NAGI
Mi vida nunca fue fácil, desde que tengo uso de razón he permanecido encerrado en un oscuro y lúgubre sótano bajo el control de un maldito loco llamado Nagato.
Él siempre me hizo saber que no solo no era mi padre sino que además me tenía a su lado dandome un techo y comida solo por caridad.
Me dijo que mi madre murió al nacer mi gemelo y yo, y mi padre decidió qiedarse con mi hermano mientras que a mi me tiró a la basura.
Pero él me encontró y me crió. Por tal razón debía estarle totalmente agradecido y obedecerle en todo. Conocia los nombres tanto de mi hermano como de mi padre porque Nagato solía repetirmelo siempre.
Habia intentado sembrar el odio hacia ellos en mí pero yo...no podía odiarlos. Por más que lo intentaba no me era posible. Eso ocasionó en él una tal frustración que acabó por torturarme y encerrarme continuamente en ese horrible lugar.
Pero yo siempre anhelé escapar e ir tras mi padre y mi hermano. Era lo único que quería y lo que siempre me había mantenido en pie.
Catorce años estuve sometido a esa basura de Nagato pero al final cuando pude despertar al Nibi que habitaba en mí, escapé de sus garras. Nagato era en extremo poderoso pero nada pudo hacer contra el poder del dos colas que llevaba dentro.
Sin embargo al ser menor de edad caí en manos de la jusricia tras dos meses de mendigar en la calle. Ellos me encerraron en un reformatorio que resultó ser el infierno en persona.
Durante ocho meses permanecí allí, hasta que al fin me pude escapar. Por supuesto que me capturaron nuevamente. Transcurrieron tres meses más y me volví a escapar. Necesitaba encontrar a mi padre y a mi hermano pero las cosas se me dificultaban.
Así estuve hasta que supe que el orfanato me habia denunciado y ahora la policía me buscaba para emcerrarme en un reformatorio donde sabía que me torturarían día y noche.
Así fue como una noche mientras me ocultaba de la policía, conocí a Sakura quien me encontró y por una extraña y desconocida razón se apiadó de mí ayudándome. Me llevó a su mansión. Me alimentó, me compró ropas finas y permitió que me quede en ese lugar.
Yo le conté quién era y cuál era mi deseo a lo que ella me ofreció un trato. Debia ayudarla a concretar su vemganza y a cambio ella me permitiría ir por mi padre y mi hermano.
Al principio me pareció justo hasta que supe en qué consistía su venganza. Tenia que ayudarla a dañar a mi hermano y a mi padre a lo que me negué. Pero ella me amenazó con entregarme a la justicia.
Honestamente no me importó ya que planeaba escapar en ese preciso instante. Sin embargo ella me presentó a su padre y para mi pesar era nada menos que Shukaku, el una cola.
Gaara no me dejó otra opción más que aceptar la propuesta de su hija. Recuerdo cómo arrastró esa noche al interior de su habitación el muy maldito.
Cerró la puerta con llave y me arrojó a su cama donde me encadenó de las muñecas para que no pudiera escaparme. Así me tuvo toda la noche, tocandome de una forma que jamás nadie lo habia hecho antes y que en verdad me causaba asco y mucho miedo.
Llegado el amanecer recién me soltó pero me dijo que si su hija le decía que yo no la ayudé en su venganza, él me volvería a encadenar en su cama pero en esta ocasión me desnudaría y me violaría durante varios días y varias noches.
En verdad me aterraba que eso pueda sucederme por tal razón obedecí las órdenes de esa loca rosada con gran pesar.
Cuando todo acabó supe que no podría presentarme frente de mi padre y mucho menos de mi hermano pero Gaara insistió en llevarme personalmente ante mi padre.
Previamente a eso habiamos sentido el despertar de Kurama muy cerca y la muerte tanto de Nagato como del resto de su banda.
Aquello me hizo sentir un gran alivio. Pero cuando supe que kurama era mi padre no podía creerlo. Era en verdad una gran sorpresa, y por algún extraño y desconocido motivo me sentí orgulloso.
Fue cuando Gaara prácticamente me arrastró al interior de su carruje para llevarme ante él.
– Puedo ir solo si tan solo me hubieses dado la dirección – rugia en su carruaje camino al consultorio de mi padre – No es conveniente que me vea contigo.
Gaara sonrió burlistamente, eso me hizo sentir más desesperado aún porque acababa de comprobar que ese era en verdad su plan.
Me liberó de su hija pero le haría saber a mi padre que estaba relacionado con él, así todo se me complicaría más.
Y si era posible que me hechen de sus vidas para verme obligado a volver con ellos o a aceptar ir al reformatorio. Con pesar cerré los ojos. Estaba atrapado y pese a mí mismo debia obedecer las órdenes de Gaara ya que él era...peligroso. Se parecía a Nagato maldita sea.
Cuando ví a mi padre cara a cara el mundo dejó de importarme. Era mi mayor deseo hecho realidad. Ví la aceptación en su rostro y eso me dió una inmensa alegría.
Cuando me dijo que me llevaría a su casa inmediatamente un gran alivio invadió mi alma. Al fin Gaara se marchaba dejándonos solos. Papá me llevó a su mansión que por cierto era diez veces más grande que la de Gaara y Sakura.
Tan imponente que me quedé hipnotizado contemplándola y eso que era el atardecer, por ende la luz y las sombras se fundían.
Con gran nerviosismo entré al lugar. Mi padre le pidió al mayordomo que los reuna a todos en la sala de estar ya que tenia algo importante que decirles.
No se me pasó por alto las sorpresivas miradas que el mayordomo me lanzó. Sabiendo que mi hermano vivía allí no me sorprendió.
Mi padre estaba entusiasmado pero yo tenía un mal presentimiento debido a que fue Gaara quien me habia llevado con él. Si tan solo hubiese podido ir solo. Cerré los ojos con pesar ya que presentía que no sería bienvenido a esa familia.
Pero necesitaba de mi padre, tenia que reconocerme como su bijo dándome su apellido si quería caminar con libertad por las calles. Tenía 16 años y aún era menor de edad para mi desgracia.
Mi padre estaba muy emtusiasmado y feliz al saber de mi existencia y yo también lo estaría de no ser por el maldito de Gaara y la loca de su hija. El haber tenido que dañar a mi hermano, a su pareja y a mi padre opacaba aquel momento que debió ser mágico.
Sin poder contenerme más le dije a mi padre antes de entrar a la sala de estar donde todos nos esperaban.
– Padre....espera un momento...
– ¿Qué pasa hijo?
– No creo que sea buena idea que les digas que fue Gaara quien me llevó a tu consultorio.
– No te preocupes hijo, verás cómo todos se alegrarán al saber de tí, tanto como yo.
Sin aguardar mas entró llevandome consigo. En verdad esperaba que él tenga razón. Cuando traspasamos la puerta los ojos de todos ellos se posaron en mí y por un instante todo se detuvo.
Aquello me incomodó bastante. Mi padre rompió el silencio al decir:
– Les presento a Nagí, gemelo de Boruto. A partir de éste momento formará parte de esta familia.
Boruto fue quien reaccionó primero. No daba crédito a lo que veía, se notaba su asombro. Vaya, al fin podía verlo sin tener que lastimarlo. Hermano, tenía tantas ganas de conocerte.
–¿Quién eres? ¿Cómo es posible que seas mi gemelo?
¿Dónde estuviste todo éste tiempo?
Sonreí ante tantas preguntas pero no pude responder nada ya que mi padre dijo:
– Todos tenemos muchas preguntas por hacerle y apuesto a que Nagi las responderá a su debido tiempo. Quisera oír tu historia hijo y seguramente todos aquí sienten lo mismo pero....
–¿Cómo es que se vieron ustedes dos? – lo interrumpió Sasuke – Si desconocías su existencia.
– Es verdad pero Gaara fue quien lo llevó a mi consultorio ésta tarde y...
–¿Gaara? – preguntaron todos a coro cortando la explicación de Naruto.
Ahí fue cuando ví cómo a todos se les desfiguraba la expresión de sus rostros, como si mi padre hubiese dicho una muy mala palabra.
Fuí tesrigo cómo desaparecía la alegría en el rostro de mi hermano para dar paso a la desconfianza total. Uno a uno fue mirandome como si fuera un autentico peligro.
Como si fuera el enemigo, y eso me dolió. Aunque por supuesto era lo que me suponía. Pero lo que más dolor me provocó fue la durisima reacción de Boruto quien me dijo con repentina voz fría.
– ¿Qué haces aquí y qué pretendes lograr en concreto?
– Solo quiero conocerlos a tí y a nuestro padre. Nada más.
– Boruto por favor – intervino mi padre pero mi hermano no se inmutó.
– Bien ya nos viste ahora vete de aquí. – prosiguió Boruto.
Apreté mis labios con fuerza ya que estaba siendo testigo del castigo de Gaara por haberme alejado de la loca de su hija. Había arruinado aquel momento tan deseado y soñado por mí.
–¡Boruto! – rugió mi padre –¿A qué vino eso hijo? Nagi es tu hermano y no uno común. Es tu gemelo.
– Es un aliado de Gaara ¿acaso no lo ves padre?
– Ni siquiera conoces su historia y ya lo estás juzgando – contestó mi padre – Sasuke dí algo por favor
– Boruto tiene razón en desconfiar en él, después de todo no sabemos quién es realmente.
– ¡Sasuke!
– Además aparece en el momento justo en que Kurama despierta. Agravado a que está relacionado con Gaara....
Mi padre empezó a discutir con su pareja y mi hermano por defenderme. No era bienvenido en esa familia y no queria traerle problemas a mi padre. Por tal razón salí corriendo de la mansión sin importarme nada.
Tal como me lo imaginé, no seria bienvenido por ninguno de ellos. Mientras lloraba corría sin detenerme ni mirar más que adelante.
Así fue como choqué contra alguien y caí al suelo. Empezaba a nevar y en el suelo mi cuerpo tiritó debido al dolor que sentía por dentro. Pero cuando ví contra quien había chocado enmudecí.
Era un joven de mi misma edad, de cabellos color azúl, ojos dorados, blanca piel. Vestía un elegante pantalón azúl oscuro, zaptos al tono. Camisa negra y pulover azúl.
Llevaba puesta una capa negra. Su belleza me dejó idiota allí en el suelo. Él estiró su mano en mi dirección mientras me decía con su aterciopelada voz hipnótica.
– Perdona, iba distraído – yo sujeté su mano y con su ayuda me coloqué de pié. Su cabellera brillaba bajo la pálida luz de la luna – ¿Estás bien?
– S-Si – respondí algo nervioso. Era tan hermoso y yo me veía tan idiota
– Que bien – me sonrió y mi corazón latió a mil por segundos – ¿Eh? T-Tú...¿Boruto?
Me preguntó subditamente y el dolor volvió a invadir mi alma.
–No, soy Nagi – dije con pesar
– Ya veo, te le pareces mucho
– Él es mi gemelo – al decir esto pude ver el asombro en su rostro por lo que añadí – Es una larga historia.
– Si no te molesta me gustaría oírla – lo miré más que asombrado – Por cierto, soy Mitsuki. Es un placer conocerte...Nagi.
– El placer es mío....Mitsuki.