• Atada a las sabanas de mi j...

Od vanesswane

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A los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la... Více

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 51
AVISO
Informacion
INFORMACION 2

CAPÍTULO 50

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Od vanesswane

Los días pasaban y sentía que cada vez me sentía más sola. Erick se fue a Estados Unidos a los días, el también tenía compromisos allá. Mis queridos y locos amigos me llamaban casi que todos los días llorando por mí. Sentía unas ganas enormes de devolverme pero era imposible.

Desde que papá se fue, no supimos de el. No nos llamaba ni enviaba un mensaje, y la calma era mamá diciéndonos que estaba bien y ese era su trabajo. Trataba de mentalizarme todos los días con eso para no perder los ánimos «más de lo normal» y volverme loca.

Mi cargo en la empresa llego de sorpresa pero bien recibidos por todo, o eso creía yo por ser hija del dueño. No fue fácil levantarme el primer día y saber que tenía que llegar a dirigir una gran empresa. Mamá me ayudaba porque tenía experiencia y a veces Erick me explicaba. Sin ellos se que esto se hubiera ido a la quiebra porque no sabía hacer exactamente nada, al menos ya aprendí.

La Navidad se sentía cada día más. Aunque con la tristeza de que no sabíamos dónde está papá. Faltaban solo dos semanas para la noche buena y yo aún no sabía que sería ese día. Sin mi padre aquí.... Sin saber si Erick vendrá porque el también tiene familia... Con un loco detrás de mí. Dios. Siento que este año me ha hecho la vida de cuadritos. Aunque conocí al hombre más especial de mi vida.

La asistente de papá «que ahora es la mía, pero no me acostumbro» entro a la oficina un poco acalorada. Que extraño. No la trataba mucho, solo lo laboral.

— ¡Hay un hombre guapísimo buscándote! – Susurró.

— ¿Hombre guapísimo? ¿Quién es?

Mi corazón se aceleró nada más al pensar que podría ser Erick. Joder. Después de casi un mes vino a Rusia.

— Ya le digo que entre, señorita.

Salió apurada y a los minutos escuche la puerta. Mi corazón se calmo, pero seguía emocionada. ¡Joe había venido! Y si que estaba guapo. Obvio, es mi amigo.

— ¡Gabrielle Anastasia! – Gritó y corrió a abrazarme.

— Sabes que odio que me digas Anastasia.

— No me interesa, siempre te diré así. ¿Como estás pequeña? – Me dio un sonoro beso y se sentó al frente de mi.

— Jodida pero feliz, creo. ¿Y tú? ¿Que haces aquí?

— Vine a verte, tonta. Se te extraña un montón allá. Antonella está que se pega contra las paredes y Louis la consuela, un desastre.

Y si mi loca amiga supiera que también la extraño, que aquí no tengo una amiga como ella y que quiero salir a bailar en alguna discoteca, sé que seguro ya estuviera aquí. Tomaría el primer avión.

— ¿Te gusta la vida de empresaria?

— Normal, pero es lo que me toca – La tristeza se escuchaba en mi voz.

— ¿Y Erick?

— Lo extraño a morir, hablamos todos los días... Pero no es lo mismo.

Sé que Joe me entendía. Y sé que sabía ambas partes. La mayoría de su día estaba con Erick... Y esa quería ser yo. Tome una foto y se la envié a Antonella. Sé que seguro nos mataría.

«¡Hijo de puta ese! ¿Por qué no me aviso? Quiero ir a verteeeeeee. Te extraño mi chica sería.

» Yo también te extraño, mi chica loca. Pronto nos veremos, sea aquí o en Miami.

Los siguientes mensajes de Antonella fueron vulgaridades hacia Joe. Ninguno de los dos podíamos creer que esa chica mimada, criada por gente de muchos millones tuviera cierto vocabulario.

Termine un poco de papeleo que tenía pendiente y salí a almorzar con Joe al hotel. Allí estaba el chef estrella de papá. El chofer que tenía asignado, nos llevó hasta el lugar. En todo el camino, fueron más las risas y la buena charla.

— ¡Joder, Gaby! Que está comida está jodidamente buena, vendré a Rusia más seguido.

— ¡Objetivo alcanzado! – Gritó y alzó mis brazos – He logrado que digas que vendrás a Rusia más seguido.

Luego de comer, seguimos tomándonos la botellita de vino blanco, de mis favoritos. Aunque es una buena cervecita lo que me hace más que feliz.

— Ay, pequeña... Si supieras lo que Erick te extraña. Creo que se volverá loco.

— ¿Tú crees? – Una sonrisa se formó en mi rostro nada más de imaginarme a mi chico volviéndose loco porque no me tiene allí.

— Es más que obvio, Gaby. Todos los Thorne's desean que regreses porque los tiene locos. Especialmente Rossie. Pero también te extrañan.

Ellos son mi segunda familia. Y el papá de Erick fue quien me dio la mano cuando llegue a Miami. Tal vez luego de las navidades vaya a verlos, a lo mejor un fin de semana. Aún no he planeado nada.

A mitad de la tarde, salí con Joe del hotel y habían varios fotógrafos esperando por nosotros. Las revistas y los periódicos ahora hablaban más de mi porque desde que papá desapareció del ojo publico y dejó su empresa multimillonaria a su hija de 23 años, todo se ha revuelto.

¿Gabrielle, dónde está el empresario Erick Thorne? ¿Ya no son novios? ¿Y quién es el? ... ¿Es verdad que estás embarazada de Erick Thorne y te dejó por eso?

Joe tenía cara de confusión porque todo lo decían en ruso. Y el aún no había dominado el idioma. Como pudimos, logramos montarnos en el auto y el chofer arrancó con todas las fuerzas. Maldita prensa. Los odio. Y hacían unos comentarios inútiles.

-

Eran las 3 de la mañana cuando mi teléfono sonó. Joder. ¿Quién llama a esta hora? Son siempre malas noticias. Busque a tienta mi teléfono, y estaba debajo de la almohada. Al ver lo primero era una foto mía con mi chico guapo dándonos un beso. Erick me llamaba. ¿A esta hora? Esto no es bueno...

— Erick. Cariño. ¿Que sucede? Es tardisimo.

— ¿Mi amigo mejor y mi noviiiia? ¿Esh esto en seriooosz? – Su voz se escuchaba extraña, no formulaba bien lo que decía. Está borracho.

— Erick, amor. ¿Como que tú mejor amigo y tú novia? ¿Que está pasando?

— Te vi. Los vi en las noticiais y tambein losh vi en otras fotos, pruebas tengo gabrierelle. – De suerte y las palabras le salían –  Stan juntosh.

— ¡Claro que no, Erick Alonso! ¿Como vas si quiera a pensar algo así?

— Niticias, eso viiiiiii – Su voz ahora estaba chillona – No quiero nada saber tuyo Gaberielle. Adiooiooos.

Maldición. ¿Que acaba de suceder? Las lágrimas no tardaron en salir, fue automático. Ya estaba llorando como una estúpida. Y no podía pedirle una explicación.... Estaba horriblemente borracho. No podía llamar a Joe, no podría despertarlo. Tampoco a Antonella y mucho menos a Louis. Todos duermen. Y yo sola, muriéndome con este sentimiento.

Mi hermana estaba lejos de mi, y mamá durmiendo... ¿Como la levantaba por esto? Sería desconsiderado de mi parte. Suficiente con tener que lidiar que no sabe dónde está papá. No puedo agregarte otra preocupación más. Tengo que mantenerla lo más contenta posible... Hasta que al menos recibamos una llamada de papá.

Le envié varios mensajes y ninguno respondió. A la final, no resistí. Le envié un mensaje a Antonella pidiéndole que me llamara cuando se levantara. Tenía que desahogarme, si no, esto acabaría conmigo. Tal vez. Tengo que solucionar esto de una vez por todas, iré a Miami.

Compre el boleto y le envié un mensaje a Antonella diciéndole que me esperara en el aeropuerto en la tarde. Seguido de eso, prepare una maleta pequeña, no estaría tantos días allá.

— ¿A donde vas? – Escuche la voz adormilada de mamá.

— Mamá... – Voltee y ella estaba en su sexy pijama de satén, su cabello suelto y sus ojos medio cerrados.

— Pequeña... ¿Está Erick en la ciudad? ¿A donde vas? ¿Por qué esa maleta?

— No te quiero dejar... Pero tengo algo que hacer.

Sus ojos se abrieron más de lo normal... Básicamente estaba sola. Mi hermana trabajaba todo el día y mi cuñado también. A veces mi sobrino venía a dormir aquí, otras veces no. Y sin papá junto a ella... Creo que abandonarla es lo peor.

— Mi niña, tienes los ojos rojos – Tomó mi mano y me jalo hacia mi habitación, se sentó conmigo en la cama.

— Te dije que Joe vino a Rusia a visitarme... Y en los periódicos salió mucha información falsa, Erick me llamo borracho diciéndome que lo engañe con el. Y pensaba ir a Miami a aclararlo con el, mamá. Pero no pienso dejarte sola.

— ¡El es el amor de tu vida, Gabrielle! Claro que tienes que ir – Su voz era como la de una quinceañera – Por dos o tres días que no estés, no me sucederá nada. Además, mañana tengo que estar 24 horas en el hospital así que tú estarías sola.

— Te amo mamá – La abrace fuertemente – Prometo volver pronto.

Desayune con ella y luego le pedí al chofer que subiera mi maleta al auto. Llame a Joe desde el auto y creo que su reacción fue peor que la mía. Pero su vuelo era para la tarde, llegaría más tarde que yo.

Los nervios me ganaban, no sé que haría cuando estuviera enfrente de el, no sé si lo cachetearía por dudar de mi o le daría un beso porque lo extraño horriblemente. Pero no sé cómo pudo dudar de mi, de nosotros. De su mejor amigo. Pero estaba dispuesta a que no pensara así de mi o de Joe.

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