CAPÍTULO 22

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Mis días con Erick cada vez iban mejor, algunas veces dormíamos en su casa, otras veces en las mías. El se veía atento y en muchas ocasiones se mostraba detallista. Antonella no paraba de repetirme que estaba enamorado de mí. Louis decía lo mismo y Joe se había vuelto inseparable conmigo. A Erick a veces se le salía lo celoso «y eso demostraba que lo que sentía por mi superaba una simple atracción», no me había conseguido más a Elliot. Y ya Erick se había calmado un poco más, pero igual tenía un bulldog atrás siempre. Así le digo al guardaespaldas que colocó. No me gustaba esto. Está vida la había dejado en Rusia. Papá siempre corrió peligro y la familia estaba involucrada, siempre teníamos que tener un guardaespaldas atrás. No había vuelto a trabajar, no porque yo no quisiera, si no porque Erick prefería que no fuera, a veces me la mantenía ocupada con Rossie y en una que otra ocasiones salía con su mamá. Para ellos yo era la novia de Erick. Aunque nosotros no habíamos formalizado nada.

— ¿Donde te encuentras, nena? – Me pregunto Erick vía teléfono.

— En casa, preparando el almuerzo. ¿Tú donde estás? ¿En La Oficina?

— Sí nena, voy saliendo de una reunión. Almorzaré allá, tenemos que hablar.

— ¿Que sucede, Erick? No me asustes.

— Hablamos en casa, ya estoy saliendo. No te asustes. – Lanzó un beso y luego tranco.

Ciertamente, si tenía cierto susto en mi corazón. ¿Y si era algo sobre Elliot? Dios. La seriedad con la que dijo todo, sé que a lo mejor no es algo bueno. Termine el almuerzo, para complacer a Erick hice pollo horneado. Parece un niño pequeño cada vez que come pollo. Y me encanta. Aún no se bien cuáles son mis sentimientos hacia el o los de el hacia mi. Pero esto que somos me gusta. Aunque tampoco tiene nombre lo que somos. ¿Amigos con derechos? ¿Amigos con beneficios? ¿Novios? A veces descifrar a Erick es difícil. Más cerrado que un coco. Escuche la puerta principal abrirse y enseguida, mi chico entro con su típico traje negro y atrás de el, Hunter. Ya lo quería un poco más. Y ya lo había aceptado. Sostenía unas carpetas, seguro del trabajo.

— ¿Es pollo horneado, verdad? – Asentí y enseguida una sonrisa se asomó en su rostro.

— Si no venías, pretendía llevarte el almuerzo al trabajo – Lo bese gustosamente y luego se sentó en el taburete.

Comenzó a hablarme de lo que había sido su día, de los trabajos, reuniones y un sinfín de cosas más mientras yo servía el almuerzo. Hunter comió en el comedor para no molestarnos, según el y las normas de Erick. Yo las respetaba porque no podía pasar por encima del jefe. Ver la cara de satisfacción de Erick por mi comida era más que suficiente. Parecíamos una pareja normal. Solo faltaban los niños corriendo por la casa. ¿Casados y con hijos? ¿Erick y yo? No lo sé. No sé si nos veía así. Recogí los platos y los deje en La Cocina, luego los lavaría. Erick se veía ansioso por hablar y quería salir de dudas. Hunter se encontraba a unos escasos metros de nosotros.

— Nena... Esto que veras no es fácil. Y créeme que yo también he intentado entender que es pero no lo logró.

— ¿Que me estás queriendo decir? – Susurre.

El me pasó las carpetas que tenían pocos papeles. ¿Acaso esto tenía que ver con Elliot? ¿O a que venía esto? Abrí las carpetas con miedo, sin saber que me encontraría.

— ¿Catalina y Nicolai Sokolov? ¿Quienes son ellos?

— Tus hermanos menores.

Sentí que el mundo se me paralizo. ¿Hermanos? ¿Tenía más hermanos? ¿Y jamás nos hablaron de ellos? Seguí leyendo y efectivamente, ambos habían sido presentados por mamá y papá.

— Nacidos en Rusia, son morochos... 17 de junio de 1998. Presentados por Dimitri Sokolov y Jessica Hunter. Yo estaba pequeña, tenía sólo 4 años. Con razón no lo recuerdo. Pero Vanessa tenía 8 años, si debe de recordarlo. ¿O no? Si no, me lo hubiera dicho ya.

Mi mente se había convertido en un lío. Y tenía unas ganas inmensas de llorar. ¿Acaso ellos nos habían ocultado esto todo el tiempo? ¿Y donde estaban ellos? En ninguno de los papeles decían que habían muerto. Estaban vivos y sin sus padres... ¿Que clase de vida es esa?

— ¿Como lo sabes? – Pregunté sin que me quedara nada por dentro, estaba ardiendo de la rabia.

— Cuando revise tu expediente en la empresa, decidí saber un poco más de ti y me entregaron eso.

— ¿Ahora revisas mi vida como un detective privado? – Alce la ceja y el solo asintió – ¿Hay más información sobre esto?

— No nena, no dice donde vive ni con quién. Es escasa la información.

Como haría para procesar todo esto, no lo sé. Sé que estaba ardiendo en rabia al saber que mis padres me ocultaron esto. Y no podían decir otra cosa, si claramente dice que ambos fueron presentados por ellos como sus hijos legítimos. Y en Rusia. Justo en la clínica donde nacimos Vanessa y yo. ¿Coincidencia? No lo creo.

— Tengo que ir a Rusia a aclarar esto.

— No... No quiero que te vayas.

— Lo se, pero esto es algo que tengo que aclarar quiera o no. Esto me está atormentado la cabeza. ¿Como pueden ser capaces de tener hijos y no hacerse responsables de ellos?

— No los juzgues, Gabrielle. No sabes ni la razón de porque han hecho eso. O de lo que sea que ha sucedido.

— ¿Acaso eres ahora el defensor de mis padres? No tienes ni idea de cómo son ellos.

— No soy su defensor, pero no los pongas como los enemigos que crees que son – Alzó su voz.

— ¡Erick por Dios! Ni los conoces, no sabes cómo son ellos realmente. ¿Que crees? ¿Que son santos de mi devoción? – Grité – No conoces nada de ellos ni de mi. No sabes nada.

Erick se veía molesto y al mismo tiempo dolido por mis palabras. Mierda. Está vez dije cosas que no debía. Sinceramente, el tema de padres, hermanos y así es algo muy delicado para el que defendía hasta la muerte. Pero está vez yo no lo apoyo. Papá y mamá no han hecho todo bien como el cree. Y aunque le estoy ocultando parte de mi vida, sé que si se llega a enterar, a lo mejor entendería. Ninguno de los dos decía nada, sólo nos fulminábamos con la mirada.

— Tienes el jet listo para irte cuando quieras – Se rasco la cabeza con un gesto que no me gustaba – Me voy, mañana hablamos y me dices cuando tengas fecha para irte.

— Erick no... No quise gritarte ni decirte todo eso. Simplemente estoy molesta, asombrada, esto me agarro fuera de base.

— Es que tienes razón, Gabrielle. No sé nada de ellos, no sé nada de ti. ¿Por que discutir? Es así.

— Erick, no es así – Cuando intente acercarme, se alejó un poco más de mi – No te alejes.

— Mañana hablamos, cuídate.

Me dio un simple beso en la frente y se retiró de mi casa. Dejándome sola, sin habla y vuelta un lío. Pero está vez le he hablado mal. No me he contenido. Ni supe controlar mi rabia. Pero es que esto... ¡No es fácil! Y el debería de entenderlo. Si fue a quien le llego la información. ¿O no? Mi Dios. ¿Es en serio? ¿Todo va bien en mi vida y algo debe de arruinarlo? Si realmente ellos son mis hermanos, estaría feliz, pero al mismo tiempo queriéndolos matar a todos porque me lo han ocultado. Porque papá y mamá los han alejado de nosotros. Porque no crecieron con su familia. Tal vez mañana llame a Vanessa antes de decidir ir a Rusia. Esto debía de aclararlo. Pero primero tengo que lograr que Erick se desenfade conmigo.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Where stories live. Discover now