Un paso. Solo di un paso fuera de mi habitación y sabía que no habría vuelta atrás. Había llegado el día.
Un paso tras otro, mientras ponía atención a los sonidos de la casa, tratando de adivinar si alguien estaba cerca, rezando por qué no se escuc...
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Antes...
Bucky
Dejo de contar en cien, o al menos pienso que ese es el número al que llego, al principio trataba de esperarme a que me dieran permiso de andar por la casa. O a lo mejor solo confiar en que este sería el día en que Ana llegue diciéndome que mi familia estaba fuera de casa y podría pasar el día en los jardines.
Pero los días eran largos, eran eternos en su mayoría aburridos. Así que a lo largo de estos años había logrado establecer una rutina.
Si era un día en el que pudiera moverme, en los que los golpes no evitaran que me moviera, a veces dolía hasta respirar. Empezaba mi mañana estirando cada músculo de mi cuerpo, estiraba mis brazos, doblaba mi espalda hasta tocar el suelo, después continuaba con mis piernas, uno a uno, siempre tratando de relajarme un poco, de soltar la tensión contenida dentro de mi de qué pasara algo malo este día.
Se perfectamente que tenía tiempo que matar estando aquí encerrado, y no quería no tener condición, Yeni que mantenerme en movimiento.
Usaba las paredes para estirar mi cuerpo por completo, algunas flexiones si acaso, algunas de radio las. No mucho pues a veces el hambre era tanta que no tenía energía suficiente para moverme.
Y después empezaba a caminar, de pared a pared, una y otra vez. De lado a lado. Al principio me guiaba con mi bastón, cuando recién llegue aquí no confiaba aún en que pudiera moverme sin la ayuda de algo, por qué no había nadie más.
Después llegó a mi la realidad de que tendría mucho tiempo libre, demasiado. Por lo que memoricé cada rincón del lugar, no había mucho aquí, y a pesar de todo el espacio no era tan reducido.
Bueno... mentía. Si lo era. Comprado a cómo era el resto de la casa...
Así que con el tiempo fui agarrando confianza, de vez en cuando al paso de los meses y de los años. Cómo mi cuerpo cambiaba, mis pasos eran más largos, pero solo me costaba unos momentos acostumbrarme a eso.
Y no puedo decir que esto ocupes mucho tiempo, contaba en ocaciones, en otras solo lo hacía hasta que me sentía algo mareado de tanto ir y venir o si mis piernas empezaban a cansarse.
Terminaba y si no tenía alguna lección, solo esperaba por mi desayuno y me ponía a leer. A veces lo repetía por las tardes. Si escuchaba que alguien se acercaba, me decía esperando que no fuera mi padre.
Recuerdo muy bien por extraño que eso aún me resulte sus rostros, pero se perfectamente que los años han pasado y no son los mismos que antes.
Yo mismo se que he cambiado. A mis 22 años se que ya no creceré más, aunque según Ana y por lo que hace años intuí yo mismo, soy más alto de lo que podría pensar que sería.
Los cambios físicos están.. Lo que no puedo recordar es su amor. No puedo recordarlo, aunque dentro de mi aún albergo la esperanza de que eso cambie.
