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Me sacudo esa sonrisa.

—No creo que yo le interese.

—¿De qué hablas? 

Le cuento lo que pasó después de la masacre. Le pedí que no me manipulara. Prácticamente me ofrecí como una zorra. Y él me tuvo, pero todo lo que hizo fue disculparse y rechazarme. 

—¡Te lo dije!

—¿Qué cosa?

—Es un niño bueno. Cuando dijiste todas esas cosas lo asustaste.

—¿Lo asusté? Pero mis manos no estaban empuñadas. Bueno, mis brazos rodeaban su cuello, pero no tenía intenciones de lastimarlo.

Linda se carcajea. 

—No, tontita. Me refiero a que lo asustaste porque tú, implícitamente le pedías que fueran "en serio", porque te lastimaría si solo fuera una aventura. Y él nunca ha ido en serio con otra mujer.

—Eso quiere decir que solo quería jugar conmigo.

—Todo lo contrario. Significa que no quiere lastimarte.

Entro a mi auto.

Me llama Geena. Llevo mi auricular para llamadas.

—Dígame, Señora Shelley.

—Por favor —dice en tono conciliador—. No me trates con tanta formalidad. Si te llamé la atención es para evitar los rumores de preferencia. Más ahora que te he puesto a cargo de una misión. A pesar de tu edad y tu rango.

—¿A qué debo su llamada? —digo con brusquedad.

Geena suspira al otro lado de la línea. Acepta su fracaso. No va a contentarme.

—¿Adónde fueron?

—Matt cree que El Cirujano pretende atentar contra la vida del Señor Evans y su familia.

—¡No puede ser! Si ese Señor muere el mundo se nos viene encima. Van a argumentar que nosotros lo hicimos. Protégelo a como dé lugar. Voy a enviar refuerzos a esa casa. Pero hay que trasladarlo a una base militar.

—El problema es que me echó de su casa.

Llego a la casa de dónde muy cordialmente me echaron.

Bajo del auto. Me reporto con un agente de seguridad.

Llama a Matt. El susodicho me recibe en el umbral de la mansión. Con su clásica sonrisa embriagadora. 

—¿Para qué querías que viniera? 

—¿Vas a perderte esta oportunidad? Piensa en cómo quedará tu currículum después de que hayas protegido con éxito la vida del futuro Presidente de esta nación y su familia.

—Sí, pero tu jefe no me quiere aquí.

—No les prestes atención. No dejaremos que sus comentarios nos impidan tener sexo en su cama.

—¿De verdad esas líneas te funcionan?

—Con mucho éxito.

Abre la puerta para mí. Y me invita a pasar con un gesto caballeroso de su mano.

Apenas pisamos el interior, recibo un regalo.

—Quiero a esta mujer fuera de mi casa —dice Evans. Tras él su esposa y su hija.

—Señor ella es una agente muy calificada…

—No me importa. No la quiero aquí.

—Mejor me voy —le digo a Matt.

—No.

Me toma de la mano. Evita que me marche.

—Señor, insisto. Esta mujer es valiosa para su seguridad y la de su familia. Además ella es cien por ciento inmune a las manipulaciones de El Cirujano.

—No quiero que provoque otra masacre en mi casa.

—Está bien —dice Matt—. Nos vamos.

Abre la puerta. ¿Qué está haciendo? Se va a marchar conmigo.

—¿Qué haces, Matt? —dice Evans.

—¿Acaso no es obvio? Me voy con ella —dice, seco, sin su encanto, irritado.

—Soy tu jefe. Debes protegerme.

—Y eso intento —Matt alza la voz, desafiante—. Y para asegurar su seguridad la necesito a ella.

—¿Cómo te atreves a hablarme así?

Matt se encoge de hombros.

—¿Qué más da? Si ella se marcha usted es hombre muerto. Y no debo respetar a un muerto.

Silencio.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now