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_ ¿Que has sabido de tu padre, kendra?

Juego con el borde de mi vestido mientras observo la pared, mi pecho sube y baja por mi respiración calmada demostrando una paz que no estoy sintiendo. Mientras pienso, cuales serían las palabras adecuadas para decirle a mi psicóloga el estado de mi padre, en como decirle que todos los días me carcome la culpa de verlo en la cárcel, sin necesidad de tener que verle esa mirada de lástima que me dedica cada vez que tocamos ese tema, o que me tache de loca y me mande a un psiquiátrico.

Despegó la mirada de la pared para dirigirla a ella y dedicarle una de esas tantas sonrísas amables que e aprendido a dar a lo largo de toda mi vida y que me han salvado en más de una ocasión.

_ Esta bien, si sigue teniendo buen comportamiento saldrá libre en dos años.

Vuelvo a dirigir mi mirada a la pared, mientras me convenzo de que venir aquí es la única manera de mantener a mi madre tranquila y feliz. Porque desde que salí de casa, lo único que a hecho es vigilarme como si de una loca se tratara, cuando el único culpable de que todo esto pasara fue mi propio padre quien dejó salir a su mounstruo y no supo controlarlo.

O controlarlos...

Vuelvo en si, al notar la voz de mi psicóloga muy cerca, ignoro cualquier cosa que me diga y saco la servilleta que se encuentra dentro de mi bolso para limpiar las palmas de mis manos donde se encuentra la sangre que acabo de soltar por clavarme las uñas en esta.

Ya es algo normal, suelo hacerlo cuando tengo un ataque de ira o frustración. Pero es algo que nunca le e contado a nadie, pues si se lo digo a mi psicóloga está lo añadirá a mi expediente y ya no podré deshacerme de élla.

_ Creó que por el día de hoy hemos terminado.

Por fin.

Oculto la sonrisa que trata de salir de mis labios y me pongo de pie sin dejar notar mi desesperación por salir de allí y le tiendo la mano a mi psicóloga a modo de despedida, para luego agarrar mi bolso y literalmente salir huyendo de ese lugar.

No es uno de mis lugares favoritos.

Camino por las transcurridas calles de la ciudad, recogiendo mi cabello en una coleta alta en el proceso a causa del calor insoportable. Me detengo justamente frente a una de la librerías más reconocidas de la ciudad, me considero una adicta a la lectura porque de esta manera puedo desaparecer del mundo por horas, solo al concentrarme en un libro. No les niego que prefiero estar leyendo que haciendo cualquier otra cosa, así que me adentro a esta en busca de mi nueva adquisición. Aunque, los libros pueden llegar hacer un poco costosos, cada cierto tiempo me permito adquirir uno para ampliar mi colección.

Abro el primer libro que toco y me permito deleitarme con el olor que desprende gritando nuevo por todas partes, paso mi mano por la palabras escritas y sonrío porque muchas veces me e refugiado en la lectura para huir de mis demonios internos.

Aunque sea por unas horas.

Vuelvo a dejar ese libro donde estaba y me permito tomar otro, y así sucesivamente desapareciendo de el mundo, dejando que las horas pasen y permitiéndole a la noche llegar, lo noto cuando miro por la ventana de la librería y veo el atardecer, lo que me indica que en algunos minutos cerrarán la librería.

_ Hasta luego.

Me despido con la mano de la chica que me a atendido, mientras que en la otra llevo el nuevo libro que leeré apenas llegue a casa, camino a paso rápido por las calles de la ciudad, debido a que gaste todo el efectivo que tenía y no tengo para el taxi. Miro en todas la direcciones tratando de detectar algo fuera de lo normal pero no logro notar nada, así que relajo un poco mis hombros pero me tenso de nuevo cuando el frío de la noche me golpea y me estremezco recordando una de las noches que más e querido olvidar en mi vida, la noche en que perdí a una de las personas que más amo en mi vida.

Mi padre.

Por culpa de esos malnacidos lo perdí, hace años que esta preso y sin poder verlo porque el mismo me lo prohibió. Y saber que todo a sido mi culpa, hace que no pueda evitar el dolor que se instala en mi pecho cada vez que pienso en él y en las mentiras que e tenido que decirle a todos sobre que mi padre esta fuera del país porque hace años se separó de mi madre, todo por el simple hecho de que no soy capaz de decir que mi padre esta preso por asesinato.

¿Pero, a quien se lo voy a decir?

Si no tengo ni amigos.

Llegar a casa y sentirme sola eso también se a vuelto costumbre, la soledad es mi dulce compañera, la ama y señora de mi hogar. Desde que me mude aquí para huir de todo, me siento cada día más sola, aunque no es algo que me guste tampoco es algo que me disguste, pero es algo que pienso cambiar a partir de mañana. Ya que saldré a buscar un trabajo y pasare menos tiempo en casa por ende menos tiempo sola.

Lanzo mi bolso en el viejo sofá y camino a la cocina en busca de un poco de agua y ahí me quedo, analizando si de verdad debería dejar que alguien entre en mi vida. O quedarme sola para siempre junto a caramel mi gata y mi única compañía.

Eso me hace recordar que no le e puesto comida en todo el día, así que saco una lata de comida para gato y se la coloco en el tazón para luego colocarle un poco de agua limpia. Al cabo de algunos minutos la siento restregarse en mis piernas para luego empezar a comer.

Me quito los zapatos en la puerta de mi habitación y comienzo a desnudarme para disponerme a bañarme y allí frente al espejo de mi baño me permito observarme como lo e hecho millones de veces. Ya perdí la cuenta de las veces que me e visto en el espejo para tratar de autoanimarme con respecto a mi aspecto pero simplemente no a funcionado.

Agarro la toalla y entro a la ducha y ahí con la cabeza recostada en la pared de el baño me dedico a llorar, a tratar de drenar todo el dolor que e sobrellevado todo este tiempo. Las miradas de lastima de mi madre, las palabras de consuelo de mi psicóloga, los golpes de mis compañeros de preparatoria, el abandono de la única persona a la que e amado...

Definitivamente me encuentro sola, y sin ganas de buscar a alguien que me lastime aún más...

Insegura (#1 De La Bilogía Emocional)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora