2

688 26 3
                                    

—¡No me hagas daño, valquiria, por favor!

¿Valquiria?

Solo ha sido un rasguño en el brazo.

Estoy desconcertada. Matt está en un rincón cobijado por la oscuridad. Su mirada. Sus palabras. Ha perdido la razón. La destrucción del Palacio lo golpeó más fuerte de lo que pensé.

Está asustado. Pero eso no evita que sienta ira.

—¿Qué te pasa estúpido? —grito por error.

Matt se sobresalta y me apunta con el arma nuevamente.

Levanto mis manos.

—Oye, tranquilo.

Trato de acercarme. Todo sucede en un instante, demasiado rápido. No puedo evitarlo. El arma está frente a mí. Antes de cerrar los ojos, hay un dedo en el gatillo.

Es tarde.

Matt dispara y el balazo me destroza el oído. Mierda. Me ha pasado rozando. Estoy sorda.

Pasan unos segundos antes de que me recupere.

—¿Matt, no me reconoces? 

Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos.

Su trauma ha sido tan fuerte que ha enloquecido. Al punto que no me reconoce. Me ha olvidado. 

Me ha olvidado. Uno nunca olvida algo importante. No soy importante para él.

En sus ojos está claro; va a dispararme.

Las lágrimas brotan sin control.

Es un impulso. Pongo mi cabeza sobre el cañón de la pistola.

—Dispara.

Silencio.

Hace un mes no me reconocería. ¿Dispuesta a hacerme matar solo porque un hombre no me recuerda? 

¿Por qué?

No lo sé.

Sólo sé que él tiene algo, algo que me hace sentir a gusto conmigo misma. Y una vez que he conocido esa sensación, no puedo estar sin ella.

—Dispara. Pero antes que me mates, dame un último beso, por favor —suplico con un hilo de voz.

Matt se sobresalta. Se distrae. Con mi mano sujeto su mano, la que sostiene el arma. Aparto la pistola lentamente. 

Ya no va a dispararme.

Lo beso.

Es un beso profundo y apasionado. Como dijo el poeta: en un beso te diré todo lo que he callado.

Lo que ya no puedo callar. Lo que no puedo negar.

—Me gustas. Me gustas mucho —digo sonriendo.

Él está serio. ¿Qué pasa? ¿sigue perdido?

—Vas a matarme.

—No voy a hacer eso.

—Sí lo harás. Eres un soldado. Y tu jefa, a quién admiras mucho, dirige Los Ángeles De La Muerte. Ella te dará la órden y…

—No obedecería esa órden.

—Quisiera creerte.

El cañón del arma hostiga mis costillas. Me quedo indefensa. En shock. A merced del gatillo.

¡Vamos, Diana, haz algo! No te quedes quieta.

Va a matarte. 

—La mejor jugada sería eliminarte primero.

Me arriesgo.

—No puedes hacerlo.

—¿Por qué crees que no?

—¿Por qué te gusto mucho? Te gusto más que cualquier otra mujer que hayas conocido, ¿o no?

Silencio.

¿Qué pasa? No te quedes callado. Dime algo. Dame una respuesta. ¿Te gusto más que cualquier otra mujer?

Matt sonríe.

—¿Te imaginas tú y yo haciendo el amor?

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now