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—Muy gracioso.

—Nunca se fugó —digo, casi en un susurro.

Matt sonríe. 

—¿Cómo  que nunca se fugó? —dice el Director Baker.

—La fuga fue un engaño. Una estrategia. 

—Sabía  que habían  espías. Incluso en la misma prisión. Ahí  originé el rumor de la fuga. Los espías  lo comunicaron a La Guerrilla y la trampa estaba echada.

—No hay delito —dice la Fiscal sonriendo. Y abraza a Matt.

Maldita sea.

—Me hubiera gustado atrapar a los secuestradores —farfulla Geena.

—Él puede llevarlos a ellos —Matt, aún  abrazado, señala al agente a cargo—. Es un espía. 

Todas las miradas puestas en el supuesto espía. 

—¿Qué? No soy una espía. 

—Diana, ¿crees que sea un espía?

Mis pechos palpitan como locos.

Asiento.

—Hackee tu email. Hay cientos de correos con la Guerrilla.

El espía  trata de huir y McGill  lo teclea.

Geena y yo acompañamos a madre e hija dentro de la casa.

La madre se va a la cocina a prepararle un té  a su hija.

—Así que ustedes fueron, ¿novios? —pregunta Geena.

—Sí.

—¿Dónde se conocieron?

—En la escuela.

—¿Lo conoces desde la escuela?

Miro a Geena y ella a mí. Se disipa cualquier duda de que Matt sea un impostor.

—Sí. No era el mismo de ahora, era súper tímido. Pero en el fondo era muy valiente. Me protegió de unos sujetos que querían dañarme.

Rompe en llanto.

—Yo me burlaba de él, lo molestábamos por ser diferente. Fuí una idiota.

Matt llega a la sala. Y habla con la chica.

—Deberías tratar de descansar.

—Él si es el verdadero Matt —susurro a Geena.

Geena sonríe.

—Creí que él solo quería aprovecharse de tí. Pero me equivoqué…

Sonrío.

—En realidad está  contigo porque le recuerdas a ella.

Sus palabras me sacuden como un huracán. 

—Es una fiscal muy "ruda", él era débil en la escuela y se enamoró de ella por su fuerza.

Cada una de sus palabras entra lenta pero profundamente a mí corazón. Como un puñal.

—Bueno nosotros ya debemos regresar al trabajo —dice Matt.

—¿No puedes quedarte?

Mi corazón bombea como loco.

Ella quiere acostarse con él.

—Estoy ocupado con todo esto del Cirujano. Y tú debes descansar. Pasaste por una experiencia  muy traumática. 

—Por favor quédate. En todos estos días nunca he dejado de pensar en ti.

—Es el síndrome de la damisela.  Te salvé hace unos años. Y mi compañía te hace sentir segura, he usado ese truco para acostarme con muchas mujeres. Me he aprovechado de ellas. Y yo no quiero estar con una mujer que no tiene sentimientos  reales por mí. 

Silencio.

—No. Yo no tengo eso. Tú eres especial para mí. Por favor no te he visto en años…

—No, no me puede quedar —dice desesperado—. Porque terminaríamos en...

—Entiendo. Te da asco la chica que te molestaba en la escuela.

—No. Todo lo contrario. Fuiste mi primer amor. Y no quiero dormir contigo porque he hackeado tu cerebro. Tú crees que sientes algo por mí, pero no es así. Solo es el síndrome de la damisela.

—Deja de pensar en sexo —digo, con fingida simpatía—. Ella no quiere acostarse contigo. Solo quiere charlar con un viejo amigo. Sé un caballero y acompáñala.

Matt asiente.

Y yo lo sé, harán de todo menos charlar.

Salgo de esa casa cuanto antes.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now