Percy había conseguido dos nuevos aliados, uno que estaría recuperándose en este momento en el campamento y otro que le ayudaría con su fuerza física cuando tocara luchar.
No tardaron mucho en abrir la puerta de su celda y hacer que este saliera. Cuando lo hizo preguntó que era lo que tenían que hacer a lo que le contaron lo que había pasado antes de que estos hubieran tenido que salir en esta misión.
Annabeth había perdido el contacto cuando estaba en San Francisco, por lo que ya no tenían que volver a entrar en lo que era el laberinto por el momento.
- Vale. - Dijo Rachel un poco inquieta por seguir en la cárcel. - Ya es de noche y no quiero estar aquí para cuando caiga la noche.
- ¿Qué pasa, te dan miedo los fantasmas? - Dijo Nico como si se estuviera burlando de ella ganando una mirada de odio por parte de la chica. - Que sepas que no hay ninguno en este lugar, no es un sitio maldito.
- Me da igual, no quiero pasar la noche en una cárcel. - Dijo ella. - ¿Alguna idea de a donde podemos ir?
- Tengo un lugar al que podemos ir. - Dijo Percy mientras pensaba. - Además podemos preguntar en ese lugar.
Todos lo miraron confundidos por lo que había dicho, pero no dijeron nada. Este conjuró un portal que daba a la entrada de una casa particular, cuando lo cruzaron vieron que tenía las luces encendidas, por lo que las personas que estuvieran dentro estaban despiertas.
Percy se adelantó a la puerta y la golpeó de una forma muy causal. Pasaron algunos segundos hasta que un hombre calvo y con gafas abriera la puerta de una forma muy abrupta. Cuando vio a Percy este tuvo un pequeño bajón en su animo y preguntó.
- ¿En qué puedo ayudarle caballero? - Dijo este un poco deprimido, lo más seguro por no ser una persona que estuviera esperando.
- ¿En serio no me recuerdas Frederick? - Dijo Percy haciendo que el señor llamado Frederick lo mirara confundido. - El hecho de que hayas tenido una hija con Atenea no implica que tengas memoria a largo plazo. - Dijo suspirando. - Soy Percy, ese niño pequeño que tenía heterocromía en sus ojos y que era descendiente de Atenea, ahora que me he presentado de vuelta me gustaría pasar y haceros unas preguntas.
Frederick abrió mucho los ojos la recordar al pequeño niño de hace unos cuantos años, ahora parecía ya un hombre. El aturdimiento le duró unos pocos segundos, cuando volvió en si se apartó de la puerta y les dejó pasar.
En interior de la vivienda no había cambiado mucho, al única diferencia es que ya no había juguetes de bebes, eso debido al crecimiento de sus hijos y hermanastros de Annabeth.
El hombro los dirigió a todos a la sala de estar y se ausentó un momento, puede que fuese a hablar con su esposa sobre los nuevos invitados que habían llegado de sorpresa. Percy esperó pacientemente al igual que Rachel y Bianca, por otra parte Nico estaba barajando un mazo de un juego llamado mito-magia, Clarisse estaba afilando una daga que portaba si fuera necesario ya que había perdido su lanza, y Briares se sentó en el suelo mientras observaba todo el interior.
Unos instantes después apareció de nuevo Frederick junto con su esposa, la cual parecía preocupada.
- ¿Qué preguntas tienes? - Dijo Frederick mientras se sentaba en un sillón al lado de su esposa.
- Es muy simple. - Dijo Percy muy calmado. - Hace un tiempo que Annabeth no nos ha contactado, hubo un día que interrumpió el informe semanal que enviaba a Quirón. Está muy preocupado por la situación que hay en esta zona. ¿Hace cuanto tiempo que ustedes no la ven?
- ¿Cómo sabes que no está aquí? - Dijo la esposa al niño.
- Muy simple mujer. - Dijo él muy serio. - Por vuestro lenguaje corporal y expresiones. Cuando llamé a la puerta pude escuchar como Frederick corría a la puerta para poder abrirla y cuando me vio su animo decayó mucho, aparte de que tu cara me dice lo mismo.
- De acuerdo. - Dijo Frederick intentando volver al tema. - Hace un mes o así que no sabemos de ella, pensamos que había vuelto al campamento. Ella dijo que nos informaría de alguna forma de que se iría, como con una nota y que nos llamaría cuando saliera de aquí, pero cuando se fue no había nada y como sabrás no podemos ir a la policía a decir que mi hija semidiosa que pelea con monstruos ha desaparecido.
- Entiendo. - Dijo Percy mientras asentía. - ¿Los últimos días que la visteis actuaba de alguna forma rara o inusual?
- No. - Dijo la mujer (NA: La llamo mujer porque, literalmente, no tiene nombre). - Ella quiso venir aquí para poder intentar arreglar nuestra relación con ella y que de paso haría una misión que era de vigilancia de algo, no lo recuerdo bien.
- Haga memoria. - Dijo Percy muy serio.
- No lo recuerdo. - Dijo ella mientras intentaba pensar. - Solo sé que ella salía al puerto desde la tarde al anochecer a mirar un banco de niebla que se forma en el mar.
En ese momento, la mente de Percy entendió y odió aún más a Dioniso.
- Muchas gracias por la información. - Dijo este de una forma muy educada. - Mis amigos están cansados, al menos Bianca y Rachel pueden tener una habitación para dormir, yo haré guardia con Clarisse para que no venga nada, Nico puede dormir en el sofá si es menester. - Dijo haciendo que al más joven en el grupo le saliera un gruñido molesto. - No se preocupe por Briares, he leído que los centimanos pueden modificar su tamaño, por lo que puede caber donde sea.
Los padres se quedaron en silencio pero decidieron asentir, por lo que guiaron a las dos chicas a la habitación que años atrás había estado Percy, Thalia y Luke. Mientras eso pasaba Nico se acomodaba en el sofá mientras Briares se encogía al tamaño de un ratón para dormir en un cojín.
Mientras eso pasaba Percy y Clarisse fueron a la entrada, más precisamente al porche donde había un balancín donde se podían sentar si querían. Los dos montaron guardia en silencio durante la mayor parte del tiempo al ser por la noche, pero el puro aburrimiento logró hacer que el aburrimiento los superase.
Tras unas cuantas horas de mirar la calle a oscuras con la poca luz que proporcionaba las farolas, la chica se sentó en el balancín mientras jugaba con su daga. Ella comenzó a hablar con el chico.
En un principio era un charla amena de cómo podrían encontrar a Annabeth y si estaría bien. Pero al final Percy le contó lo que tenía en mente y esto no le gustó a Clarisse. Después de eso hicieron la guardia en silencio hasta que Percy decidió comunicarse con los dioses para pedirles ayuda a las cazadoras ya que el sitio que tenía en mente era muy peligroso si de verdad era el lugar aparte de que podían volver las sombras.
Unas cuantas horas después el sol salió dando la bienvenida a la mañana he hizo que los semidioses se adentraran en la casa. Allí se encontraron con un par de niños gemelos que miraban a Nico como si fuese lo más impresionante del mundo. Si Percy no recordaba mal eran Mat y Boby, los hermanastros de Annabeth.
Los chicos siguieron mirando como el chico roncaba y babeaba mientras dormía sin prestar atención a los dos adolescentes que habían entrado en su casa.
- Si fuésemos ladrones esta casa estaría tirada de desvalijar. - Dijo Clarisse un poco decepcionada por la actitud de los gemelos. - Buenos días niños, podrías avisar a vuestros padres de que nos vamos a ir por favor.
Los chicos se dieron la vuelta inmediatamente después de que la chica les hablara solo para salir corriendo por el pasillo y cerrar una puerta completamente de golpe. Cabía la posibilidad de que habían asustado a los niños.
Lo bueno es que con el sonido repentino de la puerta habían conseguido despertar a todos en la casa por lo que los padres volvieron a salir.
Percy les dio las gracias por volver a acogerlos en su casa y que, si había suerte, no lo volverían a hacer. La mujer, en ese momento volvió a mostrar preocupación por los chicos y les preguntó a donde iban.
- No se preocupe por nosotros señora. - Dijo Percy con una sonrisa. - Volveremos al mismo lugar al que fui la primera vez que vine aquí, al jardín de las Hespérides, pero más específicamente, al monte Otris.
El padre miró extrañado por el nombre ya que este le sonaba de algo. Cuando se dio cuenta de lo que era ya era demasiado tarde, todos se habían ido.
En el camino al muelle para conseguir, o crear un barco, Percy volvió a comunicarse esta vez con Zöe la cual ya se había puesto en marcha para llegar a San Francisco. Ella les dijo que tenían buenas noticias ya que estaban cerca de la bahía por lo que se podrían encontrar en el jardín, aún que eso último lo dijo con un poco de desilusión.
Percy decidió no tocar de nuevo ese tema y cortó el mensaje de Iris que había hecho. En poco tiempo llegaron al puerto este volvió a congelar agua del mar para poder llegar a su destino.
No faltaron en llegar quejas por parte de Nico alegando que por la mañana lo mínimo sería tener un asiento cálido en el que sentarse, pero fue callado rápidamente por Briares diciendo que en estos términos no tiene derecho a elegir.
Estuvieron navegando por la bahía unos minutos, cuando casi llevaban una hora ya se puso divisar el destino, el monto Otris donde hace ya un tiempo los titanes se habían alojado como lo dioses con el Olimpo, aparte de que allí estaba el dragón de cien cabezas Ladón y, el enemigo más importante por el momento, Atlas, pero este último estaba aprisionado sujetando el cielo por lo que no debían preocuparse por el en este momento.
A las diez de la mañana llegaron a suelo firme y pudieron desembarcar. En el momento en el que Rachel salió del barco, aparte de tener su trasero completamente helado, pudo ver lo mismo que en el laberinto solo que en vez de ser una línea roja muy débil en el suelo ahora la veía gris.
Esta comenzó a caminar sin decir nada, cosa que hizo que los demás la siguieran. Percy prácticamente corrió para estar a su altura y detenerla ya que estaba a punto de entrar en el territorio de Ladón.
- ¿Por qué me detienes? - Dijo Rachel un poco confundida. - Pensé que querías encontrar a tu amiga.
- Y quiero encontrarla, pero tenemos que pensar mejor en por donde ir. - Dijo Percy. - Hace unos años murió un dragón de cien cabezas y ya se habrá reformado de sobra por lo que nos atacará si nos ve.
- ¿Cómo que dragón de cien cabezas? - Dijo esta vez un poco asustada.
- Si, se llama Ladón y protege este jardín, más específicamente un manzano. - Explicó con calma para intentar tranquilizar a la chica. - Siempre y cuando nos separemos lo suficiente del árbol no tiene porque atacarnos, y no vernos, es importante que no nos vea.
- ¿Entonces que hacemos? - Dijo la pelirroja asustada por el dragón.
- Sinceramente. - Dijo Percy con un suspiro derrotado. - Esperar a las cazadoras para poder eludir bien a Ladón y subir al monte Otris.
Y con eso Percy había conseguido llegar a la base enemiga, lo que no espera encontrar allí será algo que lo llegue a sacar de sus casillas y le haga enfadar.
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Familia, capítulo un poco más corto pero no sé, no me da la imaginación para escribir.
Espero que os haya entretenido, hasta la próxima.