Capítulo treinta y dos

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Estoy tan harta de tener policías en mi casa que quiero gritarles que se vayan, pero no puedo hacerlo. Al parecer, un vecino vio el estropicio antes que yo llegara y amablemente llamó a la policía, temiendo que me hubieran atacado en el asalto. Por las dudas, no se molestó en entrar a ver si estaba ni en quedarse a testificar. ¿Sospechoso? Mucho.

Estoy tan furiosa por la idea de alguien tocando y rompiendo mis cosas que apenas puedo tolerar la presencia de la policía, que también toquetean todo y terminan de romper lo poco que se ha salvado, como una almohada divina que sobrevivió al asalto y fue abierta por uno de los inspectores porque "podía tener micrófonos ocultos en su interior". ¿Esta gente que se ha creído, que soy un blanco de la mafia italiana?

Aunque probablemente debería ir a la escuela, decido no ir; hoy toca clase con Johnson y definitivamente no estoy de humor para aguantar sus lecciones. En lugar de eso, le aviso al inspector que está a cargo que me voy al gimnasio.

El gimnasio más cercano es el más cutre que he visto en mi vida, pero es funcional. Después de pagar, me voy derechito a la bolsa de boxeo y dejo que un instructor me vende las manos mientras me da explicaciones de lo que tengo que hacer. No escucho una sola palabra de lo que dice; mi concentración se ha ido por la cloaca y sólo puedo pensar en qué haré. Golpeo la bolsa una y otra vez, descargando cada mínima parte de furia contra la lona amarilla.

A pesar del horario, a mi alrededor hay bastante gente, en su mayoría hombres. Por primera vez en mi vida, no me entusiasma en absoluto la idea de estar rodeada de hombres sensuales y sudorosos... o tal vez sí un poquito.

Alejo esos pensamientos al instante. Necesito pensar qué hacer.

Estoy a punto de destruir mis manos cuando se me ocurre una idea. Acaban de destruir mi casa, ¿no? Entonces necesito una nueva.

Por supuesto, cambiar de casa no es como cambiar de celular. Mi familia tiene un patrimonio de cientos de millones, pero eso no significa que pueda andar alquilando casas o departamentos a la ligera. Bueno, en realidad podría, pero a mamá le daría un ataque si se enterara. Por ende, la idea debe ser suya.

Me ducho en el gimnasio y camino hacia la plaza más cercana para poder llamar a mi hermano tranquilamente.

Christian ignora mis dos primeras llamadas y, al fin, responde a la tercera.

-¿Hola? -Acaba de despertarse y su voz suena pastosa, lo suficiente como para que algo haga clic en mi cerebro.

-Christian, ¿que estuviste haciendo anoche? -pregunto mientras sonrío enormemente. No necesito que responda para saber la respuesta.

-Ah, Melo, sos vos -evade él, siempre tan receloso en lo que al sexo se refiere-. ¿Pasa algo? Son las siete de la mañana.

Miro el reloj.

-Son casi las ocho acá. -Hago un par de cálculos y agrego-: Allá, por otro lado, son casi las once. Creí que ibas a adaptarte al horario yanqui e ibas a levantarte a las seis de mañana, Chris. ¿Qué te retuvo en la cama? O, mejor dicho, ¿quién?

Lo oigo suspirar al otro lado de la línea.

-Siempre fuiste chusma -dice con voz cansada-. Esta vez no vas a averiguar quién es a menos que vengas en Navidad.

-Algo me dice que la voy a odiar -admito. Quizás he sido demasiado sincera, porque mi hermano no dice nada-. Bueno, volviendo al tema de mi llamada... alguien asaltó mi departamento anoche.

A juzgar por el ruido que escucho, mi hermano acaba de caerse de la cama con teléfono y todo.

-¡¿Qué?! -grita al cabo de unos instantes. Ya está bien despierto.

Le explico a grandes rasgos la situación, obviando el tema de los anónimos y de la lasagna envenenada, y le pido que me ayude a convencer a mamá de alquilarme otro departamento.

-No.

-Christian, por favor.

-¡No puedo permitir que te quedes sola ahí, con un loco entrando a tu casa y rompiendo tus cosas! -exclama.

-A mí no me va a pasar nada -afirmo-. Sólo pudo romper mis cosas porque yo no estaba. -Christian está tan alterado que ni siquiera me pregunta dónde estuve. Aprovecho que se ha quedado callado para proseguir-. Además, sé cuidarme sola. Tengo maestría en artes marciales, ¿te acordás?

Suelta el aire repentinamente, dando por perdida la discusión.

-Está bien, hablaré con mamá y la convenceré de que tu apartamento nunca tiene agua o algo así.

Le agradezco mil veces y, antes de cortar la llamada, le aseguro que en Navidad voy a ir a conocer a su chica.

Cuando vuelvo a mi apartamento, sólo queda un inspector. Éste me dice que no han encontrado evidencia de quién entró y se va. Francamente, no me sorprende; la policía suele ser inútil en todos los países.

Cuando quedo sola, me agarra uno de esos ataques en los que no podés parar de limpiar.

Por lo menos, eso me abstrae y puedo evitar pensar en nada más que no sea dejar mi casa impecable. Suelo limpiar muy poco, ya que tampoco uso mucho del apartamento y no me gusta hacer ese tipo de quehaceres. Mientras yo aún vivía con mamá y Christian, ellos se encargaban de eso y yo contribuía ayudándolos con otras cosas, como ciertas materias escolares de Christian y los entrenamientos vocales de mamá.

En esa época, éramos unidos y felices. Ahora estamos tan lejos que a veces siento que mi nexo se ha roto, que nada me sujeta a la tierra. Sin embargo, así todos somos más felices. Mamá es una voz importante en la industria de la música, justo como siempre sonó en su juventud. Christian está pasando por una vida universitaria normal y pudo elegir la carrera que él quería, en lugar de estudiar lo que papá obligaba. Y yo... yo soy libre.

Solía ser como Andrew, miedosa y frágil, pero eso cambió. Poder expresar lo que siento y lo que quiero no tiene precio. Poder hacer lo que quiero es un sueño hecho realidad.

Y no pienso volver a sentir miedo. Poco antes de su muerte, ni siquiera mi padre me asustaba. Ahora estoy decidida a no ceder ante la persona que destruyó mi casa.

La nota dice que fui demasiado lejos. Esa persona se equivoca. No me he ido a ningún lado.

💋💋💋

Sé que prometí actualizar más seguido, pero he estado un poco ocupada estas semanas.

He estado revisándola y la historia tiene muchos errores, así que me pondré a corregirla en cuanto la termine.

No puedo dejar de agradecer sus comentarios y las emociones que reflejan en ellos. Para cualquier escritor, esos comentarios y votos lo son todo.

Estoy muy contenta porque no todos los comentarios son iguales: hay gente que ama a Melody y su comportamiento, hay gente que le parece repudiable, hay algunos que prefieren a Andrew, hay otros que siguen encariñados con Félix y todos han sido respetuosos a la hora de expresar su opinión, por lo que estoy infinitamente agradecida.

Realmente escribir esta historia fue un proyecto que surgió hace algunos años a raíz del desdén que siento hacia los badboys. Por eso siempre quise crear a una badgirl (o algo parecido) y así salió Melody. Ella es humana, comete errores, no quiere ver sus defectos y merece tanto como cualquier otro personaje de esta historia, porque ellos también son humanos.

Por eso le doy las gracias a todos los que han llegado a esta parte de la historia.

Como ya tiene más de treinta capítulos, supongo que muchos se preguntarán cuántos quedan.

Ni yo misma lo sé.

Lo que sí puedo asegurar es que falta bastante, quizás apenas he llegado a la mitad de la historia.

Por favor, tengánme paciencia. Trataré de escribir lo más rápido posible para no hacer la espera eterna.

De nuevo, muchísimas gracias y besos a todos.

Los Secretos Y Mentiras De Melody Vecchio (+18) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora