• Atada a las sabanas de mi j...

By vanesswane

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A los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
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CAPÍTULO 37
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CAPÍTULO 39
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CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
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INFORMACION 2

CAPÍTULO 14

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By vanesswane

Me desperté por el inmenso calor que tenía. Voltee y tenía a Erick durmiendo como un niño, básicamente amarrado a mi. Sus piernas enrolladas a las mías y sus brazos rodeándome. Después de la noche de ayer...

— ¿Que me estás haciendo, Erick? – Susurre mientras acariciaba su cabello.

Nada más se quejó y apretó más su agarre hacia mi. Como que para que no me fuera. Ojalá fueras así todos los días. Cuando fui a darle un pequeño beso en los labios, sentí que se movió y me pego más a el para que el beso no fuera simple. Que juguetón amaneció.

— Estás pálida. ¿Tienes hambre? ¿Te sientes mal? – Pregunto.

— Estoy bien, Erick. No te preocupes.

— Gabrielle, estas como el día en que te desmayaste. Son las 10, vamos a desayunar por favor. No quiero revivir ese día.

Su preocupación hacia mi hacia que mi corazón saltara y diera vueltitas. Tal vez es con Erick con quien tengo que darme la oportunidad una vez más en el amor... ¿O no? ¿O es nada más una relación de sexo? Es mi jefe. Sé que cuando el o yo no queramos más sexo, estaré patitas en la calle. No me afectara en lo monetario, pero me gusta trabajar... Así sea de asistente, aunque sé que en cuanto obtenga el título de mi carrera en Mercadeo, podré trabajar precisamente en eso.

Erick se levanto y se colocó los bóxers, dejándome con la simple sabana tapando mi desnudez. Salió de la habitación no sin antes lanzarme una sonrisa de las suyas, esas que te hacen morir. Agarre la camisa que utilizó la noche pasada y mi ropa interior. Al salir, me sorprendí con lo enorme y lujosa que es su casa. ¿No es muy grande como para que el viva solo? Dígame si estuvo casado. O si tuvo hijos. Jesucristo. Tuve sexo con mi jefe, del cual no sé nada, sólo lo he besado y conozco a sus padres, hermanos y abuelos. ¿Es eso suficiente para tener sexo con alguien? Baje a la cocina y mi Dios. Este es el paraíso de cualquier cocinero.

— ¿Que haces? – Pregunté al verlo revolver toda la cocina.

— Se que Stella deja los sandwich por algún lugar. Donde, no lo sé.

— No me digas que Stella es tu esposa... O tú novia... – Dije con miedo.

— ¿Qué? – Me vio fijamente y comenzó a reírse – No nena, claro que no. Stella o la sra Gales, a veces la llamo por ambas, es la ama de llaves. Ella cocina, limpia y todo eso. Porque yo no sé de eso en lo absoluto.

— Que respiro. – Solté un suspiro.

Se acercó a mi, nada más en sus bóxers, enseñando el cuerpo trabajado que tiene y me agarro por la cintura, pegándome a el. Me dio un beso de esos que te roban el alma, que te dejan loca, sin pensamiento alguno. El corazón me latía fuertemente.

— No tengo esposa ni novia, estoy soltero desde hace dos años. Una historia que no quiero recordar. ¿Entendido? – Asentí – Ahora cambia esa carita que no me gusta.

Me beso una vez más y está vez si me dediqué a ayudarlo a buscar todo. Pero cocinaría yo. Si cocina el, se queda sin casa y probablemente muramos de hambre o un incendió. A los minutos, se rindió y se sentó mientras que yo rebuscaba en todos los estantes y gavetas para encontrar lo que necesitaba.

— Tostadas, huevos revueltos y tocino es el desayuno de hoy. ¿Te parece?

El asintió emocionado mientras me veía cocinar. Atendió un par de llamadas de la empresa y otras de su familia que hoy lo esperaban para un almuerzo. Luego de la noche de ayer, me di cuenta de la gran familia que tiene. A pesar de los lujos, son tan unidos. Me hubiera gustado llevar una vida así en Rusia. A pesar de que mamá y papá nos consentían todo a Vanessa y a mi, rara vez en la vida salíamos juntos un domingo, o papá cocinaba para todos «y si que sabe cocinar bien, lo heredé de el», hacíamos pocas cosas en familia. La mayoría eran asistir a eventos los 4 juntos, celebrar los cumpleaños, o algún evento así planificado por mamá.
Serví el desayuno en cada plato y al menos, había jugo de naranja fresco en la nevera.

— Esto te quedó delicioso, Gabrielle. ¿Sabes cocinar?

— Papá toda la vida ha cocinado y nada más yo me interese en aprender de él. Vanessa decidió aprender todo del lado de mamá.

— ¿Que aprendió de tu mamá? – Pregunto con interés viéndome comer.

— La medicina. Mamá es la presidenta del hospital general de Rusia, aunque se especializó en pediatría, adora los bebes. Y mi hermana es la jefa de cardiología.

— ¿Y tú estudiaste mercadeo por tu papá?

— No. Papá es abogado pero se dedicó a otra cosa, ejerció por pocos años porque ese era el sueño de mis abuelos, más no de el.

Seguimos hablando de nuestras familia más no de nosotros. Tal vez no le gusta hablar de su vida y yo no insistiría en el tema. Luego de desayunar, lave los platos y Erick me ayudó a guardarlos donde iba. Se fue a duchar para llevarme a casa. Me coloqué mi vestido y deje su camisa en el cesto de la ropa sucia que tenía en el gran closet. Al salir, tenía unos vaqueros y una camisa blanca que marcaba su escultural cuerpo. Se veía más joven de lo que es. Que castigo el mío al tener este adonis de frente.

— Te llevaré a tu casa a que te cambies, pero luego me gustaría que me acompañes a almorzar con mi familia... Quieren verte.

— ¿Seguro? ¿No es extraño para ti?

— No, quiero que vayas conmigo. – Soltó.

Su confesión me llego justo al corazón. No lo esperaba, no espere que el quisiera que fuera a comer con su familia. No somos nada. ¿Y eso no lo hacen los novios pues? El es mi jefe. Y ya su papá se debe de imaginar todo sobre nosotros. Aunque siento que pensaran mal de mío. No lo sé. Tendría que preguntarle a Erick después. Salimos de su casa y nos montamos en el Audi, pero está vez Hunter no estaba. Que extraño. Puso algo de música en el camino y colocó su mano en mi pierna. Haciéndome sentir unos cosquilleos por todo el cuerpo. Llegamos a casa y pensé que se iría, pero decidió bajarse y esperarme. Al entrar, estaban mis mejores amigos tirados en la sala viendo televisión.

— ¡Señorita! Pensé que no ibas a venir a casa.

— Louis, ahórrate los comentarios. – Le puse la mala cara.

Deje a Erick incomodo junto a mis amigos y me fui a mi habitación para bañarme y cambiarme. Lo hice en un tiempo récord y me vestí y maquille lo más rápido que pude. No me imaginaba que estaba pasando afuera.

— Vámonos, Erick. – Dije al salir de la habitación.

— Vienes temprano, Gabrielle. – Antonella se parecía a mamá – Un placer conversar contigo, Erick.

— Igual Antonella – Le dio un beso y luego se despidió de Louis con un apretón de manos.

Ok. Como que sucedió mucho mientras yo no estaba. Salimos de mi casa y nos montamos en su Audi. No dijo más nada. Tal vez mis amigos le comentaron algo. No lo sé. Que nervios.

— Estás hermosa. – Dijo sin más y tomo mi mano – Tienes unas piernas maravillosas.

Apreté su mano y no dije más nada. Muchos nervios tenía al saber que estaríamos con su familia. Relativamente vivían cerca de mi pero en la parte más costosa de Miami. Al llegar, su familia estaban esperando por nosotros en el comedor. Rossie al verme corrió enseguida a abrazarme, que pequeña tan tierna. Mientras que Chad y Brian hacían comentarios sobre su hermano y su nueva novia. Todos me recibieron con una sonrisa y una alegría inmensa. Realmente me apreciaban aquí.

— Todas mis amigas hablaban de mi nueva cuñada – Mencionó Rossie – De lo bella que es, de su cuerpo, de que se ganó a mi hermano antes que ellas. Fuiste la sensación ayer también, Gabrielle.

Me ahogue ante el comentario de Rossie y todos rieron, excepto Erick que tenía un rostro serio. Creo que para el tema de "novios" no es tan bueno. Luego de la comida, nos sentamos en la terraza para hablar y Erick me sentó en sus piernas. Los típicos novios. O recién casados. Me dio un beso en mi hombro desnudo y siguió hablando con su papá de la empresa. Tal vez esto me gustaría. Si es que llegaba a ser algo de Erick, o si comenzábamos la relación. No lo sé. Es complicado. Pero está manera de estar con el me derrite, me deshace al verlo ser tan unido a su familia.

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