A los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la fortuna y de todos esos eventos a los que no quería asistir. Se embarca a una nueva aventura y termina en Miami, sin conocer nada ni nadie...
Erick se iba hoy a Miami y creo que nada me tenía más triste. Ya había pasado mucho tiempo aquí y era hora de que volviera al mando de su empresa, aunque su papá no tenía problema alguno, el se había hecho responsable y no la dejaría. Y pronto nos veríamos allá. Yo tenía que ir en una semana para mí graduación. Pero antes, estaría en Londres. Mi cuñado los consiguió en una universidad de arte en Londres. No me imaginé que serían exitosos.
— No quiero dejarte aquí... – Susurró en mi oído.
— Lo se, mi amor. Pero ya mañana me iré a Londres y luego a Miami. No es mucho tiempo.
— Para mí si lo es. Quisiera quedarme contigo, pero no solo la empresa necesita de mi atención, la universidad también. Han pedido que Joe y yo estemos allí, algunos asuntos que atender.
— En cuanto llegue a Miami, tengo que comprar el vestido para la graduación – Cambio la cara cuando se dio cuenta que lo llevaría de compras.
— Está vez, me gustaría ir de compras contigo. Solo para que no vuelvas a elegir un vestido como el de la fiesta de tus padres, todos tenían la mirada en ti.
Cuando estaba celoso es lo más tierno. Enseguida hacia pucheros sin darse cuenta y parecía un bebé. Me encanta. Nos acomodamos mejor en los asientos de la parte privada del aeropuerto esperando a que terminaran de revisar su avión privado y así el pueda volar tranquilamente. Me pegue más a el y lo abrace más fuerte. No quiero que se vaya.... Nuestros días han sido únicos. He conocido a un Erick que no pensaba que existía. Y me siento totalmente enamorada de él. Tal vez el no me ha dicho lo que siente por mí, pero sé que si allí dentro si hay algo de amor por mi. Lo delata su sonrisa y los millones de detalles que tiene hacia mi.
— Antes de irme, quiero entregarte algo.
Se acomodó y se soltó de mi agarre para buscar algo en su bolso de mano. Saco una pequeña cajita roja de terciopelo. Me la entregó y tenía ciertos nervios.
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— Erick... Es hermosa – Dije casi sin habla – ¿Como hiciste para comprarla si yo estuve todo momento contigo?
— Nena, la compre en Miami. Pensaba dártela el día de la fiesta o si te veía antes.
— Gracias cariño, gracias por esto – Lo llene de besos y el solo se reía.
Me coloco la pulsera y luego me abrazo, como si yo fuera una niña pequeña. No quería que se alejara mío. Quería tenerlo junto a mi. Y quería que me acompañara a Londres. Pero sé que no podrá... La empresa demanda que el este allí y ante eso, no puedo hacer nada. Al rato, un chico se acerco y le hizo señas. Mierda... Ya se va. Me levante antes de que me dijera algo y me miró extrañado.
— El avión está listo, ya te vas – Hable sin ganas.
— Pequeña, mírame... – Levantó mi rostro hacia el de el – Son solo unos días. Luego nos veremos y celebraremos tu graduación.
