• Atada a las sabanas de mi j...

By vanesswane

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A los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
AVISO
Informacion
INFORMACION 2

CAPÍTULO 51

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By vanesswane

Aterricé en Miami y los gritos de mi mejor amiga casi hace que nos saquen del aeropuerto. Louis estaba allí sosteniendo globos que decían "bienvenida" y flores. Que guapo mi mejor amigo. Ojalá me hubiera recibido así mi Erick. Entre abrazos y besos, poco logre hablar con Anto. Pero hoy mismo quería hablar con Erick, teníamos que solucionar esto. No podíamos dejar que todo se arruinara.

Aunque no había frío en Miami, el clima estaba perfecto y la Navidad ya se sentía. Muchas luces, adornos y árboles por todas partes. Y gente haciendo compras locas y apuradas. Eso me recordaba que no tenía regalo para nadie.

Llame a la asistente de Erick «que por cierto, aún la odio» y efectivamente el estaba allá. Joe aún no llegaba a Miami. Que desespero. Quería solucionar esto ya. Sentía unas mariposas en el estómago que más bien parecían rinocerontes.

Antonella me dejo en la empresa y fue a comprar almuerzo para ambas mientras yo solucionaba mis problemas con Erick. Subí hasta el piso donde estaba su oficina y todos me miraron extraño. Acomode mi vestido blanco pegado y mi chaqueta de cuero, tenía unas botas hasta las rodillas como si aquí hiciera un frío como el insoportable en Rusia. Pero no había tenido tiempo de ir a casa a cambiarme. Además de que parte de mis cosas aún estaban en casa de Erick. No sé que haría con eso. Camine hasta su oficina y abrí la puerta sin importarme si estaba ocupado o no.

Al frente de mi, solo logre ver una cabellera extremadamente larga y rubia. Y Erick del otro lado del escritorio. La chica volteo y sentía que la conocía, que la había visto antes. Tenía unos ojos grises y estaba vestida seriamente. Como si fuera empresaria o algo así. Una sonrisa se dibujó en su rostro. ¿Y está bruja que? ¿Cree que somos amigas o que? Erick se levantó y se notaba nervioso. Y camino hacia mi.

— ¿Que carajos haces aquí? – Susurró.

— ¿Quien es ella? ¿Y por qué estás tan nervioso?

La rubia «bien fea, por cierto» se levantó y movió sus desfiguradas caderas hacia mi. ¿Quién es está bruja y que se cree? ¿Una miss? Ni cuerpo tiene. Sostenía un maletín y una carpeta llena de papeles. No me interesa si hacía negocios con Erick. Tiene cara de bruja. Y de tucán también. Por esa nariz tan grande.

— Luego nos vemos, Erick – Le dio un beso muy cerca del labio. Si seguía así, le arrancaría las extensiones. Y le rompería la nariz de tucán.

— Hasta luego, Hilvana. Después continuamos la conversación.

Es que hasta el nombre es feo. Bruja, tucán y con nombre feo. No se en que pensaban sus padres seriamente. Me vio de pies a cabeza y su sonrisa se borro.

— ¿Puedes retirarte ya o tengo que llevarte hasta los elevadores? – La obstinación se notaba en mi voz.

Erick abrió los ojos como si hubiera dicho una barbarie y la bruja-tucán no me miro más a los ojos. Simplemente salió y cerró la puerta. Gloria Dios. Erick me dio la espalda y comenzó a caminar hacia el ventanal de su oficina.

— ¿Entonces? Dime de frente lo mismo que me dijiste por teléfono. ¿Con quien es que te estoy engañando?

— ¡Por dios, Gabrielle! – Pego un manotazo al escritorio – ¿A quien quieres engañar? Llevabas un tiempo engañándome con Joe, que nunca me di cuenta ni lo pensé fue por estúpido. Por amarte.

— ¿Y tienes pruebas? ¿O te lo imaginaste?

Las lágrimas ya querían salir. Pero antes quería meterle una cachetada porque la rabia ganaba en estos momentos. Tenía los sentimientos mezclados. Busco unas cosas en su laptop y luego la volteo hacia mi. Me acerqué para verlas mejor.

Una foto del almuerzo con Joe, donde se ve que me está poniendo el cabello detrás de las orejas. Otras donde toma mi mano. Y otras donde me ofrecía comida en la boca. Seguí pasándolas y habían fotos más viejas. Mías en la discoteca con el, también se veía Antonella y Louis. Joe llegando a mi casa. Y hay una en específico que si da a pensar eso.... Yo sentada en el taburete de un bar y Joe básicamente entre mis piernas y susurrando algo a mi oído. Parece un beso. Y si, la foto si se da a pensar mal. Todas están fotos son viejas. Estaba pero no con Erick. Y no éramos novios. Pero en ninguna tenía intención de ser algo más con Joe. Ni el de mi.

— Por dios Erick, esas fotos son viejas. Excepto las del restaurante, el fue a Rusia a verme y almorzamos juntos.

— A verte... Claro, como están juntos. ¿Y que más hicieron? Cuéntame. Porque es en el mismo hotel donde yo me quedaba cuando iba. ¿Te revolcaste con el en la cama? ¿Y cada vez que lo hacían no pensabas en mi? ¿En como me eras infiel?

Sin pensarlo ni dudarlo, mi mano fue enseguida a su rostro. El cachetón retumbó en toda La Oficina. La rabia me gano está vez. Básicamente me dijo puta. O algo peor. Ya no lo sé. Sus ojos se enfocaron en mi. Tenía la mejilla roja de la cachetada. Y no me importa. Era capaz de darle mil más si es posible. Por imbécil.

— Eres un idiota – Le grite – Deje mi maldita vida en Rusia por ti, porque luego de graduarme podía fácilmente devolverme y no lo hice. Por estar a tu lado. ¿Y me sales con esta idiotez? ¿Con que te engaño? Es que eres tremendo estúpido.

— Vete Gabrielle. No quiero saber nada de ti, más nunca. Me fuiste infiel con mi mejor amigo.

— Nunca te he sido infiel, ni con el ni con nadie. Me entregue a ti como antes no lo había hecho – Seque las lágrimas que salían por la rabia, y no por tristeza – ¿Y vienes a decirme que me "revolqué" con tu mejor amigo? Eres la peor persona.

— La peor persona eres tú. No te importaron mis sentimientos, no te importo que yo te amaba para hacer lo que hiciste. Tengo pruebas, Gabrielle. Maldita sea, vete que ya no creo en ti. No quiero volver a verte más nunca. ¿Me entiendes?

Tome mi cartera y camine hasta la puerta. Ya no me importaba nada. Me estaba botando de su vida. Y no creía en mi. Es que es un estúpido.

— Enviaré a alguien a recoger mis cosas en tu hogar y que las envié a mi casa, luego Antonella las envía a Rusia.

— Haz lo que quieras.

— Maldito el día en que conocí a tu padre, en que comencé a trabajar en esta empresa y el día en que te conocí – Salí y camine hacia los elevadores. No quiero verlo más.

Camine hasta donde mis pies me llevaran. Me sentía triste, desolada, sin ganas de seguir. Escuche un claxon detrás de mi e imagine que era el. Y no. Antonella me hacía señas. Me monte en la camioneta sin decir nada. Las lágrimas caían como una cascada. Mi mejor amiga solo me abrazo. Sé que no tiene palabras para este momento.

Erick

¿Ella cree que soy estúpido o qué? Mi mejilla ardía pero eso no me importaba. Me importaba el ver cómo se fue. Aunque no creo en ella, ni quiero estar una vez más con ella, me dolió lo que dijo. Se arrepiente de haberme conocido. Pero yo la bote. Borre las fotos que tenía en mi laptop de ella con mi supuesto mejor amigo. Y luego comencé a borrar las fotos que tenía de ella. Una a una. E incluso la de nosotros.

Joe entro como una furia y se postró enfrente de mi. ¿En serio? ¿El también vino a decirme que es mentira y todo eso?

— ¿Que quieres? – Pregunté sin ganas de siquiera escucharlo.

— Eres un imbécil. Un idiota. Un estúpido. ¿Realmente vas a pensar eso de Gabrielle?

— Todo eso ya me lo dijo Gabrielle, puedes ahorrártelo. Y puedes retirarte. No quiero verte a ti tampoco.

— Perdiste a la mejor persona que tenias en tu vida por ser un idiota y un desconfiado. Porque según tu, por ver unas fotos ya te es infiel.

— Ay Joe, deja el cinismo. ¿Para que vienes hasta acá a decirme todo eso? Te follabas a mi novia.

Solo sentí el dolor en mi nariz. Ni vi el puñetazo de Joe venir. Caí de culo y pegue justo contra el ventanal que estaba detrás de mi. A el si que le devolvería el golpe. Cuando lo intente, Hunter se atravesó entre los dos.

— Suéltame Hunter, lo voy a matar.

— Dile a Hunter lo que le hiciste a tu sobrina, a ver si el no te dirá lo mismo que yo. ¡Idiota!

Hunter se acomodó enfrente de mi y está vez, su semblante era otro. Joder. Este si golpea mucho más fuerte.

— ¿Que tiene que ver Gabrielle en todo esto? – Su voz ronca se escucho casi como un grito.

— Dile todo a Hunter, cuéntale de lo que nos acusaste, cuéntale de como botaste a su sobrina.

Si Joe no se calla, juro por Dios que le partiré la cara. Si es que Hunter no me la partía a mi primero.

— ¿Que coño le hiciste a mi sobrina? – Una vez más, su voz me asusto. Hunter siempre me ha dado miedo. Y ahora más.

— El gran Erick Thorne nos acuso a ambos de que nos "revolcamos" juntos. Boto a Gabrielle como si ella fuera un perro. Y pregúntale que más hizo. Tú no mereces ni llamarte hombre.

La mirada de Hunter no expresaba nada. Su ceño estaba fruncido. Me golpearía en cualquier momento, lo sé. Se volteo y salió de la oficina. No entendí.

— Ya no me interesa seguir hablando contigo, porque ni pareces Erick. Pero perdiste a una gran mujer por ser tan desconfiado, por pensar que ella te haría lo mismo que te hizo Bárbara. Y no es así. Esa mujer te ama como si no hubiera un mañana, daba hasta la vida por ti. Y tú la botaste. Le dijiste puta. Creyendo que se "revuelca" conmigo.  Soy tu mejor amigo, Erick. Jamás te haría algo así. Desde pequeños juntos, y siempre te he respetado todo. Nunca me he sobrepasado en nada contigo. Ni dinero, ni negocios y mucho menos mujeres. Nunca en la vida tocaría a la mujer que te cambio. Dejaste lo alcoholico y mujeriego cuando conociste a Gabrielle. Ella si te ama como ninguna otra mujer que tuviste en tu vida te ha amado. Y la perdiste. Por cabrón, inútil, imbécil y desconfiado. Espero que cuando recapacites, ella esté dispuesta a olvidar el pasado y todo lo que le dijiste. Cada palabra.

Joe salió de mi oficina y dio un portazo. Creo que se escucho hasta en otro país. Mi cabeza explotaría. Sentía rabia. E impotencia. Tal vez cruce el límite con mis palabras. Recogí mis cosas y me fui directo a casa. Hunter no estaba por ningún lado. El colmo es que el también me deje.

Llegue a casa y subí directo a mi habitación. Sin siquiera querer cenar. Aún olía a ella. A su perfume. En la mesa pequeña que estaba junto a la cama aún estaba su foto. Esa sonrisa única. Abrí el closet y salía aún más el olor a ella. Toda su ropa acomodada junto a la mía, ambos olores mezclándose. Desde que la conocí, supe que no me importaría volver a vivir todo esto una vez más pero con ella. Y me fallo.

Salí de la habitación, no quería seguir en un lugar que me recordara tanto a ella. Busque la botella y me senté en la soledad de la sala. Nadie estaba aquí. Ni Hunter. Si me emborrachaba y mataba a alguien, nadie me defendería. Y qué. Si la mujer a quien más he amado me falló.

Gabrielle

Me encontraba en el aeropuerto esperando el último vuelo a Rusia, era casi de madrugada pero era el único vuelo hoy. Quería irme ya... Pero también debía de volver por la empresa y por mamá. Joe, Antonella, Louis y mi tío estaban acompañándome. Ninguno quería que me fuera.

— Se que Erick es lo que te ataba a Miami. ¿Pero y nosotros? – Antonella me abrazo tal cual niña pequeña.

— Nena, no me voy por el. Me voy porque tengo que manejar la empresa. Te prometo que voy a volver.

Antonella lloraba cada vez que me iba. Está vez lloraba aún más porque sabía que no tenía fecha de regreso pero no me quedaba de otra. Llamaron a mi vuelo y mi tío se encargó de llevar mis maletas, sé que el iría a Rusia para compartir con nosotros. Pero ellos tres no... Tenían familia con la cual compartir y no podían dejarlos por viajar tanto tiempo hasta Rusia solo para verme.

Estás serían las peores navidades. Sin papá porque aún no aparecía. Mi relación había acabado. Mis amigos lejos. Seríamos pocos en casa. Aunque los años anteriores los había pasado con la familia de Antonella.

Cuando creía que tenía todas las respuestas, la vida me cambio todas las respuestas. Creía que había llegado a la máxima felicidad sabiendo que conocería a mis hermanos, que estaría más tiempo con mi padre y que estaría con Erick. Y no fue así. Papá se fue, aún no conozco a mis hermanos y Erick se alejó de mi. Me boto más bien. Mi alegría y consuelo en todo esto ha sido mi tío que nunca supe que lo era.

Así es la vida y así tengo que soportarla. Cuando estoy en el tope de la felicidad, algo me tumba y dejo de ser tan feliz. Esto es un aprendizaje. La vida me está dando una lección. Solo sé que tengo que concentrarme en trabajar y compartir con mi familia, hasta que papá llegue. Y conozca a mis hermanos.

Aquí, acaba mi historia con Erick. Pensé que sería larga, que tal vez nos casaríamos... Tal vez así era mi amor por el, pero me di cuenta de que a lo mejor yo me hice muchas ilusiones... Si nos reencontrábamos, no sé que pasaría. El en Miami, yo en Moscú. Ni yo lo buscaría, ni el a mi. Erick es extremadamente orgulloso, y el hirió horriblemente mis sentimientos. Nunca le perdonaría todo lo que dijo. Está vez, no volverían a jugar a conmigo.

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