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ATENCIÓN: ESTA NOVELA ES INDEPENDIENTE A LA SAGA BOMBERS MC, SIN EMBARGO, ESTÁ RELACIONADA CON PARTE DE LA TRAMA DE VARIAS DE LAS NOVELAS, MOTIVO POR EL CUAL ES POSIBLE QUE NO SE COMPRENDAN ALGUNAS COSAS. TE RECOMIENDO LEER LAS DEMÁS OBRAS QUE COMPONEN LA SAGA Y QUE SE ENCUENTRAN HASTA EL TERCER LIBRO EN AMAZON.


Años antes:

Michael:

      Los brazos de Bear me asieron con fuerza para apoyarme durante el peor golpe de mi vida.

      El duro impacto hizo que mi mente se quedara en blanco. Como el motor que no responde a los cambios de marcha porque los engranajes se han ido a tomar por culo.

     Estábamos en el hospital de Hennderson a pocos kilómetros de Searchlay, el pueblo donde se encontraba la sede fundacional de los Bombers Mc.

     El médico seguía hablando pero yo no podía escucharlo. Sentía el cálido aliento de Bear en mi oreja y cuello, seguramente hablando, yo no percibía lo que decía. Sniffer había colocado su manaza sobre mi pecho intentando transmitir apoyo moral y al mismo tiempo la advertencia que hacían para evitar que las cosas se desmadraran.

     Había perdido el contacto con la realidad en el momento en que me obligaron a abortar la misión que me había llevado tan lejos de mi familia. Durante mi vuelta a toda velocidad me repetía que aquello tenía que ser un error. El apellido de Kate era Brown, uno muy común. Aquella Kate Brown no podía ser mi Katherine. Aquella Pauline no podía ser mi Pauline.

     Cuando aparqué delante del hospital e identifiqué las de los hermanos el nudo del estómago dio paso al fuego en el pecho.

     No comprendía qué había ocurrido. Kate, en el último trimestre del embarazo, se había quedado al cuidado de Channel y Coyote. Éramos hermanos de sangre y de armas. Quizá no fuéramos confidentes. Quizá no éramos los mejores amigos, pero aún entonces cubríamos nuestras espaldas y nos manteníamos a salvo.

     Podría ser que no confiara en Channel en muchos aspectos, sin embargo, jamás se me pasó por la cabeza que no hiciera nada por salvar a mi familia.

— Fue tu maldito títere— acusé con rabia a Hiena.

     En aquel momento me daban igual los galones.

— ¿Qué coño dices, muchacho? — Clavó sus penetrantes ojos violetas en mí disfrutando del momento.

     El puto brillo de triunfo estuvo muy cerca de hacerme estallar.

— Tu maldito títere se puede dar por muerto.

— ¿Estás amenazando sin tener pruebas a un hermano de pleno derecho, prospect? — Se encaró conmigo con esa sonrisa burlona suya que no presagiaba nada bueno.

— Hiena el chico acaba de perder a su mujer y su...

— Ahora mismo— cortó en seco a Sniffer—. Mis huevos tienen más...

— Déjalo en paz, Hiena— intervino mi padre, llegando a nosotros a grandes zancadas y evitando que perdiera los parches que aún no tenía—. Es comprensible que quiera respuestas. Acaba de perder a su familia. ¿Dónde está Coyote?

— Muriéndose en una cama con una sobredosis— afirmó el vicepresidente con tal frialdad que de no ser por mi pérdida me habría dado mucho que pensar sobre los verdaderos motivos de la relación entre ambos.

— Más le vale morirse porque juro que lo voy a matar yo mismo— espeté.

     Enterré a mi mujer y a mi hija con el apoyo de todos mis hermanos, incluyendo a los que en aquel momento me sobraban.

     Nunca les lloré. Kate siempre fue una mujer fuerte. Tampoco pude hacerlo por mi hija. Me negaba a aceptar que no iba a tenerla jamás en mis brazos.

     En aquel momento yo tenía solo diecisiete años. La experiencia me hizo madurar de golpe.

     No te fíes de nadie... Ni porque lleve tu misma sangre.

     A los pocos días de enterrar a mi familia tuvimos una reunión en la que se debatió, entre otros puntos, si me daban o no los colores.

     Con el voto de Hiena en contra la cosa quedaba en suspenso. Todo dependía de Coyote. Quien, sorprendentemente, votó a favor.

— Nunca olvides, hermanito, que no he dejado de salvarte las pelotas de tu propia estupidez ni un solo día— afirmó jactancioso—. Nunca olvides que me debes los colores.

— Ni tú que me debes las vidas de mi mujer y de mi hija.

— Con respecto a eso, tú y yo ya estamos a mano. Y ahora, ve a llorarle a papi, nenita.

     Coyote se dio la vuelta. Channel enroscó sus delgados brazos a su cuello. Él la atrajo a su cuerpo y se fundieron en un beso que a punto estuvo de dejarla preñada delante de todos.

     Lo que se dice un mensaje en letras mayúsculas.

     Algo en el gesto de Coyote me hizo ponerme en alerta cuando vi que de su rostro se borraba la estúpida sonrisa que le dedicaba a Channel y que llevaba la mano izquierda a la cartuchera en la que guardaba su arma a tiempo que escondía a su chica tras de sí.

     Dirigí la mirada hacia donde él posaba la suya y me eché a correr. Hiena acababa de atacar al presidente.

    Bear trataba de llegar hacia él sin éxito. Estaba rodeado por varios de los nuestros que acababan de vender su lealtad al club. A Sniffer lo tenían rodeado. Brooks corrió en ayuda de su padre.

     Entre el tumulto busqué a Steelo temiendo que él también hubiera cambiado de bando. Sin embargo, él corría desde otro ángulo de la habitación, puñal en mano acuchillando sin inmutarse.

— Rápido... Protégelo. Llévatelo de aquí— dijo alguien a mi espalda.

     Me giré creyendo que era Brooks. Me quedé de piedra al darme cuenta de mi gemelo separándose de mí a toda prisa mientras corría hacia la camarilla de Hiena. Bear detuvo a Coyote en el último momento cayendo sobre él por sorpresa.

— ¡Déjalo en paz, Bear! Coyote no ha intentado nada. Llévalo abajo. Vamos a interrogarlo.

— Nunca olvides que me debes los colores— dijo moviendo los labios.

— Ni tú que me debes las vidas de mi mujer y de mi hija— contesté del mismo modo cuando pasó junto a mí.

     Miré a Steelo con sus ropas llenas de sangre. Me dedicó esa sonrisa macabra con la que en ocasiones me ponía los pelos de punta.

— Espero que nos dejen ajustarle las cuentas. Llevo mucho tiempo esperando para eso.

— Ha sido lo suficientemente inteligente como para correr desarmado. No creo que nos dejen acercarnos a él.

     Y así fue. Interrogaron a Coyote, pero él no tenía ni puta idea de los planes de Hiena. Fuera cierto o fuera falso, la realidad era que absolutamente nadie que llevara los colores Bomber se fiaba de él, así que no tardó en poner su cargo a disposición y largarse con Hiena. Si no recuerdo mal fue por la época en la que Noah se casó con Payton Pierce provocando que Steelo se colgara de una viga.

Mommy's little manWhere stories live. Discover now