CAPÍTULO 29

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Aeropuertos. Los amo. Es donde más me gusta estar... Según mi papá, nada más me gusta montarme en un avión para llegar a un destino afrodisiaco como dice el. Creo que es así. Lo único es, que está vez, es para despedirme por un tiempo. Antonella lloraba como si no me fuera a ver más, Louis la consolaba y al mismo tiempo me decía que me quedara, mientras que Joe estaba molesto porque no le parecía que me fuera por Erick. Mi amistad con ellos tres es tan fuerte que ni porque yo estuviera en cualquier parte del mundo, se destrozaría. Y saben que en dos meses me volverán a ver. ¿Definitivo? No lo sé. No se si volveré a Miami para quedarme una vez más. Tal vez me quede en Rusia, o tal vez vaya a otro país para seguir con mi vida. La única razón por la que volveré a Miami es por mi graduación. Joe entregó mis maletas y nada más esperábamos a que llamaran mi vuelo. Tenía a Antonella encima de mi abrazándome y pidiéndome que no me fuera casi que a gritos. Todo el aeropuerto nos veía fijamente.

— Te dije que volveré, Antonella.

— Yo no quiero que te vayas... No tengo otra amiga que no seas tú. Además de estos dos locos. ¡No puedo robarme ropa de sus closets!

— Son solo dos meses... Anto, ya no llores.

— Dos meses sin fiestas, sin ropa linda y sin ti. ¡Mi vida es más que triste sin Gabrielle Sokolov! – Chilló y todos voltearon a vernos.

La abrace intentando calmarla. Llamaron a mi vuelo y de una vez comenzó a chillar más. Dios mío. Nos sacarían del aeropuerto por sus chillidos. Los tres me apretujaron y me dieron besos como si no hubiera un mañana. Me acompañaron hasta la puerta de embarque. Ya allí, no podían entrar conmigo. Respiré hondo y me voltee. Dejaba Miami atrás, y a mis amigos. A Erick. A todos.... Maldición. Quería llorar.

— Los amo. Prometo llamarlos en cuanto esté en Rusia. – Los tres asintieron y me abrazaron fuertemente.

— Prometo no decirle nada a Erick de que te has ido. Haré que sufra – Joe me hizo reír ante su comentario.

— Son solo dos meses. Luego estaré aquí e iremos a muchas fiestas, ya no llores.

— Te extrañaré muchísimo, bombshell.

Me despedí finalmente y camine hacia la puerta, entregue mis boletos y seguí. Si miraba atrás, me quedaría. Y no quiero eso. Busque mi respectivo puesto, y guarde mi pequeña maleta de mano. Me senté y espere a que el avión se terminara de llenar para poder despegar... Lo estaba dejando todo atrás. No sé si por cobarde, por no querer ver más a Erick, por tonta, o porque simplemente este sentimiento podía más que yo. Pero me sentía triste, abatida.

Erick

¡Maldición! Que frustrado me siento. No me contesta el teléfono, Hunter la fue a buscar a su casa y no está. Dios mío. Donde se ha metido. Los nervios me consumen. Lo he arruinado totalmente. La he perdido. Y por estúpido. Por idiota. Quiero verla, ansío verla. Necesito disculparme. ¡Ella ha sido lo más verdadero que he tenido en mi vida! Y la he dejado ir. No pude decirle lo que quería escuchar. El miedo me gano. ¿Como pude pensar que ella sería como Barbara y me dejaría luego de decirle que la amo? ¿Que tan idiota soy? Ni la merezco. Pero la quiero a mi lado. Tal vez Joe sabría dónde está.

— ¡Hermano! Tenía rato sin saber de ti. ¿Que haces?

— Joe... No sé nada de Gabrielle, estoy preocupado y ayer lo arruine. Y la aleje de mi lado. ¿No sabes dónde estás? Ayúdame, por favor.

— No Erick, ella no me dijo nada. Ni la he contactado. ¿Que hiciste?

— Ven a casa. Aquí hablaremos.

— Está bien hermano, yo llevo la cerveza.

Los nervios me consumían y caminaba de un lado a otro. ¡Quería encontrarla! Es eso lo que me interesa ahorita. Parecía un loco. Y es esto lo que ella causaba en mi. Ansiedad al no saber dónde está. Necesito tenerla junto a mi. No lejos. Y tampoco imaginar que está con otro. Siento que los celos me consumen. Y el miedo también.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Où les histoires vivent. Découvrez maintenant