Fue un día. Los ojos de Ariztia volvieron a abrirse y la sorpresa fue inevitable. El sentir del calor corporal y el maná, revoloteando en su interior, le produjeron una sonrisa de agradecimiento.
No es una condena estar viva, pero le generó rechazo...
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"Cara a cara"
La sonrisa de Ariztia desveló amargura cuando contempló a ese mago igual de prestigioso que ella.
Sin embargo, tragando con dificultad, se sintió incapaz de verlo a los ojos por la honesta ira que le congela el corazón cuando ve esa mirada dolida. No solo bastó con encontrárselo en medio del caos, sino que el destino se empeña en seguir insistiendo en que los dos vuelvan a tener contacto y una vez más sus caminos se entrelacen como aquella mañana de invierno.
Se giró en el lugar ignorando a ese de ojos marrones para contemplar su objetivo, pensando en todo lo que ha hecho hasta el momento para poder llegar a ese preciso instante.
"No te detengas ahora Ariztia."
—No tengo que caminar hacia el pasado, mi deber es mirar el presente y visualizar ese futuro que me arrebataron.—murmuró para sí misma.
Se limitó a cerrar los ojos y cuando lo hizo el fuego la sofocó por dentro, los gritos llegaron a su oídos generándole angustia, las almas liberan alaridos pidiéndole ayuda debido a esos monstruos que las atormentan y no las dejan descansar en paz. Abrió los ojos imaginándose en la celda percibiendo las cadenas que cuelgan de sus manos y piernas. No obstante, movió la cabeza de un lado a otro, se dijo a sí misma que no valía verlos a los ojos y sentir ese sentimiento en el pecho. No desea enojarse, pero es muy fácil sentir cómo ese sentimiento logra florecer con rapidez dentro de su corazón. A veces piensa que todos aquellos sacrificios que llevó a cabo para salvarlos no valieron en lo absoluto, porque arriesgó innumerables veces su humanidad a cambio de nada y eso mismo es lo que le enfurece hasta el punto de querer ahorcarlos sin ser capaz de sentir remordimiento por ello.
"Irónico."
—¿Dónde está Samara? —cuestionó a secas.
No volteó para establecer una conversación, más bien, pasó por alto ese hecho y empezando a caminar en dirección a el Tótem Sagrada de Luz evitó cualquier clase de contacto con Bradley Ward.
Éste gracias a la indiferencia de su "mejor amiga" se sintió apuñalado, porque creyó que todo volvería a ser como antes ahora que todos saben que está con vida. Pero siendo un tonto ingenuo se dejó llevar por su imaginación, porque ese alocado sentimiento que lo embargó desde la vez que se la encontró por pura casualidad no deja de hacerle presión en el pecho. De todos modos, algo dentro de él comprende que su compañera ya no es la misma, la furia que recorre su cuerpo y la evidente ira que embarga su quid hace que la vea de otra forma. Porque Monique permitió que sus emociones se hagan con ella y eso se debe cuestionar en el mundo de la alquimia.
