Capítulo veintiocho

7.8K 498 115
                                    

La ira disuelve el cosquilleo que estoy empezando a sentir en la boca de mi estómago.

—Supongo que te sentías tan asustado por mí que no tuviste otra opción más que la de correr a los brazos de tu esposa —exploto.

Sus rasgos pierden toda la calidez que tenían en el momento en que me escucha. Se levanta lentamente y me deja sobre la hierba con brusquedad.

—No tienes idea de lo que pasa entre mi esposa y yo.

—Sí que la tengo. Sé muy bien que, mientras yo me sometía a mil pruebas médicas completamente sola, te andabas revolcando con ella por ahí. —Una idea cruza mi mente y sonrío—. No debió ser muy satisfactorio, a juzgar por la manera en que te has corrido.

Y no estoy exagerando: tengo las medias completamente empapadas por su semen... para variar.

—Fue un orgasmo intenso —arguye él con ese tono frío que nunca le dura mucho tiempo estando conmigo.

Le quito importancia a sus palabras con un gesto de mi mano.

—La primera vez que lo hicimos no fue tan intensa y anduve chorreando unas cuantas horas.

De repente, sus ojos se convierten en dos ranuras amenazadoras.

—¿Cómo lo sabes? —Su pregunta me parece tan estúpida y su tono es tan indescifrable que logra confundirme.

—Es mi cuerpo; me doy cuenta cuando algo pegajoso y tibio sale por mi vagina. En especial cuando hace frío.

Él niega con la cabeza una sola vez.

—No hablo de eso. —De repente su voz es gélida y afilada—. Quiero saber cómo te enteraste lo que hice con Lillian.

—Andrew me llamó mientras estaba en el hospital y los oí gemir —le informo con el cuerpo tenso por el recuerdo. Recrear ese momento me da náuseas—. ¿Por qué? ¿Temías que hubiese puesto una cámara en tu habitación?

Como siempre, el ignora olímpicamente la mitad de lo que he dicho.

—Oh, ya veo. Bueno, que tengas una linda mañana —dice.

Y después se va, dejándome sola en el pasto húmedo y frío; con ganas de tener unos rounds más.

Pienso en correr y darle una buena tunda, que es exactamente lo que se merece, pero no pienso rebajarme tanto.

Si quiere irse, muy bien.

Saco mi celular y marco el número de Ethan.

—¿Hola? —Su voz suena un poco pastosa; supongo que acaba de despertarse.

—Soy yo.

—Oh. Perdón, se me borró tu número. ¿Necesitas algo?

—Lo de siempre. ¿En el baño de profesores en cinco? —Hay un silencio incómodo al otro lado de la línea—. ¿Ethan? ¿Hola?

—Perdón, me… distraje. —Emite la tos más falsa en la historia de las toses y luego agrega con la voz ligeramente aguda—: Sí, nos vemos ahí, pero va a tener que ser en quince porque sigo en la cama.

Me imagino a Ethan desnudo sobre las sábanas, despeinado y un poco somnoliento, y las ganas de tener sexo se hacen más fuertes.

—Si quieres puedo ir yo a tu casa —ofrezco.

Esta vez la tos es de verdad.

—No, no. Mis padres…, ella…, yo…, quiero decir… —No entiendo ni la mitad de lo que está murmurando, pero sí me doy cuenta de que la idea de que yo vaya a su casa no le atrae demasiado.

En todo caso, es mejor. Ni siquiera sé dónde queda su casa.

—Está bien —lo corto antes de que siga divagando—. Nos vemos en quince.

Aparece en la puerta del baño de profesores puntual como un reloj. Yo ya estoy adentro de un cubículo y con ganas de sentirlo taladrando mi interior. Sin embargo, él no parece tener las mismas ambiciones que yo.

—Hola, Melody —saluda cuando me ve.

Alzo las cejas por toda respuesta. Mis ojos se dirigen al cinturón de cuero de doble hebilla que está usando y que sé que no necesita. Caigo en la cuenta de lo que va a decirme incluso antes de que abra la boca de nuevo.

—Perdón, pero no sé bien como decir esto. —Se ríe de puros nervios—. No quiero seguir… que sigamos… que sigas... —su tartamudeo parece ponerlo aún más nervioso. En parte es gracioso; nunca he visto a Ethan nervioso antes—. No quiero que sigamos follando, joder. Me enamoré de alguien más.

Trato de contener la risa al ver su cara de pasmo tras soltar esas palabras. Como veo que está un poquito molesto consigo mismo por haberse expresado tan mal, yo misma expreso mis pensamientos con un simple gesto: me encojo de hombros.

—¿Estás bien con esto?

—Es una lástima, follas muy bien. Pero sobreviviré —bromeo.

Su mandíbula cae.

—¿Qué pasa? —pregunto confundida.

—Nunca te había visto hacer una broma —afirma—. Jamás. Estás muy alegre últimamente. Quiero decir, sin contar la semana que no viniste; no creo que estuvieras muy alegre de estar intoxicada. Supongo que también te enamoraste de alguien más...

Sonrío como una tarada por un brevísimo instante antes de recobrar la cordura. Sé que espera una respuesta a su pregunta implícita, pero hay cosas que no estoy dispuesta a admitir en voz alta.

—Bueno, adiós.

Paso por su lado sin darle tiempo a contestar.

Muy alegre, ¿eh?

Ay, Félix, ¿qué me has hecho? Aparte de engañarme con tu esposa, quiero decir.

Estoy pensando en él con tanto fervor que no me doy cuenta de que tengo a su hijo adelante hasta que choco con él. Mientras recupero el equilibrio, escucho su gemido de dolor cuando cae al suelo.

—Uy, no te vi. —Es lo más cercano a una disculpa que puedo decirle. Me aparto unos pasos y le dejo espacio para levantarse. Mientras tanto, decido poner en  marcha un plan para ver a Félix—. ¿Qué opinas de juntarnos hoy a la tarde en tu c…? ¡Santa mierda!

Se ha levantado y me mira con los ojos llenos de angustia... y de lágrimas. Sin embargo, no es eso lo que me horroriza, sino la sangre que emana a borbotones de su nariz y su boca. También tiene un corte en la ceja izquierda y una marca roja en la mandíbula. A juzgar por cómo se agarra el codo izquierdo, tiene más heridas bajo el uniforme.

—¿Qué te pasó? —pregunto a bocajarro. No es que me importe especialmente, pero sí me da curiosidad.

Andrew baja la vista y me da la espalda. Cuando ya pienso que va a empezar a caminar sin responder, me llega su voz, rota por el llanto.

—Melody, no sabes cuánto te envidio porque tu padre esté muerto —susurra.

Después se aleja cojeando y sujetándose el codo y me deja sola en el pasillo, dura como una estaca y rodeada de incógnitas.

¿Cómo sabe que mi padre está a tres metros bajo el suelo?

¿Qué le ha hecho Félix?

Y, más importante, ¿por qué me siento un poco culpable?

💋💋💋

Lamento mucho la tardanza, es que he estado barajando la idea de reescribir la historia porque hay muchísimas cosas que me gustaría cambiar y siento que la historia tiene mucho relleno. Sin embargo, aún no lo he decidido.

¿Ustedes qué piensan?

Los Secretos Y Mentiras De Melody Vecchio (+18) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora