Acostada sobre una tumbona, a la orilla de la piscina, me encontraba pensando sobre la situación en la que estaba mi familia. La casa entera se encontraba en completa calma.
Hasta que el silencio y mi tranquilidad fue interrumpida por una voz.
–¡Acassia! ¿Qué crees que haces, niña? –una figura tapaba los rayos del sol a los que había estado expuesta hace unos segundos, abrí los ojos sintiendo como la molestia inundaba mi cuerpo– Te dije antes de salir que hoy iríamos a donde los Park, debemos estar a las tres allá y falta solo una hora. ¡¿Que haces aquí tirada tomando el sol?!
–Anna y yo te dije que no participaría en otro de tus engaños. –Hablé pausadamente intentando controlarme, mi humor cambiando totalmente gracias a ella. -Deja de joder de una vez por todas.
Me levanté tomando mi toalla y cuando me disponía a entrar a la casa, unas largas uñas se clavaron en mi muñeca.
–No me hables de esa manera, soy tu madre y debes respetarme –nos mirábamos directo a los ojos, en mis ojos seguramente reflejando el rencor que le tenía–, recuerda que todo lo que hago es por ustedes y por mantener la posición de esta familia.
No se merecía el título de madre. No se lo merecía desde mucho antes de que todo se fuera a la basura.
–Creo que no estás haciendo un buen trabajo, madre. –Enfaticé sarcásticamente.
Me solté de mala gana de su agarre.
Antes de que pudiera quejarse, por la puerta del jardín entró mi hermana tomando la mano de su novio, ambos reían, al acercarse y ver nuestras expresiones, borraron las sonrisas de sus rostros. HoSeok al mirarme y darse cuenta que mi cuerpo solo lo tapaba un bikini color rojo, desvió la mirada y yo reí disimuladamente. No terminaba de caerme bien y no me gustaba el hecho de que saliera con mi hermanita, así que disfrutaba cada momento en el que se sintiera incómodo o intimidado por mi.
–Cassie... ¿Mamá? ¿Qué pasa? –EunBi hablaba en un tono bajo, preocupado.
–Al fin llegas hija... –Mi madre enseguida cambió su expresión y sonrió amablemente, o lo intentó. No se a quién trata de engañar, todos sabemos lo arpía que puede llegar a ser.
–Habla con tu hermana, debemos estar en lo de los Park en menos de una hora y ella aún no está lista. –Me lanzó una mirada envenenada antes de entrar nuevamente a la casa. HoSeok le dio un beso en la frente a Monie, antes de seguir a su suegra adentro, y dejarnos solas.
–Antes de que digas algo, no iré a esa casa. –Hablé, envolviendome en la toalla y recogiendo mi cabello en una cola. Me crucé de brazos esperando el sermón por parte de mi hermana.
–Acassia, ya debes superar tu odio hacia JiMin –rodé los ojos–, el chico no te ha hecho nada y tu lo has odiado por tantos años sin razón alguna.
Definitivamente EunBi era demasiado ingenua, claramente seguía creyendo en las buenas intenciones de nuestra madre, las cuales no existían. Mi hermana era muy dulce para ser capaz de ver la maldad que hay en el mundo. A pesar del comportamiento de mamá, ella le seguía teniendo cierto respeto por eso no se quejaba de todas sus acciones. Y también ignoraba el hecho de algunas cosas que yo cargaba con los años.
Mi "relación" con JiMin no tenía nada que ver con el motivo de que no quisiera hacerle caso a mi madre, o bueno sí, un poco. Es decir no es como que si bailaría de la emoción por verlo, prefería evitarlo como trataba de hacer constantemente, lo cual resultaba casi imposible teniendo en cuenta que asistimos a la misma universidad y que unos cuantos de sus amigos y la ilusa de su novia estudian lo mismo que yo -Negocios Internacionales- por ende lo veía seguido en mi facultad.
Nos habíamos visto algunas veces de pequeños, por nuestras familias y fuimos al mismo instituto, él un año más adelante. Lo odiaba simplemente por su manera de ser, en realidad yo odiaba a todos en aquel lugar, pero el chico se llevaba un porcentaje más alto. Era insoportable, se creía el rey de la escuela y que todas caían a sus pies, bueno muchas lo hacían, pero yo me consideraba lo suficientemente inteligente como para cometer ese error. Ese rechazo hacia su persona sigue intacto hasta el día de hoy, luego de tres años y medio.
–No es eso Monie –suspiré y pasé un brazo por sus hombros acariciándole el cabello–, sé cuales son las intenciones de Anna. –EunBi ya no protestaba cuando llamaba por su nombre a mamá, luego de tantos años ya era inútil hacerme cambiar.
–¿Y cuáles son, según tú?
–Las mismas que tuvo con los últimos tres hombres que pasaron por su ca–...
–¡Acassia! –me interrumpió con un chillido y yo reí levemente–, no tienes remedio. El señor SungJun era amigo de papá, además estuvo muy al pendiente de nosotras en aquel tiempo difícil. No creo que haya algo más. –Se encogió de hombros.
–Eso es lo que crees, pequeña.
–Anda, ve a alistarte ¿si? Hazlo por mi, sería de muy mal gusto que no fueras–. Ignoró mi comentario. No podía resistirme a ese tono dulce, así que asentí lentamente. Al fin y al cabo haría lo que fuera por ver feliz a EunBi, era lo único bueno que tenía.
Solo esperaba que Park JiMin no me molestara.
Ya en mi habitación y frente al espejo me encontraba admirando como se veía el vestido negro pegado, en mi cuerpo. Terminé de alisar mi largo cabello y tomé el frasco de perfume rociando un poco en mi cuello.
–Cassie, salimos en quince minutos–. La voz de EunBi se escuchó al otro lado de la puerta, seguido de un golpe leve.
De verdad odiaba el hecho de participar en este plan que se traía entre manos mi madre, porque sabía que era eso, un plan. La mujer no puede dejar su vida de lujos y comodidad por eso ha estado engatusando a hombres desde que mi padre murió, para que le den según ella, la vida que merece. Gracias a ella, entre algunas personas de estatus nos tildan de arpías y calculadoras, según otros más de vividoras. Ella si lo es, pero mi actitud y forma de ser hacia las personas en general dan a entender que soy igual, pero están equivocados.
Mi madre es la culpable en que me haya convertido en una mujer fría, sin sentimientos y que no se deja pisotear por nadie, aunque esto último se lo agradecía.
Mis padres se conocieron en un viaje de negocios, que hizo mi papá, a Brasil. Esa belleza latina capturó el corazón de Won YeongSok, un empresario importante en Seúl, vivieron su historia de amor durante un par de meses, luego mi madre quedó embarazada y decidieron venirse a Corea, a los meses nací yo, digamos que para mi padre todo era felicidad pero para mi madre era lo contrario, ella se sentía frustrada porque en sus planes no estaba tener una hija siendo tan joven y eso se vio reflejado tiempo después, ya con dos hijas y su falta de cariño e indiferencia hacia nosotras.
Al pasar los años, el matrimonio se volvió solo una apariencia, todos admiraban a la parejita feliz con dos hijas saludables y hermosas. Pero en casa las cosas eran distintas, mi madre constantemente discutía con mi padre, reclamándole que nunca quiso tener hijos, que se arrepentía de haberse casado con él, entre otras barbaridades las cuales, en reiteradas ocasiones, yo escuchaba escondida detrás de una pared con lágrimas en los ojos. Aunque para mi el amor de papá era suficiente.
Un día las cosas cambiaron radicalmente, EunBi con diez años y yo con doce, al llegar a casa del colegio nos enteramos de que papá había muerto de un paro cardíaco, lloré mucho ese día, al igual que mi hermana, para nosotras él era todo, nuestro héroe. Anna no lo hizo, mantuvo su postura indiferente durante el velorio y el entierro.
A la semana de lo sucedido, ella nos montó en un avión y nos mandó directo a Brasil, a casa de una tía. Ahí fue donde adopté el nombre Acassia y mi hermanita el de Simone, afortunadamente nos adaptamos bien en aquel país y pudimos conectar con aquellas raíces desconocidas para nosotras. También fue en ese momento en el que mi rencor hacia la persona que me dio la vida empezó a crecer. Nunca le perdonaría a esa mujer el que no nos quisiera, el que nunca nos haya abrazado o dado una pequeña muestra de afecto, el que solo haya seguido con papá por su dinero. En todos esos años dejé de ser la niña feliz.
BaeMin había muerto junto a su padre.
No permití que volvieran a llamarme por mi nombre.
Luego de tres años volvimos a Corea, nos enteramos de que papá, en su testamento, dejó establecido que su fortuna estaría repartida entre mi hermana y yo, al igual que la casa la dejó a nuestro nombre, fue inteligente. Solo una pequeña parte se la dejó a mi madre por lo que tiempo después, luego de gastarlo sin control, la viuda de Won YeongSok tuvo que buscar otros medios para poder mantener su vida de lujos.
Después de que volvimos, ella no pasaba mucho tiempo en casa, se iba por largas temporadas con algún hombre de dinero que caía en su trampa y cuando todo terminaba volvía para seguir con las apariencias de que éramos un familia unida a pesar del vacío que había dejado mi padre, y que ella era solo una pobre viuda que lo único que necesitaba era el amor de sus hijas para seguir adelante. Muchos se tragaban el cuento y otros no.
A pesar de tener mi propio apartamento, la verdad es que yo seguía en esta casa solo por EunBi, ella no quiso irse de aquí por el recuerdo de papá y yo nunca la dejaría sola con Anna. Mi hermana es una chica muy manipulable.
Me coloqué mis sandalias de plataforma, tomé mi pequeño bolso y salí hacia la estancia donde me esperaban.
Sería una larga tarde para mi.
Ya en las afueras de la mansión Park, nos encontrábamos dentro de la camioneta de HoSeok, esperando que abrieran el gran portón para ingresar.
–Acassia, cambia esa cara. Ah, y no quiero oír tus comentarios hostiles durante nuestra visita. –Anna que se encontraba de copiloto volteó su cuerpo para verme.
–Créeme que me muero por ver tu intento de coqueteo hacia el señor SungJun. –EunBi me codeó por mi comentario. HoSeok ahogó una risa y lo disimuló colocando los brazos sobre el volante.
Anna se limitó a chasquear la lengua y negar con la cabeza, en eso se escuchó el ruido del portón abriéndose, no empezaríamos otra discusión aquí. Se acomodó en su asiento retocándose el cabello, mientras la camioneta avanzaba por el camino que se encontraba a un lado del gran jardín.
Park SungJun un empresario, colega y amigo de papá. Poseía varios restaurantes tanto en la ciudad, como fuera de esta. Era viudo desde hacía muchos años y no se había vuelto a casar.
Tiene un hijo de unos trece años, JiHwan, y es tío de JiMin, lo único que sabía es que lo había criado desde pequeño, debió ser estresante criar a un ser como él.
Ahora sería la próxima víctima de mi madre, definitivamente ya no me sorprendía el nivel de cinismo de esa mujer.
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