CAPÍTULO 50

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Los días pasaban y sentía que cada vez me sentía más sola. Erick se fue a Estados Unidos a los días, el también tenía compromisos allá. Mis queridos y locos amigos me llamaban casi que todos los días llorando por mí. Sentía unas ganas enormes de devolverme pero era imposible.

Desde que papá se fue, no supimos de el. No nos llamaba ni enviaba un mensaje, y la calma era mamá diciéndonos que estaba bien y ese era su trabajo. Trataba de mentalizarme todos los días con eso para no perder los ánimos «más de lo normal» y volverme loca.

Mi cargo en la empresa llego de sorpresa pero bien recibidos por todo, o eso creía yo por ser hija del dueño. No fue fácil levantarme el primer día y saber que tenía que llegar a dirigir una gran empresa. Mamá me ayudaba porque tenía experiencia y a veces Erick me explicaba. Sin ellos se que esto se hubiera ido a la quiebra porque no sabía hacer exactamente nada, al menos ya aprendí.

La Navidad se sentía cada día más. Aunque con la tristeza de que no sabíamos dónde está papá. Faltaban solo dos semanas para la noche buena y yo aún no sabía que sería ese día. Sin mi padre aquí.... Sin saber si Erick vendrá porque el también tiene familia... Con un loco detrás de mí. Dios. Siento que este año me ha hecho la vida de cuadritos. Aunque conocí al hombre más especial de mi vida.

La asistente de papá «que ahora es la mía, pero no me acostumbro» entro a la oficina un poco acalorada. Que extraño. No la trataba mucho, solo lo laboral.

— ¡Hay un hombre guapísimo buscándote! – Susurró.

— ¿Hombre guapísimo? ¿Quién es?

Mi corazón se aceleró nada más al pensar que podría ser Erick. Joder. Después de casi un mes vino a Rusia.

— Ya le digo que entre, señorita.

Salió apurada y a los minutos escuche la puerta. Mi corazón se calmo, pero seguía emocionada. ¡Joe había venido! Y si que estaba guapo. Obvio, es mi amigo.

— ¡Gabrielle Anastasia! – Gritó y corrió a abrazarme.

— Sabes que odio que me digas Anastasia.

— No me interesa, siempre te diré así. ¿Como estás pequeña? – Me dio un sonoro beso y se sentó al frente de mi.

— Jodida pero feliz, creo. ¿Y tú? ¿Que haces aquí?

— Vine a verte, tonta. Se te extraña un montón allá. Antonella está que se pega contra las paredes y Louis la consuela, un desastre.

Y si mi loca amiga supiera que también la extraño, que aquí no tengo una amiga como ella y que quiero salir a bailar en alguna discoteca, sé que seguro ya estuviera aquí. Tomaría el primer avión.

— ¿Te gusta la vida de empresaria?

— Normal, pero es lo que me toca – La tristeza se escuchaba en mi voz.

— ¿Y Erick?

— Lo extraño a morir, hablamos todos los días... Pero no es lo mismo.

Sé que Joe me entendía. Y sé que sabía ambas partes. La mayoría de su día estaba con Erick... Y esa quería ser yo. Tome una foto y se la envié a Antonella. Sé que seguro nos mataría.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Where stories live. Discover now