CAPÍTULO 7

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El Jet Lag y la pelea con mi jefe no me había dejado dormir en paz. Estaba tomando café desde el balcón de la habitación, y sinceramente, Madrid era increíblemente hermoso. No sé porque antes no había venido. O es que papá solo le gustaban los lugares como Alemania, Suiza y así. A las 7:30 ya había decidido ducharme y arreglarme. La mañana estaba fresca pero probablemente más tarde estaría España hirviendo. Busque algo que ponerme que no me diera calor y acorde a la reunión a las que asistiría.

Después de maquillarme sencillo, busque mi teléfono, la cartera, el portafolio y la agenda

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Después de maquillarme sencillo, busque mi teléfono, la cartera, el portafolio y la agenda. Todo lo necesario para la reunión. Me veía sencilla pero adecuada para las reuniones. Llegue al restaurant para desayunar tranquila y esperar al petulante de mi jefe con el cual no quería hablar. No luego de lo que sucedió ayer. Y su manera de hablarme.

Después de disfrutar mis ricos huevos revueltos y las frutas, tuve de frente a mi jefe. Con su sexy traje azul y la camisa blanca. Jodidamente guapo pero jodido de la cabeza. Tenía el cabello despeinado y un aspecto de que no había dormido bien. Lo ignore y seguí tomando mi jugo de mora. Mi favorito sin duda alguna. Erick no dijo nada y simplemente se sentó enfrente de mi, pidió su respectiva comida y luego dejó su mirada fija en mi.

— Gabrielle... Discúlpeme, le hable muy mal ayer y lo sé. Es que, estaba frustrado al tener la presencia de Elliot.

— Tranquilo, señor Thorne. Ya pasó.

— No paso. Sé que si no decía que eras mi mujer, Elliot iría tras de ti, te acosaría, hasta haría cosas que no quiero imaginar... – Cerró sus ojos.

Mierda.... El tal Elliot si que había hecho algo grave como para que Erick se pusiera así. Y aún más, se molestara al pensar que Elliot iría detrás de mi. Pero está vez, no preguntaría, no quería otra contesta como la de ayer. Prefiero que la duda me coma viva. El desayunaba tranquilamente y yo simplemente lo veía... Dios, si que era guapo. Jodidamente guapo.... Sus labios gruesos, su barba... Hasta sus gruesas cejas me encantaban. Mierda. No sé que estoy hablando.

— Han arreglado la sala de reuniones del hotel, a las 9:00 estaremos allí. Luego a las 12:00 tenemos un almuerzo en una empresa y a las 3:35 tenemos otra reunión aquí mismo. Luego de la ultima reunión estás libre, por si quieres hacer algo más.

— Gracias, señor Thorne.

El solo asintió y siguió comiendo. Que antipático usssssssh. ¿Será que lo mato? ¿Acaso no puede decir algo más? Me obstina. Este hombre me vuelve loca. Y no sexualmente. Creo.

~

Estaba horriblemente cansada, las reuniones me habían dejado mongolica. La cabeza y los pies me dolían horriblemente, dígame los oídos, escuche de todo. Y anote también. Debía de hacer parte de la traducción porque muy poco español habla mi jefe. Y los socios hablan poco inglés. Un pequeño desastre pero todo salió bien. Eran las 5 y ya estaba libre, así que decidí ir a la piscina del hotel. Mañana teníamos una última reunión y luego en la noche nos íbamos a Alemania.

Me coloqué mi traje de baño azul eléctrico que hacía notar más mi cuerpo trigueño. Ya veo porque todos preguntaban si realmente era rusa.... No era catira ni de ojazos azules y mucho menos de una piel blanca leche. Luego de acomodarme el traje de baño de dos piezas, me puse por encima un transparente vestido color rosa pálido que dejaba ver más el traje de baño y mi cuerpo.

Pedí un cóctel en el bar de la piscina y me acomodé en la silla de extensión para poder broncearme un poco más. Que de tiempo que no disfrutaba el sentarme en la piscina a tomarme algo.

Erick

Me canse de tocar la puerta de Gabrielle a ver si estaba allí. La manera en la que salió de la ultima reunión me dejo claro que estaba cansada. Y quería darle la noticia de que mañana iríamos a Zahara de los Atunes antes de irnos a Alemania... Se que eso la alegraría. Y tendría un descanso más.

Al bajar a la piscina para comer y tomar algo, no esperaba encontrarme con la diosa que estaba ante mis ojos. Mierda. Se veía muchísimo mejor en traje de baño. Y ese color realza su cuerpo y su piel. Sentía que la Bermuda se rompería. Mi erección me delataba. Ella no se había dado cuenta de mi presencia, por lo que seguía tranquila tomando cóctel y revisando una revista. E incluso tenía los senos grande. Que más. Me acercaría.

— Que placer el mío encontrarla así y aquí.

Se asustó y luego una sonrisa se pinto en su rostro. Hasta eso me encantaba de ella. Dígame el lunar justo encima de su labio.

— Señor Thorne. No lo esperaba aquí. – Se tapo un poco más con el vestido.

— Estaba buscándola, Gabrielle.

— Oh... Si, dígame señor.

— Pospuse la reunión que teníamos mañana y he decidido que vayamos a conocer Zahara de los Atunes. ¿Que te parece? Un día de playa y luego nos vamos a Alemania. Lo mereces luego del día de hoy.

La emoción le invadió el cuerpo y se le notaba. Estaba extremadamente feliz. Se levanto rápidamente de su silla y se tiro hacia mi, abrazándome y dándome las gracias. Jodeeeeeer. Está mujer me iba a matar. Estando en traje de baño y tan cerca de mi.

— Disculpe señor, creo que me excedí.

Cuando intentó despegarse de mi, pase mi mano por su espalda y la deje justo donde estaba. Pegada a mi. Nuestras respiraciones chocaban y ella no sabía dónde meter la cara. Creo que no le gustaba estar así conmigo.

— Mírame. – Subió el rostro y me miró fijamente – Que ojos tan preciosos tienes.

— Gracias, señor Thorne.

— Dime Erick, por favor.

— Erick... Esto es incomodo... Y no creo que sea lo indicado. – Susurró.

— ¿Por qué? – Dije casi que en sus labios – ¿Por ser tu jefe?

— Así mismo Erick...

Apretuje más mi agarre y quedo a nada de mis labios. Si no lo hacía ahora, no sería nunca. La rusa me cargaba loco. Nuestros labios se unieron y aunque al principio la sorpresa no la dejo seguirme el beso, luego lo hizo sin problema alguno y colocó sus manos en mi espalda, pegándome más a ella. Su lengua invadía mi boca y mientras más me besaba, más loco me ponía la rusa.

— Vamos a la piscina... – Susurre.

Me quite la camisa y los zapatos, al compás que ella se quitaba el vestido. Seguido de eso, nos lanzamos en la piscina que estaba sola sin contar a una familia y los que trabajaban allí. La tenia solo para mí.

— Tengo que decirte algo, rusa.

— ¿Qué? – Pregunto sin mirarme.

— Me cargas loco. Desde el día que llegue a La Oficina por primera vez.

Se volteo y me miró sorprendida. Pero su rostro no demostraba más nada. Creo que lo dañe todo al decir eso. No me decía más nada, sólo me miraba. ¿Que significaba eso? Lo peor de todo, es que me tenía nervioso. ¿Que mujer me podía poner a mi nervioso?

— Eso es un cumplido. ¿No?

— Eso parece, señorita.

Una sonrisa se formó en su rostro y no dijo más nada, y pues yo tampoco lo diría. La acerque más a mi y la bese. Sentía que sus labio me llamaban, y no aguante. Tenía que besarla. Sentía la necesidad de besarla. No sé que tenía esta mujer que mi atracción por ella era así.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Where stories live. Discover now