Capítulo 04

297 33 3
                                    

"Capital"

Desde que estoy aquí, todo ha sido muy tranquilo, más allá de que al principio hayan ocurrido ciertos acontecimientos que no me favorecieran en nada. Pero, ahora mismo, no me siento capaz de maldecir mi suerte cuando esta segunda oportunidad puede ser el inicio de una próspera y larga vida alejada de conflictos. Que, en su momento, lograron lastimarme.

Han pasado dos meses desde que reencarne en este cuerpo.

El pequeño Fields avanzó o, por lo menos, sabe lo básico de la magia, porque ser su mentora no es nada fácil, más cuando lo reprocha todo y siempre desea tener la razón. Además, necesito mérito, jamás estudie para enseñarle a alguien a cómo desenvolverse, quiero decir, mis fieles conocimientos, y los de mi difunto mentor, serán aprovechados por Jale, yo lo apodé, la pequeña escarcha.

Según lo que pude averiguar cuando acompañé a Sofía al mercado, él es un bastardo de la casa Fields.

A pesar de tener un temperamento que me produce cierta ansiedad cuando ambos empezamos a discutir, él, por lejos, es un niño que busca reconocimiento, ser alguien ante los ojos de los demás. Por esa razón, para no aburrirme en esta vida y no andar vagueando, voy a convertir a la escarcha en un alquimista formidable. Después de todo, no creo tener otra opción, ¿no?

—¿Está seguro de asistir a la reunión de magos? —cuestioné, quizá, un poco sorprendida.

Él se encoge, desviando la mirada hacia la ventanilla del vehículo, por lo que oprimo los labios para evitar una mueca.

—A la conferencia asisten magos de un rango superior que la media y usted solo sabe lo básico de la magia —recordé, tratando de ser comprensiva, por lo que rechista con sonoridad y libera un monosílabo cargado de molestia.

—Eso no será un problema si tú estás ahí.

—No está siendo honesto.

Sonrío divertida cuando lo veo asesinarme con la mirada, por lo que entrecerré los ojos haciendo un ademán de amor y paz.

—Voy a necesitar de tus conocimientos, por misma razón, usaré Telepatía contigo. Sé que para ti supone un gran riesgo hacerlo, pero confiaré en tus conocimientos.

Relamo mis labios, manteniendo una postura imperturbable en el asiento.

Para mí, comunicarme con él no es un problema y es obvio que a modo de conejillo debo seguirlo a todas partes. Así que, escuchar de cerca las palabras de esos ancianos, no es una tarea difícil para mí.

(...)

Pisar los adoquines de las calles de la capital, luego de tanto tiempo, me produce una sensación satisfactoria. De hecho, contemplar a los magos moverse de un lugar a otro o la simple razón de verlos ingresar a una tienda para luego salir de ella y realizar la misma acción en otra, me genera un alivio que es inexplicable.

En mi pecho se instala una sensación que lo oprime haciendo que mis ojos empiecen a picar. A cambio, me relamo los labios y observo los edificios con atención, dándome cuenta de que han avanzado un poco desde mi ejecución.

"Puedo sentirlos, ¿verdad?"

Me percato de cómo mis sentidos se agudizan por la razón de percibir tanto quid a mi alrededor, porque el hormigueo en mi nuca no se detiene y la sensación de cosquillas en la punta de los dedos me hace sonreír. Estar de vuelta es algo que no podría describir así de fácil. Cierro los ojos e inhalo con fuerza el aire que me rodea, lleno mis pulmones de eso que jamás pensé volver a sentir y las luces, en la oscuridad de mi mente, se presentan de diferentes colores y formas.

La Joven Prodigio © BORRADORWhere stories live. Discover now