íbamos a necesitar una nueva prisión para los criminales más peligrosos. Predecimos que estos tipos tarde o temprano tratarían de tomar el control de la prisión. Así que ideamos un plan de contingencia. Antes de construir El Averno, mandamos a construir un túnel. Y de su existencia hasta ahora, solo sabíamos el Presidente y yo.

—Pero, ¿y la gente que lo construyó? —digo asustada.

—Tranquila. Decidimos tomar prestada la metodología de la Mafia. Llevamos a los constructores  con los ojos vendados, los transportamos en camiones y luego en lanchas hasta la isla. Ellos debieron creer que trabajaban para algún capo.

—¿Y los agentes que transportaban a los constructores?

—Bueno, McGill lo sabe.

McGill tiene los ojos abiertos como platos. 

—Usted nos dijo que ellos construirían una base secreta subterránea, para monitorear la celdas.

—Lo siento, McGill. Debíamos preservar el secreto. Y solo revelarlo ahora que es necesario.

Cae la noche. 

En las aguas. Una lancha se detiene. Once personas. Un conductor. Diez con equipo de buceo.  Un gran estuche con rifles, pistolas, cargadores, chalecos, bombas de gas, máscaras antigas, etc.

Diana ajusta su máscara de buzo. Se siente triste. 

Solo hay una pregunta en su cabeza.

¿Será él culpable? 

Espera que no.

El conductor da la señal. Y los agentes inician la inmersión. Dos de ellos se lanzan con el estuche con armas.

 Y comienzan a bucear. Diana los adelanta a todos. Tiene el ceño fruncido. Molesta y concentrada a la vez. Va a por él.

Mientras tanto en la Prisión.

Despacho del alcaide.

Matt está amarrado a una silla. Escoltado por dos guardias armados. Sobre el escritorio una laptop, una video llamada del Cirujano.

Maldita sea, piensa Matt, una vez más, el tipo no está presente.

—Señor Gillen, disculpe que no pueda reunirme con usted en persona. Pero me encuentro atendiendo otros asuntos.

Sabía que intentaría secuestrarme. Tengo una navaja escondida en la ropa. Estaba dispuesto a matarlo para que no revelara el secreto sobre "La Influencia".

Estoy temblando. Sudo como si estuviera en el infierno. Y tengo mucho pero mucho miedo. 

Necesito un cigarrillo.

Veo la máscara de Cirujano como un monstruo horroroso. Estoy alucinando. 

Estoy al borde de la locura.

—Oh, lo siento. Seguramente no tiene consigo sus cigarrillos… Tú, abre la puerta.

Uno de los guardias obedece. Y abre la puerta.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now