CAPÍTULO 14

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Me desperté por el inmenso calor que tenía. Voltee y tenía a Erick durmiendo como un niño, básicamente amarrado a mi. Sus piernas enrolladas a las mías y sus brazos rodeándome. Después de la noche de ayer...

— ¿Que me estás haciendo, Erick? – Susurre mientras acariciaba su cabello.

Nada más se quejó y apretó más su agarre hacia mi. Como que para que no me fuera. Ojalá fueras así todos los días. Cuando fui a darle un pequeño beso en los labios, sentí que se movió y me pego más a el para que el beso no fuera simple. Que juguetón amaneció.

— Estás pálida. ¿Tienes hambre? ¿Te sientes mal? – Pregunto.

— Estoy bien, Erick. No te preocupes.

— Gabrielle, estas como el día en que te desmayaste. Son las 10, vamos a desayunar por favor. No quiero revivir ese día.

Su preocupación hacia mi hacia que mi corazón saltara y diera vueltitas. Tal vez es con Erick con quien tengo que darme la oportunidad una vez más en el amor... ¿O no? ¿O es nada más una relación de sexo? Es mi jefe. Sé que cuando el o yo no queramos más sexo, estaré patitas en la calle. No me afectara en lo monetario, pero me gusta trabajar... Así sea de asistente, aunque sé que en cuanto obtenga el título de mi carrera en Mercadeo, podré trabajar precisamente en eso.

Erick se levanto y se colocó los bóxers, dejándome con la simple sabana tapando mi desnudez. Salió de la habitación no sin antes lanzarme una sonrisa de las suyas, esas que te hacen morir. Agarre la camisa que utilizó la noche pasada y mi ropa interior. Al salir, me sorprendí con lo enorme y lujosa que es su casa. ¿No es muy grande como para que el viva solo? Dígame si estuvo casado. O si tuvo hijos. Jesucristo. Tuve sexo con mi jefe, del cual no sé nada, sólo lo he besado y conozco a sus padres, hermanos y abuelos. ¿Es eso suficiente para tener sexo con alguien? Baje a la cocina y mi Dios. Este es el paraíso de cualquier cocinero.

— ¿Que haces? – Pregunté al verlo revolver toda la cocina.

— Se que Stella deja los sandwich por algún lugar. Donde, no lo sé.

— No me digas que Stella es tu esposa... O tú novia... – Dije con miedo.

— ¿Qué? – Me vio fijamente y comenzó a reírse – No nena, claro que no. Stella o la sra Gales, a veces la llamo por ambas, es la ama de llaves. Ella cocina, limpia y todo eso. Porque yo no sé de eso en lo absoluto.

— Que respiro. – Solté un suspiro.

Se acercó a mi, nada más en sus bóxers, enseñando el cuerpo trabajado que tiene y me agarro por la cintura, pegándome a el. Me dio un beso de esos que te roban el alma, que te dejan loca, sin pensamiento alguno. El corazón me latía fuertemente.

— No tengo esposa ni novia, estoy soltero desde hace dos años. Una historia que no quiero recordar. ¿Entendido? – Asentí – Ahora cambia esa carita que no me gusta.

Me beso una vez más y está vez si me dediqué a ayudarlo a buscar todo. Pero cocinaría yo. Si cocina el, se queda sin casa y probablemente muramos de hambre o un incendió. A los minutos, se rindió y se sentó mientras que yo rebuscaba en todos los estantes y gavetas para encontrar lo que necesitaba.

— Tostadas, huevos revueltos y tocino es el desayuno de hoy. ¿Te parece?

El asintió emocionado mientras me veía cocinar. Atendió un par de llamadas de la empresa y otras de su familia que hoy lo esperaban para un almuerzo. Luego de la noche de ayer, me di cuenta de la gran familia que tiene. A pesar de los lujos, son tan unidos. Me hubiera gustado llevar una vida así en Rusia. A pesar de que mamá y papá nos consentían todo a Vanessa y a mi, rara vez en la vida salíamos juntos un domingo, o papá cocinaba para todos «y si que sabe cocinar bien, lo heredé de el», hacíamos pocas cosas en familia. La mayoría eran asistir a eventos los 4 juntos, celebrar los cumpleaños, o algún evento así planificado por mamá.
Serví el desayuno en cada plato y al menos, había jugo de naranja fresco en la nevera.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Where stories live. Discover now