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Siento una punzada en el estómago. 

Todos estamos estupefactos.

—Matt —susurro.

Tras Matt entran diez mercenarios armados y equipados. Destaca una, una rubia de uno noventa. Es grande y fuerte pero tiene unas curvas muy femeninas.

No me cae bien.

Matt se enciende un cigarrillo.

Fumando de nuevo...

—¿Cómo saliste de prisión? —dice Geena.

—¿En serio? ¿eso es lo que te impresiona? ¿no te impresiona ver qué, a pesar que todos me odian, sometí a la guardia del Palacio Presidencial sin disparar una bala.

Silencio.

—¿Qué haces aquí? —pregunta el Presidente. 

—He venido a matarlos.

Nos deja boquiabiertos.

Silencio. 

Silencio.

—Matt, no hagas una locura —suplico.

Voy hacia él pero la rubia alta me bloquea el paso.

—Apártate de mi camino.

—¿O si no qué, enana?

—Estoy a tres segundos de darte la putiza de tu vida.

La idota sonríe, me reta.

—Tranquila, Riu. Vuelve a tu lugar.

—Sí, Señor.

Matt se dirige a mí: 

—A ti no te mataré a pesar de haberme abandonado.

—Yo no te he abandonado. Ya he presentado mi renuncia. ¡Y además  fuiste tú  el que me mintió!

—Es suficiente.

El Presidente levanta el teléfono.

—Gran hazaña haber salido de prisión y haber llegado hasta aquí. Pero será en vano. Saldrás de este lugar escoltado por los altos mandos militares, acusado de intento de magnicidio.

—¿Por intento de magnicidio? No. Mejor que sea por magnicidio.

Matt bota el cigarrillo y lo pisa. Los mercenarios levantan sus rifles. Listos para matar.

Mis superiores ensucian su ropa interior. 

—Matt, tú no eres así —digo.

—No. Pero me cansé de que esta puta y este ignorante jueguen conmigo. 

McGill camina hacia Matt.

—Te crees muy valiente con tus mercenarios… Y como siempre tienes a una mujer protegiéndote. ¿Qué pasa? ¿a mí  no me vas intimidar, "enana"?

La mujer mira a Matt. Éste  le asiente, como dándole permiso.

La mujer va hacia McGill  y le lanza un puñetazo con la diestra. Mi superior lo atrapa como a un balón  de béisbol. 

—¿Es lo mejor que tienes?

La mujer sonríe. Y un cuarto de segundo después eleva  su pierna izquierda  y la deja caer sobre McGill  como un martillo, él reacciona y bloquea con su brazo, pero el golpe es tan fuerte que rompe su defensa y lo envía contra el piso.

Corro hacia McGill. Está  aturdido.

Esa mujer es muy fuerte. 

—¿Quieres un poco? —me pregunta.

La miro fijamente  sin expresar ningún  sentimiento. Es muy fuerte. No puedo atacar sin haberla estudiado. 

—Oye, Matthew, tranquilo —dice Geena—. Seguro que podemos llegar a un arreglo. No volverás a prisión.

Matt sonríe.

—Entiendo. Es esa parte de la historia donde el derrotado trata de negociar.

—Sí, así es —dice Geena.

—¿Saben? El año pasado recibí un guión. No lo produje porque me parecía súper machista.

>>Trataba sobre una mujer que era Presidente. Y era demasiado tiránica con sus subordinados. Un ministro orquesta un golpe de estado con un general.

>>El ministro le pone dos opciones sobre la mesa. Guardar prisión en una base militar donde todos la odian o… Ser liberada fuera del país. "Si quieres la segunda opción", dice el Ministro, "ponte de rodillas y abre la boca", el Ministro se baja la cremallera del pantalón.

>>No hay nada más placentero que someter a un tirano. Y aquí y ahora ustedes me la van a chupar. Porque es esa parte de la historia.

Geena se estremece.

 —Tranquila —un mercenario le pasa un folder a Matt—. Tranquila, Geena, hablo metafóricamente.

>>Quiero que se anuncie que he sido liberado y no solo eso, que seré el nuevo ministro de Arte y Cultura, he aceptado que después  de toda esta mala publicidad  no seré  senador.

—¡Imposible! No negociaré  más  contigo —dice el Presidente.

Matt arroja el folder sobre la mesa.

—En esas páginas están el nombre de todas las empresas que cesarán sus actividades en el país si ustedes no cumplen mis demandas. Colapsaré la economía. Habrá miles y miles de desempleados. Y ustedes serán señalados como responsables. Una recesión  sin precedentes. 

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora