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El humo comienza a entrar. Se extiende por la habitación. Llega a mis narices. Respiro profundo. Lleno mis pulmones de veneno.

Mi temperatura corporal regresa a la normalidad. Mis nervios se apaciguan. Estoy tranquilo.

—Para que me has traído aquí —digo sonriendo.

—Bueno, Señor Gillen, usted es un héroe para mí. Usted me creó.

—No. Yo solo escribí un personaje. No me culpes de tu locura.

—Pero usted hizo más que eso. Usted descubrió "las hierbas".

Frunzo el ceño. Aprieto los dientes.

—Tú robaste la mercancía del puerto.

—Sí. Pero espero no me guarde rencor. Yo espero que se una a mí. Y que juntos extirpemos los cánceres de esta sociedad.

—Que casualidad. Tú quieres trabajar conmigo. Y yo quiero destruirte.

El Cirujano cierra sus puños, furioso.

—Mátenlo.

Los guardias apuntan sus rifles a mi cabeza.

Miro esos puños cerrados. A pesar de los guantes de látex, puedo ver que la mano izquierda tiene amputado el meñique.

Lo reconoce.

—¡No puede ser! ¡eres tú! —dice sonriendo.

—Muere.

La puerta del baño se abre. Dos balas salen disparadas. Los guardias caen muertos. 

Guardo mis pistolas en las fundas del cinto. Y cojo mi fusil de la espalda.

He matado a esos dos guardias. Matar era lo que debíamos evitar. Pero iban a ejecutarlo.

Los otros agentes salen del pasadizo del baño.

Me encaro con el hombre en la laptop.

—Te cazaré. Y te haré llorar como a una niñita.

El Cirujano se carcajea y corta la transmisión.

Todos los agentes ya estamos en el despacho.

Llevamos máscaras antigas. 

—Sabía que vendrías por mí. Una mujer enamorada correrá el riesgo que sea para salvar al hombre que le hace hervir la sangre.

Sonrío. Este idiota. 

—Diana, elimínalo —me dice McGill por el auricular.

—¿Qué? ¿de qué estás hablando?

—Mata a Matthew Gillen.

—Pero lo tenemos. Está amarrado. Y él no es El Cirujano. Tu viste al Cirujano en la videoconferencia.

Llevo una cámara en el casco.

—Debe ser un truco. Matt es un peligro, no podemos permitir que haga más daño.

—¿Las voces en tu cabeza te dicen que me mates? —dice sonriendo.

¿Cómo puede sonreír cuando su vida pende de un hilo?

—No voy a hacerlo. Un juez es el único que puede decidir el futuro de Matt.

—Diana. Es una orden de Geena.

¿Qué? ¿Geena quiere que ejecute a un presunto criminal?

—Felicidades. Unas alas negras están a punto de nacer en tu espalda —me dice Matt.

Matt no puede oír lo que McGill dice. Pero lo deduce todo.

No lo puedo creer. ¿Acaso existen Los Ángeles De La Muerte?

Cierra sus ojos. Respira profundo.

—Tranquila. Es un honor morir por la mano de una sexy mujer.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now