Capítulo 18

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"Rompecabezas"

"Necesito ver a la escarcha."

—¿Qué tienes acerca de Innfødte? —cuestiono, manteniendo la calma, subiendo los cinco escalones para dirigirme hacia las ventanas.

A diferencia de la otra parte del inmenso establecimiento la sala presente es la más limpia y ordenada. Y, ahora mismo, viendo por la ventana me doy cuenta que el enorme castillo se encuentra en medio de la nada.

—Es una organización de magos que se hacen llamar nativos, según ellos son originarios de las siete regiones y quieren tomar el lugar que les corresponde. Y tú, mocosa, ¿qué tienes? —escupe dirigiéndose hacia la mesa de madera que está a mi lado, evadiendo el quejido que libero gracias a sus palabras.

Me volteo en el lugar para recostarme en la pared con los brazos y piernas cruzadas, observando que en el centro de la estancia hay una rosa de los vientos representada en el suelo. Sobre ella se encuentra una cúpula de vidrio, la cual filtra los rayos de sol convirtiéndolos en polvo mágico, el mismo que cae en la rosa de los vientos y desaparece sin dejar rastros.

"Ni siquiera en la academia tenían estas cosas."

—Ellos asesinaron a la madre de mi señor y hace unas semanas fueron a reprimirlo para que les entregue lo que les pertenece, haciendo referencia a su hogar y territorios. —explico siendo precisa, ya que la razón de compartir la misma afinidad en la magia nos convierte en parientes.

Así funciona en las demás regiones.

—La señora de la casa en su juventud trabajó en Voluptatem como una prostituta. El caso es que allí mismo conoció a un hombre de apellido Fields y a más tardar lo extorsionó para que le diera su lugar, ya que terminó embarazada, pero éste tenía una mujer que no estaba dispuesta a ceder su poder. —confieso, apoyando la cabeza en la pared para observar el techo. —No comprendo qué sucedió a continuación porque veo lagunas, pero Myra fue asesinada por esa organización y ahora mismo yo estoy cuidando a Jole Fields. Él es el único heredero de la casa Fields. —afirmo sin inmutarme.

—Un sobreviviente.

—No.

Luego de haber respondido guardo silencio seguido de erguirme en el lugar, con los brazos cruzados por debajo del pecho, mantengo la vista clavada en la espalda de aquel sujeto que tiene las manos apoyadas en la mesa de madera.

—No soy de hacerles advertencias a los magos de lo que deben o no hacer, pero esta vez lo veo conveniente.

Me acerco a la mesa y a más tardar apoyo en un sutil movimiento la palma de la mano en ella, quedando a tan sólo unos centímetros del hombre llamado Sebastián.

—No voy a permitir que nadie se acerque a ese niño y por su bien no piense en alternativas. Estoy siendo honesta contigo solo porque somos parientes de alquimia, pero antes de eso tengo prioridades y una de ellas, la más importante, es ese crío. —susurro, por lo bajo, desconociéndome por segundos cuando siento que la oscuridad empieza a surgir desde el fondo de mi quid.

—¡Qué alegría! —una tercera voz se hace presente en la estancia.

Me alejo lentamente de Sebastián para poder enfocar mi atención en Lucy. Sin embargo, para mí dolor de cabeza, una mujer desconocida se abre paso en el pasillo con una bandeja de aperitivos en manos. Abro de par en par mis ojos siendo incapaz de comprender la situación, más cuando ella nos sonríe a ambos.

La Joven Prodigio © BORRADORWhere stories live. Discover now