A los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la fortuna y de todos esos eventos a los que no quería asistir. Se embarca a una nueva aventura y termina en Miami, sin conocer nada ni nadie...
Los viajes de delegaciones y trabajo habían acabado. Por fin. Aunque me encanto conocer diferentes países, también me canse y al llegar a Estados Unidos, tenía mucho trabajo que hacer. Pero luego de eso. ¡Iría a Rusia! Es lo que más me alegraba. Y en dos meses era mi graduación. Y según Erick, sería el primero en estar ahí. Tenía muchos ánimos de estar ahí. Luego de su declaración en Alemania, entre nosotros todo había cambiado, no había sexo ni éramos novios, pero su manera de verme había cambiado. Estaba más pendiente de mi, de mis comidas y mis medicinas, de mis exámenes médicos. E incluso, cuando llegamos a Miami enseguida se encargó de colocarme un seguro de vida «literal, de por vida» para que mis gastos en clínicas, exámenes y medicinas corrieran a su nombre y yo no tuviera que pagar nada. Mi hermana luego de saber eso juro y perjuro que Erick está enamorado de mi. No lo creo posible. O es que no lo veo así. Hoy tenía una cena con Antonella y Louis, mi mejor amigo americano. Se volverían locos si no les contaba sobre mi viaje y lo que sucedió con mi jefe. Antonella también cree que Erick está enamorado de mi. ¿Por qué todos lo ven así? Yo no lo creo posible.
— Gabrielle, ya está todo listo. Puedes retirarte y descansas, sé que te he sometido a mucho trabajo. – Paso su brazo alrededor de mi y me beso.
— No me beses en el trabajo, Erick. Ya te dije lo que pienso sobre eso.
— Estamos en tu oficina. – Me beso una vez más y luego me agarro el trasero – Me da igual lo que piensen ellos. Soy el jefe.
— No te pases, Erick.
— Ajaaaa, me imagino que no te gusta. – Enseguida me sonroje – ¿Te llevo a casa? ¿Que harás hoy?
— Tranquilo, he traído la camioneta. Saldré a cenar con Antonella y Louis.
Como no dijo nada, voltee a verlo y su ceño estaba fruncido, había dejado de tener la sonrisa en el rostro y se veía molesto. No entiendo. Definitivamente no entiendo. ¿Que dije o hice que le molesto?
— ¿Que paso, Erick?
— ¿Quien es Louis? – Se cruzó de brazos.
— Es mi mejor amigo, Erick. ¿Que pasa con el?
— Nada, Gabrielle. – Me jalo por el brazo y me pego a el – Hueles delicioso.
Nos quedamos así como por unos minutos más hasta que escuche mi barriga quejarse. Era tiempo de comer ya. No quería que sucediera una vez más lo que paso en Múnich.
— ¿Cuando planeas irte a Rusia? He dado la orden de que te vayas en el jet privado.
— No tengo fecha aún, cuando termine todo el trabajo aquí.
No dijo más nada sobre el tema, se despidió con un beso y se fue a su oficina. El si que es extraño. Muy extraño. Agarre mis cosas y salí disparada de la empresa. Quería un descanso y chacharear con mis mejores amigos. Como siempre, Antonella ya estaba en casa esperándome. Me bañe, arregle mi cabello y me vestí.
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