CAPÍTULO 10

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El día anterior por Múnich había sido fantástico, conocí lugares que se que no olvidare e incluso, mi jefe gruñón accedió hasta a tomarse fotos conmigo. El señor millonetis compro una cámara Nikon que le salió en unos cuantos «miles» euros para el pequeño viaje. Hoy el día había sido de reuniones, de anotar, de traducir de alemán al inglés... Y en todo momento, Erick pendiente de mi, de comer a la hora, de los medicamentos y ahora era amigo de mi hermana. Ella se había dedicado a llamarlo a el para saber de mi... Que belleza. Los mejores amigos.

— ¿A que hora salimos a Portugal?

— A las 9:00 PM para que lleguemos en la mañana. ¿No tenemos más reuniones, verdad?

— No que yo recuerde, Gabrielle.

— Iré al jacuzzi del Spa, escuche que es buenísimo.

— Claro... Está bien... Diviértete. – Dijo incomodo.

Me coloqué el traje de baño rápidamente y por encima un simple camisón que llegaba justo 1cm más abajo de mi trasero. Erick vigilaba cada movimiento que hacía y su vista no se despegaba de mi, por más y según el, estuviera trabajando con la laptop. Salí sin decirle nada, y me dirigí al Spa que este hotel casi 10 estrellas tenía.

Luego de un jacuzzi buenísimo, mascarillas y masajes, camine rumbo a la habitación. Sé que llame la atención de varios alemanes con el camisón tan corto que tenía por lo que camine más rápido. Es incomodo. Entre y escuche la voz de mi jefe, seguro estaba hablando por teléfono. Por lo que no hice ruido alguno.

— Barbara, no hablaré de eso una vez más. ¡Da el tema por muerto! Entre tú y yo no habrá más nada.

Mi Dios. ¿Por qué estoy escuchando esto? ¿Como salgo de la habitación? Trágame tierra. Primera vez que veo a Erick tan furioso.

— No me llames más nunca, no atormentes ni a mi familia ni a mi. – Se volteo y me miró.

Sé que mis mejillas seguro están rojas. Que vergüenza. Debe de saber que escuche su conversación con quien sea que está hablando, como mínimo me dice todo.

— Búscate a otro hombre que te mantenga. ¿O es que ya Dereck no te da lo tuyo? Yo tengo una pareja a la cual respeto y no le daré razón de pelear porque tú me llames. – Tranco.

Lanzó el teléfono contra la cama y se llevó las manos hacia el cabello, jalándoselo frustrado. Sus ojos abiertos enormemente me miraban y yo no sabía que decir. Nada salía de mi boca. Camino con paso decidido hasta donde estaba yo hasta ponerme de espaldas a la puerta. Puso las dos manos contra ella dejándome sin escapatoria alguna.

— Te quiero besar, hasta que no te quede aire en el cuerpo. Y probablemente me cachetees por eso. – Confesó sin escrúpulos.

— Erick... – Pegue mi rostro al de el – Dime que no me besas porque acabas de hablar con tu ex... Y sé que es así por lo que le decías. No porque revise tu vida privada.

— No, no te quiero besar por eso. Quiero besarte porque desde que te conocí me atraes como ninguna mujer me ha atraído.

Se me fue el aire al escuchar eso... Que declaración tan fuerte. Lo tenía tan cerca y tan lejos. Sus labios tan cerca míos y no sabía si besarlo o quedarme justo donde estaba. Aunque mi conciencia no me dejo besarlo, el si se abalanzó contra mi y comenzó a besarme con ganas, con apuro, pero no pude seguir...

— Erick... Le acabas de decir a tu ex que tienes una pareja y me estás besando. No sigamos con esto, por favor. – Baje el rostro para mirar nuestros pies desnudos juntos.

— Dije eso porque te estaba mirando a ti... – Alzó mi rostro – Bésame.

— ¿Qué? – Pregunté incrédula

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Where stories live. Discover now